Inmarcesible

Capitulo 1 parte 2 "Con pies de plomo"

La ceremonia fue hermosa. Mi amiga estaba deslumbrante y ni que hablar del novio, pues varios tuvieron que reprimir la gracia que les dio cuando al momento que la música inicio y la vio caminar hacia el padre, tenía una cara de bobo con las babas invisibles que caían al piso. Enserio, que desde que la vio en ningún momento despego su mirada de ella hasta que el padre de ceremonia le tuvo que llamar su atención alzando un poco la vos, pero fue cuando Laura empezó a reír y le pregunto.

-Quieres casarte conmigo? – Le dijo entre toda su felicidad.

-Por supuesto que sí. – Dijo enérgico, a lo que luego prosiguió con el beso.

Entre aplausos, silbidos y risas, el padre concluyo la ceremonia. La confirmación de que Lex estaría me hizo inconsciente que anda buscando tal vez una sombra, ya que ni en la boda se había aparecido.

“Pero y si, ¿el hecho de haber confirmado que vendría solo sería si yo me negara a estar presente?” Era una posibilidad, quiero decir, también podría haber declinado si de hecho no quisiera verlo.

“Y si, de haber aceptado, ¿Michel le aviso para preverlo en caso de que tampoco quisiera verme?”, pensé. No lo culparía, la que corto con la relación fui yo, si estuviera molesto o dolido, estaba en su derecho de no querer verme.

Pero pasaron, “…Cinco años. Más que suficiente para superarlo, ¿no?”, medito sentada en la mesa con algunos otros parientes y amigos que vinieron sin pareja. Solo estoy escuchando las demás conversaciones sin participar mucho de lo que sea que charlan, estoy tan absorta en mis pensamientos.

Me rio solo por imitación, no dejo de pensar que realmente quería verlo, y me detengo en seco.

“Que hipócrita”, no puedo evitar darme la expresión de sonreír mientras que mis ojos no lo hacen, por darme lastima de mi.

Si, pasaron cinco malditos años. Sí, yo fui quien corto con él, y aun así soy yo quien no lo ha superado y seguido con su vida. Soy tan tonta, pensando en la posibilidad de que ya no sea mío, de que se hubiera casado y tenido familia, sigo pensando que tal vez piense en mí. Como yo pensé en él, en los últimos cinco años en que intenté olvidarle.

Quiero todo el licor de mi copa para ahogar la amargura, pero ya no tengo nada.

Mierda, sí que quiero emborracharme.

Me levanto con la intención de ir hasta el barman, cuando noto a Laura extendiéndome la mano muy animada y feliz, mientras baila caminando.

-Genial mujer, ya hacia hora de que despegaras el culo de esa silla. – Dijo, y ya entrado el alcohol no pude contener una carcajada. – Ya pensaba en llamar a los bomberos con una espátula. – cuando largaba otra vez en risas.

- Ok, solo asegura que sean bomberos sexis. – Le devolví, morbosa.

Tomo su mano y dejo que me lleve a la pista de baile, donde estaban Michel, Adrián (quien Mich me presento como un compañero de trabajo) y Lucia la hermana menor de Lau. Habían hecho un circulo entre ella, pero luego de un rato bailando lo más sexis posibles Lau, Lu y yo para llamar la atención sin intención (al menos por mi parte), Adrián me toma de una mano me da una vuelta y quedo pagada a su cuerpo.

Lo juro, pude o no haberle echado la culpa al alcohol a la manera en la que bailábamos, pero no lo hice. La verdad, este hombre bailaba muy bien, se veía muy guapo y por la forma tan apretada que estaba a su cuerpo supe a ciencia exacta que lo tenía muy, pero muy bien trabajo. Por eso y porque me lo estaba pasando genial.

Que olvide de infundirme lastima.

Olvidamos volver a formar el grupo cuando notamos que ambos nos dábamos de buenos bailarines. Dios, pero si el tipo podía dirigirme bien por su cuanta sin necesidad de que usara grandes maniobras. Como pude disfrutar de cerciorar de su silueta, el por su cuenta también, quiero decir, el vestido que llevaba realzaba mis curvas que con destreza el posicionaba sus manos sin dar en la zona de perverso ni amistoso, tampoco perdí en la cuenta en que se fijara en mis pechos cuando tenía la oportunidad, el fino corte de la falda del vertido al bailar se abría más de la cuenta, pero solo dando salida de mi muslo.

En un punto, mi cuerpo podía sentir que no surtía con el efecto del alcohol, como si el bailar lo quemara. Con cada giro y vuelta que me daba a apoyarme en su cuerpo nuestros rostros quedaban a escasos centímetros y reíamos cada vez más. Y con la cercanía me miraba justo a los ojos.

Cada vez, cambia en hacerle girar a él y cambiar de movimientos, podía sentirme cansada pero no aminoraba el querer seguir bailando. El dolor de ir en tacones se había quedado en los primeros tres temas, en ese aspecto pudo ser buen anestésico el haber tomado antes.

Cuando cambiaron por uno tema lento, creí ser el momento en que me sentara. Le sonreí mientras con una mano me abanicaba para darme aire a la posible capa de sudor de mi cuerpo, señalando una mesa sin sillas ocupadas, pero me sostuvo en un apretón delicado mi mando, me acerco lentamente a él para seguir la balada.

-Concédeme esta. -Me dijo al oído, se alejó un poco para estar frente a frente y me dedica una sonrisa.

Asentí simplemente, y supe que no había bebido, no olía a alcohol. Pero si a un suave perfume.




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