—¿No me hablarás nunca sobre... ese beso...?
Gulf se estremeció. Pensó que era una suerte que estuviera sentado en el suelo- y no parado- con su espalda apoyada en el respaldo de la cama de Mew. No se animó a mirar a Mew pero sentía claramente su respiración cerca.
" Demasiado cerca...", pensó Gulf.
Se mordió el labio y no respondió.
—Tomaré ese silencio como un no...
Gulf siguió sin decir nada.
—Y tomaré ese silencio...— continuó Mew— como una forma de decirme que estás arrepentido de haberme besado...
La voz de Mew se quebró en la última palabra. Lo que hizo que Gulf lo mirara girando su cuerpo entero hacia él en un solo movimiento intempestivo.
¡ Claro que no se arrepentía de haberlo besado! Había sido el beso más dulce de toda su vida, aún cuando pertenecían a mundos diferentes. ¿Cómo explicarle a ese tembloroso y agitado Mew que ahora miraba fijamente su boca que no había manera alguna de que estuvieran juntos? ¿Por dónde empezar a explicar ...?¿Por las diferencias de clase, la pobreza de uno- casi indigencia- y la riqueza del otro? ¿ Por la homofobia del padre de Mew o de la madre de Gulf? ¿Cómo explicar lo que no se puede explicar, lo que visiblemente no fue bendecido desde el Cielo?
Gulf se sorprendió de ese último pensamiento. ¿Por qué pensaba ahora en el Cielo? Quizás porque inconscientemente tenía grabado a fuego lo que una vez una monja de la parroquia del barrio le había dicho: " Dios no ama a los gays..."
Gulf suspiró y volvió su vista hacia la dirección contraria. Se alejó de Mew un par de centímetros y volvió a morderse el labio. Mew siguió la mirada de Gulf y notó que estaba posada en una de sus pelotas de fútbol.
—¿Te gusta...?— la voz de Mew volvía a sonar temblorosa. Carraspeó y continuó— Te la regalo, ¡es tuya! Es oficial...
"Es oficial...", repitió Gulf en su mente, "ésa es su manera de decirme que es cara..."
—No, gracias. Pelotas de fútbol es lo que sobra en mi casa...
Mew pensó que lo había ofendido de alguna manera. No se rindió y volvió a acercarse y a buscar su mirada.
—Está bien si no quieres hablar de nuestro beso... —Ese "nuestro" estremeció a Gulf hasta lo más profundo de su ser—Pero por favor,— continuó Mew— no me niegues tu amistad.
Gulf tragó saliva y lo miró.
—Mew...
— ¿Acaso tampoco me quieres como amigo?— la voz de Mew acabó por quebrarse otra vez.
Gulf no lo soportó más. Se olvidó de las diferencias y de los odios . Se olvidó del mundo entero. Y buscando con ansia y con desesperación la boca de Mew, lo besó con el alma.
—Dime que no es un beso de despedida. Dime que éste no será nuestro último beso...—más que un ruego, las palabras de Mew sonaban como una urgida plegaria.
— No, no será nuestro último beso...— confirmó Gulf— Nunca habrán despedidas entre tú y yo. ¡Lo prometo!