Cuando llegaba casa lo primero que hacía era guardar mi uniforme, lo segundo hacer la limpieza y lo hacía con gusto. Aun cuando pienso que las niñas deben disfrutar sus etapas sin tanta responsabilidad de adultos. No por hacer la limpieza de casa seremos responsables. Me molesta que algunas madres le pasen su responsabilidad a sus hijas al dejar a su cuidado a sus hermanitos aun cuando sean bebés, responsabilidad que solo es de los padres.
Llegó mi hermana Claudia de la escuela. Ella tiene 7 años, es una niña muy lista, mandona, de carácter muy fuerte como mamá, yo soy más como Papá, callada, reservada, tímida, obediente, vergonzosa.
— ¡Hola, Claudia! ¿Cómo te fue?
—Bien Angi ¿Y a ti?
—Mmm regular. —Guardé su uniforme, es lo primero que hacíamos al llegar y salíamos al patio a jugar.
Yo la cuidaba mucho, sentía la necesidad de protegerla sin saber de qué o de quién. Me gustaba verla jugar pero más me gustaba cuidarla. De repente me estremecí al escuchar la voz fuerte, ronquita de mi ¡MAESTRA!
— ¡Angélica, ven!
— ¡Hola, maestra!
— ¿Qué haces aquí niña?
—Aquí vivo, en el 5to piso.
—Ven. Sígueme.
Caminamos una cuadra y en la esquina giramos a la izquierda.
—Aquí vivo yo, en el 2do piso.
— ¡Qué bien, somos vecinas maestra!
Sonriendo entre nerviosa y gustosa le respondía. Salí corriendo con mi hermana Claudia. En eso mamá nos habló.
—Adentro niñas, pónganse hacer su tarea para después comer.
Muy obedientes las dos nos fuimos a casa.
Más tarde llegaron mis hermanos Roberto y Federico, el mayor discutía con mamá, a nosotras nos mandaron a dormir. Pero escuché que mi hermana Lourdes se fue a vivir con un hombre que no le convenía y mamá quería demandarlo porque mi hermana era menor de edad tenía 17 años, mi hermano Roberto decía que no tenía caso hacerlo porque ella quería estar con él y pronto cumpliría la mayoría de edad. Aun cuando el hombre era mayor que nuestro papá Lourdes decidió irse con él.
Mamá trabaja arduamente en el taxi para sostener la casa, papá hace como seis meses que no viene y a mí me hace mucha falta, cuando él está en casa me siento Segura, Protegida, Feliz y Amada.
Pero papá es alcohólico. Cuando bebe es algo agresivo, nos ofende, aun cuando nunca nos ha golpeado yo le tengo miedo porque siempre hay problemas y termino llorando, deseando que se valla y añorando su regreso.
Mañana es la kermés tan esperada en mi escuela, mi compañera Lupita me llamó a casa para invitarme a la kermes y yo acepté muy feliz, pero extrañando a mi Lolita.
Muy feliz me vestí y estrené una falda azul holgada con una blusa blanca, llegué a casa de Lupita que por cierto olía muy mal, se notaba el desorden en toda la casa, suciedad en todas partes y entonces le pregunté:
— ¿Y tus papas?
—No están, papá está en la cárcel por falsificar firmas y documentos, mi madre no lo sé, se pierde por días.
No pude murmurar palabra alguna, solo dentro de mí pensé debe ser un delito grave, y cómo no regresaba su madre a cuidarla.
Nos fuimos a la kermes. La escuela estaba cerca de su casa a tan solo tres cuadras, en eso Lupita se detuvo frente a la papelería.
— ¡Acompáñame!
— ¿Que vas a comprar?
—No, nada. ¡Vamos a sacar copias a los boletos para tener más que todos!
—Yo no los necesito gracias, tengo suficientes. —En mi inocencia no sabía que estaba mal hacerlo, no me daba cuenta de lo que sucedía.
—Préstame los tuyos, ahorita te los regreso, voy a presumir que tengo más que todos.
Se los entregué inocentemente y me salí de la papelería sin imaginar lo que realmente pasaría.
Llegamos a la tan esperada kermes, estábamos disfrutando mucho, jugando, comprando comida, dulces, habían transcurrido dos horas cuando mi maestra me llamó para acompañarla a la dirección, entonces le pregunté muy asustada.
— ¿Qué pasa?
Muy molesta y jalándome de un brazo no me respondió, llegamos a la dirección y entonces allí preguntó gritando:
— ¿Por qué lo hiciste, Angélica?
— ¿Hacer que maestra? yo no he hecho nada malo.
Pero del miedo que le tenía empecé a llorar sin motivo, en ese momento entró Lupita y al mirarme dijo con voz firme:
—Ella fue profesora, ella me dio los boletos.
—Si Lupita, yo te los presté para que presumieras que tenías más que todos, eso no es malo.
—No, tú falsificaste los boletos y me los regalaste.
— ¡Noooo...! —Grité angustiada— Yo no lo hice. Lupita llegó a la papelería a sacar copias y me devolvió mis boletos.
Pero me había regresado las copias no los originales que astutamente se los quedó.