—Adoraba verla mientas observaba la luna sin darse cuenta de que yo estaba allí. La hermosa luz bañaba su rostro, marcando su nariz, sus labios rosados, sus ojos... ¡Oh,sus ojos! Profundos como el océano en los que me perdía cada vez que miraba en su interior...
Su risa cristalina era una de las cualidades que más amaba de ella,tan pura como el tintineo de unas campanillas.
Las veces que me pilló contemplando su angelical rostro me hechaba en cara lo descarado que estaba siendo, yo me reía y ella adquiría un hermoso rubor que acompañaba a su rostro salpicado de pecas... Siempre insistía en que tenía la razón, tan testaruda...
La callaba con un beso cada vez que quería discutir...—Una lágrima comienza a rodar por su mejilla, cayendo y salpicando la lápida cubierta con flores— Lástima que ya no esté aquí, la amaba tanto...