–¿Quién es usted? –interrogó un hombre no muy mayor con aura amenazadora.
Se quitó el saco y la primera en aparecer fue una señora ya mayor, aunque desprendiendo elegancia, me recordaba a mi docente de ofimática, llevaba un saco color negro, una blusa blanca con un bello collar de perlas y su vestido combinaba con todo el conjunto. Qué mujer tan elegante.
El hombre que me trato tan mal apareció como un rayo y jadeando por haber corrido.
–¡Señor este muchacho no es nadie!
Aclaré mi garganta y con un suspiro agarré valor de no sé dónde y dije:
–Señor, yo vine a esta empresa para hacer mis pasantías como secretario, aún soy estudiante y me sería de mucho provecho aprender del movimiento empresarial. –según yo redundé en algo y... ¡Ay! ¡Caray! ¡Si me rechaza, hágalo ya!
–¿No podías explicarme de esa manera? –miró con los ojos más juzgantes al señor que me atendió minutos antes. –De todos modos, –suspiró y miro a su alrededor, luego posó sus ojos en mí. –Ven a mi oficina. Señora Rosell no me pase llamadas y por favor revise si el departamento de contaduría ya tiene listos los balances.
–En un momento se los traigo, señor. –hizo una reverencia y se fue rumbo al elevador.
Mientras llegábamos a su oficina me daba cuenta que los colores negros, grises y blancos contrastan muy bien con él. Su carácter era neutral, no se le veía sonreír mucho y cuando lo saludaban apenas daba a entender sus verdaderas emociones.
No me di cuenta cuando habíamos llegado y con un golpe en la puerta de vidrio que se cerraba regresé a la realidad, temerosa verdad, si me aceptaban no sabría qué cara poner; si una de felicidad o una de preocupación.
–¿Cuál es su nombre? –se sentó en uno de los sillones que tenía en su oficina, de nuevo un color neutral: negro.
–Mi nombre es Luciel. –no dije mi apellido ¡Por qué!
–¿Y su apellido?
–Thompson, señor. –seguía parado en ese lugar que exhalaba terror.
–¿En qué instituto estudia?
–En el Instituto Comercial Delaware.
–¡Oh! Es un instituto muy reconocido. –me miró a los ojos directamente. Parecía que quería provocar temor y lo peor es que lograba su cometido.
–¿Por qué quieres hacer tus pasantías aquí?
–Es un requisito indispensable hacer pasantías para lograr la titulación. Por lo menos tres meses –dije sin pensar y es que escucharlo tantas veces... me lo memoricé. ¡Demonios!
Hizo una mueca que demostraba su desagrado, pero si me rechazaba por lo menos ya tendría experiencia y la próxima lo haría mejor. Pensé.
–Bien. Pasemos a unas cuantas preguntas de su área. ¿Le parece?
Lo único que podía hacer era asentir.
–Dígame ¿Quién fue el inventor de la fotocopiadora?
Esas preguntas son de conocimiento general de la carrera, según recuerdo lo aprendí en primer año de secretariado y su nombre es... ¡No lo sé!
–Pasemos a otra... ¿Quién...
–¡NO! –lo interrumpí ¡Muy mal! ¡Bueno ya dije es para experiencia! –Su nombre es Chester Carlson.
–Bien, dígame los tipos de teclados que hay.
Mi respuesta debía ser rápida. ¡Qué miedo me da este hombre! Que aun teniendo un bello color de ojos hace que me estremezca.
–Son: Qwerty, la variante alemana más conocida es el teclado Qwertz, luego Azerty y Dvorak
–¿Cuál de todas llegó a competir en su momento con el teclado Qwerty?
–Dvorak, señor.
–¿Qué es Outlook?
–Ammm... es... un... programa de gestión de email, permite organizar actividades en la oficina como fijar reuniones y enviar recordatorios automáticamente y guardar correspondencia.
¡Alguien deme un respiro! ¡Me quiero morir! ¡Lo digo de veras!
–Mencione los estilos de fondo en la redacción de cartas que más se manejan.
–Estilo bloque, semibloque y bloque extremo.
–¿Cuál es el que maneja?
–Semibloque.
–Correcto. –No sabía si lo decía como aprobación o para pasar a otro punto. De verdad espero no tener que trabajar con él. Me conformo con el sujeto que huele a cerveza.
–Vaya a recursos humanos y pida que le den una copia del manual de funciones y del reglamento interno.
–Eso quiere decir que... ¡¿Me acepta?! –estuve a punto de abrazarlo, pero por suerte me detuve. Él lo notó y me miró con esos ojos fríos, característica que de ahora en adelante le atribuiría.
–¿Por qué se detuvo?
–Yo... es que... no es correcto ¿No?
Dio un suspiro y cuando abrió la boca pensaba que se arrepentiría.
–Escúcheme. –dijo con imperiosidad. –Lo que espero de mi personal es eficiencia, en su caso necesito que el significado de la palabra se cumpla como tal, porque tenga por seguro que no le daré el certificado que avale su pasantía.
–No se preocupe, señor, prometo que cumpliré todas sus órdenes y desempeñaré mi trabajo eficientemente.
–Bueno, su horario de clases en el mañana o... ¿Me equivoco?
–No.
–Su horario de entrada será después del almuerzo. Estará a cargo de la señora Rosell, mi secretaria. Las muchachas que hicieron sus pasantías aquí siempre le traen obsequios, no dude que le enseñará muy pero muy bien su trabajo. –comenzó a sonreír y hasta eso daba miedo, espero que esa señora sea muy buena persona, me aterra que me griten.