Alizee.
Al llegar a casa lo primero que hice fue escurrir mi cabello en el jardín delantero. Había tenido que regresar caminando bajo la lluvia ya que esta no daba signos de querer detenerse. Si hubiera esperado más, me habría tocado regresar de noche con esa lluvia, con posibilidades muy altas de poder enfermarme, y, de momento no quería eso.
Cuando entré a la casa, no habían señales de vida de mi tía. Gracias al cielo, así no me regañaría por entrar goteando a la casa.
Al llegar a mi habitación lo primero que hice fue darme un baño con agua caliente, cuando me puse el pijama bajé a la cocina a hacerme un té. Lo caliente siempre combatía la gripe, y yo no quería obtener una.
—¿Qué haces aquí? —pregunta mi tía al entrar a la cocina.
—Vivo aquí —me encogí de hombros—. ¿Y tú? —pregunto con sarcasmo.
Voltea los ojos.
—Que chistosa —sonríe sin gracia.
—En lugar de hacer preguntas tontas, mejor podrías ahorrártelas —respondo mientras busco la comida de Ruky.
Su única respuesta es un bufido. A veces pareciera que se comportara como una adolescente de 15 años, la manera en que dice cosas o responde, son actitudes de adolescentes inmaduros.
—Tú gato se hizo popó en mis zapatos —comenta luego de unos segundos.
Suelto una carcajada.
—¿Y qué quieres que haga? —pregunto mirándola con una ceja enarcada.
—Tuve que botarlos, eran de mis favoritos —inquiere como niña chiquita, yo ruedo los ojos—. Me debes un par de zapatos.
—Soñar es muy bonito ¿sabías? Pero intenta soñar cosas más posibles, que se puedan cumplir —tomo la comida de Ruky y camino hasta la puerta—. Muchas de mis pinturas has vendido sin mi autorización y del dinero que has recibido no me has dado ni una libra —agrego—. Tómalo de ahí —le guiño un ojo y sigo con mi camino.
La mayoría de veces la dejaba con la palabra en la boca, aunque esta actitud podría ser vista como mala educación, yo sabía que ella no tenía más nada que decir ante mis comentarios, los cuales, siempre eran verdades.
Verdades que pegaban en su ego dejándola sin alguna respuesta para formular.
Entré a mi habitación y llamé a Ruky para darle de comer, al terminar de hacer esto busqué algunos materiales y los puse en mi escritorio, los necesitaría para mañana. Estaba haciendo una pintura y todavía me faltaban algunos otros, mañana los compraría.
Mi habitación no era muy grande, era de un tamaño promedio que me permitía tener mis muebles sin estar incomoda. Tenía una cama doble, algunos unos cuadros colgados, de mi autoría claramente. Un escritorio con pinturas y utensilios de arte. Dos cómodas, en una tenía ropa y en la otra, lienzos, bastidores y otros instrumentos más de pintura. Sobre mi cama, había una estantería con libros. Algunos sobre pintura, otros de literatura. No leía mucho, solo sentía cierta afición por ellos, pero sin duda, la pintura y el escuchar música consumirían más de mi tiempo y vida.
Tenía otra estantería donde descansaban discos de música, me gustaba coleccionarlos. Eran pocos, pero tenían una gran parte de mí.
Había una puerta que daba entrada al baño, no era lujoso ni tenía tina, pero yo estaba feliz y conforme con él.
Me acomodé en la cama y me dejé envolver por el sueño, había sido un día pesado y dormir era un buen antídoto para dejar la mente en blanco y olvidar un poco, a menos que recuerdos se manifestaran en los sueños.
🌩️
Cuando me desperté agradecí al cielo por no haber tenido pesadillas, estas no eran muy constantes, pero por lo general cuando lloraba y tenía recuerdos dolorosos, terminaba soñando con ellos.
Me alisté como solía hacerlo cada mañana, no llevaba una súper rutina, la básica y sencilla. Terminé de amarrarme los cordones y tomé la mochila con las cosas que necesitaba llevar.
Bajé rápidamente y me dirigí a salir, no desayunaría ese día, no tenía hambre ni ganas de convivir con mi tía desde muy temprano. Me asomé al salón y la divisé.
—Me iré sin desayunar —anuncié llamando su atención.
Alzó la vista del celular y respondió.
—Mejor, más comida.
Rodé los ojos y salí de aquella casa.
Solía ir caminando hasta la galería, no quedaba muy lejos y así aprovechaba para hacer algo de ejercicio.
Hay que ser recursivos.
🌩️
Al llegar Jeyson, el guardia que estaba en la entrada, como de costumbre tomó mis datos. Había que hacer esto cada vez que se entraba y se salía, pues en el lugar había cosas de gran valor e importantes, simplemente era rutina.
—Hola Liz —me saludó Jane.
Me había empezado a llamar Liz, era un diminutivo de mi nombre, lo cual demostraba que en ningún momento le mentí a Jacque respecto a mi nombre.
Me quito los audífonos para responderle.
—Hola Jane, ¿Qué tal todo hoy? —pregunto para no verme tan descortés al no devolverle la gran sonrisa que ella me brinda.
—Muy bien ¿y tú qué tal?
—Bien. ¿Sabes si el señor Ross ya llegó? —pregunto guardando mis audífonos en el bolsillo trasero.
—Creo que aún no, sabes que él llega un poco más tarde.
—Gracias Jane —intento hacer una mueca parecido a una sonrisa, simplemente no me sale.
Agito la mano a manera de despedida y me dirijo a mi lugar de trabajo. Al llegar abro con la llave e ingreso. No era gigante, ni pequeño, tenía un tamaño ideal. Me permitía poder desplazarme, tener mis implementos organizados y varios lienzos en sus bases sin estar acoplados unos con otros.
Saqué los materiales que traía de casa y los puse en el lugar que correspondía. Me gustaba mantener mis cosas organizadas, así era más fácil encontrarlas y era todo de mejor mirar. Tomé mi celular para poner música de fondo y empezar a pintar, pero mientras elegía una canción alguien llamó a la puerta.
Me encaminé hacia esta y la abrí, me encontré con Raymond.
—Buenos días Alizee.
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Editado: 16.07.2021