Inocencia Robada

ENFRENTAMIENTO

Al sonar el timbre anunciando el recreo me fui corriendo a la tiendita de Don Lupe por mis flautas especiales, ya tenía mucho apetito por no desayunar.

No sabía qué hacer o a dónde irme y me fui al salón a comer, extrañaba a mi amiga Lolita. Es triste no tener más amigas. Evitaba los comentarios sarcásticos de mis compañeros por lo ocurrido con los boletos de la kermes. Terminaba de comer y entró mi maestra bruscamente aventando la puerta, yo salté asustada por el ruido.

— ¿Qué haces aquí Angélica?

—Estoy comiendo. 

Riendo a carcajadas falsas respondió.

—Eso es obvio. ¡Te estoy mirando niña! mejor vete de aquí, no debes estar dentro del salón porque se puede perder algo y tú serás la responsable.

Me invadió el coraje al escucharla por tanto acoso de su parte y por primera vez tuve el valor de responder y de hacer valer mi derecho de libertad de expresión y sobre todo exigir mi respeto no solo por mi edad, simplemente por ser un ser humano igual que ella.

—Yo no soy una vulgar "Ratera" no comprendo su odio, su desprecio ¿Porque abusa de mí? ¿Eso la hace sentir feliz? ¿Realmente disfruta hacerme daño?

Trata de interrumpirme y le respondo en voz alta, muy raro en mí.

—NO, déjeme terminar ahora usted a mí. Aún recuerdo que en quinto año me puso hacer 100 veces la palabra árbol porque no le puse el acento. Según usted siendo yo la de mejor calificación del grupo, un pequeño error que no me perdonaba y cuando le entregué mi cuaderno con la palabra escrita cien veces correctamente no la revisó, si no por el contrario me dijo:

—Dame tu mano derecha.

Se la mostré incrédula y su respuesta fue...

—Con esas ampollas me cercioro que tú hiciste las planas y nadie te ayudó.

—No comprendo su actitud conmigo, no quiero faltarle el respeto pero a usted le hizo falta casarse y tener hijos.

Entonces furiosa por ser irrespetuosa con ella me gritó...

— ¡INSOLENTE! vete de mí vista, yo no quise tener hijos y menos casarme, eres una grosera, imprudente e igualada.

Sin saber acaricié sus fibras sentimentales que más le dolían, en eso llegó la maestra Karla para informarle que tenía una llamada de su hermana y era urgente.

Voltio mirándome con ojos haciendo erupción de rabia, como si quisiera fusilarme y me dijo con voz bajita.

—No eres más que una pobre "Niña bonita del montón".

Entonces pensé, eso le molesta que soy bonita, pero si ella no es fea.

Ya estando en clase más tarde no cometió ningún ataque contra mí, yo realmente me extrañé porque lo esperaba, una crítica, ridiculizarme de nuevo delante de mis compañeros, de lo que si estaba realmente segura es que NO le permitiría una ofensa más o burla hacia mí, haría lo que fuera necesario para defenderme y ponerle un alto.

Al día siguiente

Caminaba a mi salón cuando me vio mi maestra Carmen pidiéndome me acercara a ella.

—Espera Angélica. —Caminamos juntas al salón—Ayer pensé en tus palabras y tengo que explicarte porqué soy así contigo... Las niñas bonitas como tú, "Todo se les facilita" tienen varios pretendientes que les dan regalos, son consentidas por la familia, no sufren por nada, todo es felicidad, por eso mismo debo ser enérgica contigo "No tienes carácter fuerte" eres muy domable y eso me molesta. Voy hacer un esfuerzo por NO molestarte más.

No me dejó responderle, yo quería agradecerle pero caminó más aprisa alejándose de mí al tiempo que le hablaba el profesor de educación física.

Me sentí FELIZ y tranquila, todo va a cambiar, eso espero de corazón.

Pasaron los días y todo estaba tranquilo entre ella y yo, me llamaron a la dirección y fui asustada, pero era mamá al teléfono.

—No voy a poder ir por ti hija, tu maestra amablemente se ofreció a llevarte a casa porque no te dejé dinero para el taxi, solo quería avisarte.

—Está bien mamá.

—Hija... ¡Te quiero!

Me quede asombrada porque mi maestra me llevaría a casa y porque mi madre me dijo ¡Te quiero! Casi o nunca lo hace.

Sentía nervios de irme con mi maestra y de nuevo me hacía preguntas a mí misma ¿Qué pasará en el camino a casa? yo nunca le he dicho nada a mamá de mi maestra porque ya es el último año y porque en cierta forma entendía a mi corta edad su frustración, la amargura que tenía, no sabía a qué se debía, no es vieja porque tiene 47 años la escuché decir que los cumpliría en febrero y sabiendo que no tendría la dicha de ser bendecida con un hijo y sin tener la compañía de un esposo suponía debía ser feo, triste, que se yo. Camino a casa solo nos acompañó un silencio absoluto, no hay música, no hay plática, no había más ruido que el de mi estómago rugiendo por comida en momentos que me avergonzaban. Al llegar al estacionamiento me bajé y agradecí que me llevara, solo me respondió muy seria como ella es.




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