Insomnia

último día (prefacio)

Tw: pueden haber descripciones "fuertes". Si no queréis leerlas debéis saber que "🚩" significa "para la lectura", y "🖤" significa "puedes seguir". Solo tenéis que saltar de uno al otro.

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Si los días anteriores mis ojeras habían sido enormes y notables, ahora mismo era imposible ocultarlas. Anoté en mi cabeza la nueva cuenta de insomnio actualizada: Tres días sin dormir para mí, cuatro para mi madre. Al menos en mi caso, había quedado con Ella en volver a casa antes de lo normal y poder descansar, cosa que hice gustosa porque mamá ya no tenía fuerzas para gritar.

Fui al salón y me senté en el sofá, John también estaba ahí esperando a que papá acabara la cena.

-¿Qué opinas? -preguntó.

-Que deberías independizarte ya. -respondí mientras seguía mirando el aburrido programa que hacían en la tele.

-Jane, hablo en serio, me refiero a mamá.

-¿Qué quieres que opine? No puede dormir y eso hace que tenga delirios.

-No te hagas la tonta, esto es peor que eso. -me quedé callada, él estaba en lo cierto, pero siempre era mejor vivir en una dulce mentira que en una cruda realidad-. Las pastillas que le dimos eran muy fuertes y ni siquiera funcionaron. Sigue despierta.

-¿Qué? -exclamé asombrada-. ¿Qué te hace pensar eso?

-Se lo he preguntado a papá esta mañana. Tú ni te has acordado.

Yo si me había acordado, pero estaba demasiado cansada para preguntar o pronunciar alguna palabra. Mamá podía seguir viva y hablando después de estar años sin dormir, pero yo no podía ni emitir algún sonido solo en tres días sin descansar. Penoso.

-¿Estás seguro de que eran tan fuertes como dices? -cuestioné.

-¿Y tú estás acaso, menospreciando mis conocimientos sobre el tema?

-Oh, no, ya sé que con las drogas eres todo un experto. Sigues vivo. -susurré, para que papá no me escuchara.

-Exactamente.

-¿Entonces qué? ¿Le pondrás dos pastillas o algo?

-Lo he estado pensando, pero no creo que sea una buena idea.

-¿Por qué? Si una no le funciona, le ponemos dos, y si no tres.

-No funciona así. Que no le haga dormir no quiere decir que la pastilla no esté en su organismo y le haga nada.

-Vale, pues dejaremos a mamá morir. -Me costó decirlo. Pero era la verdad.

Mama iba a morir. Me lo repetí varias veces en la cabeza mientras un silencio entre mi hermano y yo se abría paso. Tenía que estar preparada emocionalmente. Mejor era prevenir que curar. Y mejor pedir perdón, que pedir permiso.
Me levanté con las ideas claras y me dirigí a la habitación.

-¿Qué haces? -preguntó John antes de que saliera del salón.

-¿Tú qué crees?

Me miró unos momentos fijamente, analizando la situación, pero no dijo nada, y eso para mí fue el visto bueno. Él estaba de acuerdo. Había más posibilidades de que ella muriera por aquella extraña enfermedad que por unas pastillas. Busqué entre mis cajones e intenté recordar donde las había dejado el día anterior. Solía ser muy organizada, menos claro cuando estaba estresada. Y que otra cosa peor para el estrés que dar unas pastillas que has conseguido ilegalmente, a tu madre que está enferma, a la cual no le han recetado tales pastillas, y sin pedir permiso o decírselo. Al final, para mi suerte las encontré bajo el colchón de mi cama, junto a varias cosas que debía haber guardado. Por mucho que alguien hubiera buscado, a nadie se le ocurría nunca buscar ahí. Era -como yo decía de pequeña- "el escondite supremo", y hasta el momento me había funcionado. Así que, ¿Por qué no meter también unas pastillas?. Abrí la pequeña caja blanca y roja y cogí dos. Me quedé mirando un rato, y lo decidí. Quizás dos no fueran suficientes. Así que, sin pensarlo, saqué la tercera. Salí despacio de la habitación, con las tres en mi bolsillo derecho. Y poco después estuve en la cocina.

Mi padre trabajaba en hacer unas hamburguesas y un salteado de verduras. Sus ojos se cerraban y tenía incluso, más ojeras que yo. Aprovecharme de aquello estaba mal, pero era la mejor opción.

-Papá. -dije-. No te ves bien, ¿has dormido algo? Puedo encargarme yo, no me costaría nada.

-¿Estás segura?

-¡Sí! ¡Claro! -respondí-. Además, quiero ver que tal está mama, así le llevo la cena yo directamente.

Definitivamente aquello estaba saliendo mejor de lo planeado. Era como si el universo se hubiera alineado a mi favor. No obstante yo, no creía en esas cosas. La causa de esto y más era de lo mismo: La enfermedad de mi madre.

-Bien, me voy al salón. -contestó con una sonrisa. Se notaba que estaba feliz de no tener que seguir con la cena, y descansar-. Intenta no quemar la casa.

-Lo intentaré. -exclamé con ironía.

Él me sonrió y salió de la cocina. Esperé unos segundos hasta que estuve segura de que no volvería. Sus pasos ya no se escuchaban, pero sí había oído el sofá rechinar ante su peso. Una vez se sentara, basándome en su cansancio, o se dormiría o no podría volver a levantarse.
Rápidamente abrí todos los cajones, ansiosa, buscando el pequeño mortero que mi hermano había usado el día anterior para moler la pequeña pastilla. Al final lo encontré escondido entre el microondas y la pared. John podría habérmelo dicho, en lugar de haberme dejado hacer tal estropicio en la cocina. Resoplé mientras ponía las tres pastillas y las machacaba con fuerza, pero también con cuidado, dentro del mortero. Estaban muy duras, y me planteé poner un poco de agua, esperando que se ablandaran, pero la idea era muy mala, quizás eran como el jabón: Se activaran en el mortero al poner agua y no en el cuerpo de mamá.
Cuando ya iba a comenzar a sudar del esfuerzo, las tres se rompieron y poco a poco costó menos, hasta que fueron un fino polvo llenando el reducido espacio del mortero negro. Igualmente, seguí apretando. Cuanto más pequeños fueran los trozos, más sencillo sería que se disolvieran. Metí el polvo con cuidado en el vaso de mama, guiándolo con una pequeña cuchara, mientras estaba atenta a que la carne no se quemara, algo que ya parecía bastante difícil. No tardé en acabar y sonreí para mis adentros.
El agua parecía normal, trasparente y perfecta, limpia e inocente. Pero no lo era. Y la carne junto a la verdura tenía buena pinta, aunque me hubiera pasado un poco.
Puse todo en sus respectivos platos, y guardé de nuevo el mortero para que mi padre no lo viera.



#4134 en Joven Adulto

En el texto hay: muertes, amor, triangulos amorosos

Editado: 10.12.2021

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