JARED RIVERS
Maldición. Todos mis planes han salido mal. Aunque lo bueno de la situación es que el malnacido de Michael está muerto. Odiaba a ese bastardo, el imbécil, sin ninguna culpa sedujo a Adele, sabiendo que yo aún la amaba. La hizo su novia solo para joderme, nunca la amó; le era infiel constantemente. Nunca respetó a Adele. Ni siquiera le importó nuestra "amistad"... Se suponía que era mi amigo y se metió con mi exnovia.
—Muy bien, señor Rivers, díganos que fue exactamente lo que ocurrió en el momento que Adele Phoenix descubrió que el señor Michael Mills le estaba siendo infiel.
Estoy sentado en una mesita con un policía sentado enfrente de mi y otro parado. Ambos están interrogandome.
—Adele se volvió loca, le gritó, golpeo a Michael... y para rematarlo lo amenazó de muerte— respondo.
Se miran entre ellos.
Amo a Adele... Con el alma, pero ella tiene que pagar por lo que hizo.
—¿Y luego que sucedió?— Me pregunta uno de ellos.
—Adele salió corriendo y desapareció. No la vi más.
Mi plan de follarla se fue a la mierda, de nada sirvió el rufis que puse en la botella de whisky Jack Daniel's.
Recuerdo que lo dejé en el mueble de los vinos, cuando regresé a buscarlo ya no estaba. Me pregunto quién se habrá tomado esa botella. Mi intenciones eran darle de beber ese whisky a Adele y una vez que ella esté muy borracha la iba a llevar a una de las habitaciones y me la follaría, después la convencería de que ella fue quien me buscó para aliviar su tristeza... pero nada de lo que planee salió bien.
—Por favor, señor Rivers. Necesitamos que nos diga exactamente qué fue lo que le dijo la señorita Phoenix al ahora occiso.
Trato de hacer memoria...
—Les señaló a ambos, que estaban desnudos sobre la cama. Y les dijo: Ustedes dos me pagarán esta humillación. Tú, maldito hijo de puta, me las pagarás... ¡te voy a matar! Luego de eso, se abalanzó sobre Michael, pero él la detuvo sosteniendola de las manos. Después le pidió calma y la arrojó sobre la cama. Él se vistió con un pantalón y Adele le gritó que eso no se iba a quedar quedar así, que le mostraría que el que ríe al último, ríe mejor y fue cuando salió de la habitación.
Los policías se miran y después de ofrecerme un café se sienta el otro frente a mi.
—Dígame la verdad. Usted conoce a la señorita Phoenix. ¿La cree usted una asesina?
—Yo... No sé... Es que ella... No... Es una buena chica... No... No— balbuceo. —Pero quizás sus...celos... una mujer despechada es muy peligrosa...
No lo creo... Pero...
Me interrumpo en mi verborrea al escuchar que le tocan la puerta por fuera a los policías y uno de ellos sale. Vuelve tras unos minutos y sin rodeos me asedia.
—¿La señorita Phoenix consume drogas?
—¿Por que la pregunta?
—Limítese a responder: ¿La señorita Phoenix consume drogas?— Insisten y me preguntan con brusquedad.
Que yo sepa Adele, no ingiere nada ni siquiera un gota de alcohol. Pero tengo entendido que Kathy la sacó de su casa completamente ebria y había estado con otro hombre...
¡No! Eso no es posible. Aún me niego a creerlo, pienso que tal vez es un mal entendido.
Adele Josephine Phoenix es la mujer más correcta, educada, pura y tranquila que conozco. Ella no puede ni ser una alcohólica, ni drogadicta, mucho menos una promiscua... Por no decir que tampoco es una asesina.
—Según la declaración de la señorita Phoenix, ella no recuerda nada de lo sucedido, excepto que usted le acompañó a la habitación del señor Mills y que cree tuvo un escarceo con el señor un hombre aún no identificado.
—¡¿Qué?! No... Eso no es posible...— murmuro ahora confundido y confirmando lo que escuché como rumor.
—Aún nos falta tomar la declaración del resto de los invitados y confirmar que coincide alguna de las declaraciones con lo dicho por la señorita Phoenix, pero de ser así, es poco lo que hace falta para resolver este caso...
Una cólera tremenda me invade y furioso de ser yo el perdedor al no tener a la mujer por la que siempre luché me las ingenio para salir de ahí...
—Si no necesitan más, me retiro. Que tengan buen día.
Me pongo de pie y salgo de la sala en la que me habían encerrado. Al salir escucho a dos detectives hablar.
—La señorita Phoenix es ahora la sospechosa principal del caso...
—Si, pero desde mi punto de vista no creo que sea una asesina.
—Marcus, ¿Cuántas veces no hemos visto que quienes menos lo aparentan son asesinos desalmados?
—Muchas, Sam, pero algo me dice que no fue ella, además, ¿por un desengaño?
—Las pruebas están en su contra... El rufis, el alcohol, los opiáceos que le encontraron en el antidoping... ¿Qué te dice esto?
—No lo sé... Pero si el detective Ross la está apoyando, es por algo.
—Ese es el problema... Ross está muy interesado en demostrar su inocencia, no me agrada eso. Seguramente Ross quiere llevarnos la contraria.
— No lo creo Neill ¿Qué tal si está siguiendo una corazonada? Yo tampoco creo que esa chica sea culpable...
—Las evidencias están en su contra.
—Eso es circunstancial y lo sabes.
—Pues no importa, su declaración es muy inconcistente, y la actitud de Ross tampoco me convence. Y si ese capullo cree que está por encima de la ley por la influencia de su padre, no lo voy a permitir...
¡Mierda!
Me dirijo a la entrada del prescinto y al ver el tablero del pase de lista veo una foto del tal agente Ross...
Ese tipo lo conozco. Lo ví anoche durante la fiesta, primero iba con uno de los tantos ligues de Katharina... Y muy casualmente el tipo con el que se lío Adele no ha sido identificado... ¿Sería él? ¿Mi dulce e inocente Adele tuvo un rollo ocasional con el mejor detective del estado?
Eso no puede ser...
Pero... ¿Y si sí..?
Me quedaré aquí para averiguar más.
—Tengo la impresión que el agente Ross, ha quedado bastante entusiasmado con la supuesta asesina, ¿Si no para que se tomaría tantas molestias para defenderla? Eso de la corazonada no me lo creo, Withmore, y lo voy a averiguar...— continua uno de los detectives con voz determinada.
Editado: 18.07.2020