Alizee.
—Hola —me saluda Jacque, cuando llego a su lado.
—Hola —respondo secamente.
—¿Cómo te va?
—Al parecer tan bien como a ti, no, pero no me quejo —me encojo de hombros.
—Eh, bien —responde confundido.
Me abre la puerta del carro cuando quita la alarma.
—Puedo abrirla sola, no hace falta —digo entrando en el interior.
—Un, gracias habría estado bien —me mira antes de cerrar la puerta.
Cuando entra al carro, hablo.
—No te pedí que la abrieras por mí.
—No hago las cosas porque me las pidas, las hago porque me nacen. No tienes por qué responder eso cada vez que haga algo por ti —habla mientras pone el carro en marcha.
—No quiero que hagas cosas por mí —respondo mirando por la ventana.
—A mí me nace hacerlas. Si tanto te cuesta aceptarlas y no querías estar conmigo no te hubieras ofrecido a venir, porque es lo que haré cada vez que esté contigo. Hacer cosas por ti.
Volteo mi cabeza y lo miro.
—¿Crees que me ofrecería a estar contigo? —ruedo los ojos—. No seas iluso.
Suelta una risa.
—No trates de negarlo. Raymond me dijo que tú te ofreciste a venir conmigo cuando te ha dicho que yo saldría a comprar unas cosas.
Suelto una risa sarcástica.
—¿Enserio te dijo eso? —vuelvo a rodar los ojos—. Vaya Jacque, pensé que eras un poco más listo, pero ya veo que no. Aunque, creo que dejaste de serlo al seguir insistiendo en hablarme y buscarme cuando solo te rechazo.
Lo miro una última vez y devuelvo la vista a la ventana.
—¿Rechazarme? Para que haya rechazo primero debe de haber una propuesta.
—No necesariamente, el rechazo puede ir hacia cualquier cosa. Como en nuestro caso, tú me dijiste tú nombre, sin yo habértelo preguntado. Y yo te respondí eso, que no te le pregunté. Eso, es rechazo.
—Dijiste mi nombre —dice de repente y casi que en un susurro.
—¿Eh? —respondo confundida y volteo a mirarlo.
—Dijiste mi nombre, no lo habías dicho antes —se encoge de hombros.
Ruedo los ojos por milésima vez.
—No es gran cosa, solo es pronunciar 2 sílabas —respondo sin interés.
—Sí, pero creí que jamás lo dirías... —insiste.
—Si vamos a convivir, tengo que hacerlo, así te llamas —digo irritada.
—¿Quieres poner música?
—¿Por? —enarco una ceja.
—Al parecer te gusta la música, quizás quieras poner algo.
No digo nada, solo saco mi celular y lo conecto a la radio, comienza la canción.
Cuando el fondo musical empieza, él suelta una risa que al parecer estuvo reteniendo un buen rato.
—Vaya, primera vez que salimos juntos y ya me estás dedicando canciones —voltea a mirarme.
Yo me encuentro mirando hacia la ventana, no volteo a ver su expresión, pero lo que ha dicho me ha causado algo de gracia. Volteo a verlo y me encuentro con que el me miraba ya.
—Te ilusiona muy fácil Jacque. Me dijiste que pusiera una canción y eso hice —me encojo de hombros—. Y no estamos saliendo, solo vamos a comprar algunas cosas por trabajo.
La canción retoma la letra por lo que no dice nada.
—No sé por qué tengo la leve sospecha y siento muy profundo en mi ser, que la pusiste pensando en mí.
—No sé por qué tengo la leve sospecha —repito sus palabras iniciales—. De que el qué no deja de pensar en mí, eres tú. No seas ridículo Jacque, solo es una canción. Si te lo tomas personal, no es mi problema.
—La pusiste a propósito porque sabes que lo que dice en cierta parte te identifica a ti apartándome.
—Bravo Jacque, entonces reconoces que tú me insistes y yo te aparto.
Respondo mirándolo.
—No es así... —duda al responder.
—¿No? ¿Entonces por qué dudas? Ni siquiera me has mirado al responder.
—Porque voy manejando, tengo que mirar la carretera, lista —responde ahora poniendo su mirada en mí.
—¿Y por qué lo haces ahora? —enarco una ceja y él aparta la mirada—. Igual tú lo has dicho Jacque. "siento muy profundo en mi ser" —cito sus palabras—. ¿Por qué tendrías tú que sentir algo tan profundo en ti, enlazado conmigo?
No me responde nada en unos cortos minutos, habla cuando estaciona el carro.
—No te confundas Alizee, las palabras se las lleva el viento. Lo que diga, solo son eso, palabras. Quizás usé una expresión que tú estás mal interpretando —hace un gesto de desinterés—. Oh, creo que la que se está haciendo ilusiones es otra, creyendo que he puesto mi mundo a girar en torno a ella. Hemos llegado —dice toscamente.
Me bajo del carro sin darle una respuesta o esperar que me siga. Podía haberle respondido indiferentemente en lo que llevábamos de camino, pero no había sonado tan cruda como él me acababa de hablar.
Podía irse muy a la mierda, pero no pensaba dirigirle más la palabra.
Pensar no es tú fuerte Alizee.
Nadie ha pedido tu opinión consciencia, gracias por aparecer cada vez que no te necesito.
Ignorando esa vocecilla interior a pasos rápidos camino hacia los pasillos de pintura, no sin antes tomar una canasta donde meter lo que tomaré. Comienzo a tomar los materiales que necesito con un poco de frustración. Me detengo un momento y respiro. No tengo que molestarme tanto por la respuesta antipática de un idiota. Ese es mi papel aquí, no el de él.
De reojo veo la silueta de Jacque, caminar en mi dirección.
—Alizee, yo... —empieza a hablar esa fastidiosa voz otra vez.
—No me interesa escuchar tus palabras Jacque, así que mejor ahórratelas —lo corto.
Ignoro su presencia y sigo buscando los útiles que necesito. El solo se queda mirándome y sigue cada uno de mis pasos, no me dice más nada en los minutos que sigo tomando materiales.
Al terminar rompo la ley del hielo.
—Ya terminé de escoger lo que necesitaba. ¿Te vas a quedar ahí o te vas a mover a buscar lo que tú necesitas?
#25662 en Novela romántica
#16083 en Otros
#2435 en Humor
musica, drama amor humor, tristeza llanto esperanza amor y perdon
Editado: 16.07.2021