Inmortalidad y una corona. El poder de la bruja

La ira del archiduque

  • No sé de qué hablas. – Se defendió el archiduque, pero era obvio que mentía, en realidad si estaba preocupado, no sabía a donde podría haber ido la princesa, pues por experiencia propia sabía que ella no temía meterse en cualquier lugar y aunque la capital era muy segura, como en todos los lugares también tenía sitios que no eran para todo el mundo, mucho menos para una princesa.
  • Lo único que lo tranquilizaba un poco era saber que Helio había ido con ella, aunque podía imaginarse la cara de sorpresa que habrá puesto su capitán cuando se enterará de que aquella chiquilla parlanchina, valiente y muy pero muy imprudente a la que habían salvado y los había salvado en su última misión, era precisamente la princesa heredera de Mystara, ahora su archiduquesa.

  • Está bien, está bien. – Levanto las manos en son de paz el rey, pero sin borrar la sonrisa burlona que se extendía por todo su rostro. – Ya que no estas preocupado, creo que no será necesario pedirle a Arin que envié a alguien a la ciudad para que encuentre a Helio y le pregunte si todo está bien. – Dijo mirando de reojo a su primo, quien apenas escucho la sugerencia disfrazada del rey poso su atención en él.
  • No estoy preocupado. – Corroboro. – Pero tomando en cuenta de que ella salió sin más en su primer día en el reino, porque su majestad lo permitió, creo que debería hacerse responsable y enviar a alguien para saber si todo está en orden. – Comento restando importancia, como si solo fuera una amable recomendación y que no tuviera nada que ver con él.
  • El rey negó ampliando su sonrisa ante la actitud de su primo.
  • Claro, claro, tienes toda la razón. – Dijo el rey con fingida seriedad, tocando una campana para que uno de los guardias que permanecían en la puerta del estudio entrara.
  • ¿Qué ordena su majestad? – Dijo el guardia haciendo una reverencia al entrar al estudio del rey.
  • Pídele a Arin que envié a alguien al pueblo para buscar al capital Helio de las tropas del archiduque. – Ordeno el rey. – Solicita un informe de la salida de la archiduquesa y a qué hora regresara.
  • De inmediato su majestad. – Dijo el hombre para ir a cumplir con la orden.
  • El cambio en la expresión de Kieran fue inmediato, pues apenas el hombre salió para cumplir con las órdenes del rey, sus hombros se relajaron un poco.

  • Entonces según las indicaciones de su majestad, una vez este en el archiducado preparare todo para recibir al enviado de Nefaria. – Dijo Kieran rápidamente para evitar que el rey siguiera con el tema de su esposa.
  • Te lo encargo. – Dijo el rey. – Por otro lado, aún estoy preocupado por el tema de los rumores, más aún al saber que hay desaparecidos, ¿crees que deberíamos enviar gente para ver si están cumpliendo de la orden de no entrar el bosque? – Cuestiono recordando ese tema que aún no se había resuelto.
  • Si, envía a algún emisario, para que verifique que nadie más haya ingresado, yo también enviare una carta a mi padre para saber cómo va la investigación de ellos. – Explico Kieran, pues él tampoco está tranquilo con eso.
  • Mientras discutían algunas posibles medidas para el tema de los rumores, la puerta del estudio del rey los interrumpió.
  • ¿Tan rápido? – Murmuro el rey, pensando en que ya habían recibido respuesta por parte de Helio. – Adelante. – Ordeno, ingresando nuevamente el guardia que había salido hace unos momentos.
  • Su majestad para informar, el capital Anders se encuentra en el patio trasero del palacio, al parecer la archiduquesa no lo requirió. – Informo el hombre con tranquilidad, sin imaginarse lo que esa información conlleva.
  • ¿La archiduquesa no salió? – Cuestiono Kieran incrédulo, era imposible que no lo hiciera cuando salió del estudio iba muy feliz porque el rey le había otorgado total libertad.
  • Según informan los guardias de la entrada, la archiduquesa solicito un carruaje de servicio y solo sus doncellas salieron en él. – Comunico el guardia poniéndose un poco más tenso por la expresión del archiduque que se había tornado un tanto terrorífica.
  • Imposible. – Llama al guardia de la entrada y al capitán Andres. – Ordeno Kieran rápidamente adquiriendo esa pose de enfrentar una crisis. – Envía a alguien para que vaya a al palacio de invitados y confirme si la archiduquesa está ahí. – Agrego con un mal presentimiento.
  • De inmediato excelencia. – Salió casi corriendo el hombre.
  • El rey solo observaba en silencio, ahora se daba cuenta de que al parecer había subestimado las habilidades de la princesa para causar revuelo. Mucho más al ver la mirada de molestia que le había dado su primo.
  • A lo mejor al final decidió no salir. – Comento queriendo aliviar un poco la tensión, pero solo logro que Kieran riera me manera fría.
  • ¿De verdad lo crees? – Pregunto con una mirada con la que bien podía asesinar a alguien.
  • Antes de que el rey tuviera tiempo de responder, la puerta fue golpeada del otro lado indicando que ya había noticias actualizadas.

  • Adelante. – Dijo el rey rápidamente, necesitando urgentemente que la atención del archiduque se desviara hacia otra persona, lo que logro al ver como el hombre que había ido por noticias, llegaba junto con el guardia de la entrada y Helio ingresando todos al estudio.
  • Saludos su majestad. – Saludaron al unisonó haciendo una reverencia ante el rey, para luego dirigirse a Kieran. – Saludos archiduque.
  • Por las caras que traían los tres el rey intuyo graves problemas y no se equivocaba, cuando el primero en hablar informo en voz baja pero suficientemente alta para que los presentes escucharan.

  • La archiduquesa Darkhunter no se encuentra en palacio. – Dijo y solo eso basto para que Kieran sintiera como toda la ira que había estado deteniendo saliera en un solo grito.
  • ¿Qué?




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