A veces me pregunto cómo hice amigos, cómo llegué a enamorarme, cuándo comenzó a gustarme el café, cuándo escuché la primera canción de mi artista favorito, cuándo se me ocurrió que podía ser buena en algo, cuándo llegó a mí la idea de estudiar lo que estudio, cuándo me salí de los católicos para ser budista y terminar como una atea más, en qué instante decidí que el morado sería mi color favorito, cómo conseguí toda mi ropa, de qué forma me las arreglé para llenar ciento doce libretas en el colegio, cuándo preferí a los gatos antes que a los perros, por qué ahora estoy tan segura de que no me gusta la lechuga. Por qué, cuándo, dónde. Estoy tan poco convencida de cómo llegué a ser quien soy, que me dan escalofríos solo de pensar en quién voy a ser. Solo rezo, por favor, no terminar siendo terraplanista.