"Hay amores tan bellos que justifican todas las locuras que hacen cometer”
—Plutarco.
Todo tiene un inicio, y el nuestro comenzó cuando me enamoré de mi mejor amiga, pero preferí alejarme que confesarle lo que sentía.
Y opté por escribirle intentos de poemas en forma anónima. Y es que a la distancia no dejaba de verla, conocía todo de Alessia, desde sus libros favoritos hasta el tipo de comida que le gustaba. Sabía más de ella que Violet, ya que fue su amistad luego de que me alejé. Incluso podría decir que ella me conoce mejor que yo mismo, pero aun así ella no imaginó que sería yo su intento de poeta.
—¿Cómo lo supiste? —pregunté sin llegar a mirarla.
—El último poema, cuando nos topamos en el pasillo. Salí y te vi, no podía creer que todo este tiempo fuiste tú. Aun así no te dije nada y me volví a esconder, y esperé hasta el momento idóneo para salir, entonces reaccionaste como imaginé y preferí seguirte el juego.
—Qué estúpido soy —dije mirándola. Alessia se quitó la máscara y me miró. Yo no podía quitarme la mía, no podía dejar que me viera.
—¿Por qué te fuiste aquella vez, Lucas?, y de ahí no volviste hablarme... ¿Por qué hoy te ibas a ir otra vez al verme? —preguntó y sus ojos brillaron, no quería ser el causante de sus lágrimas. Odiaría eso.
—Porque te amo, Alessia Back, y sé que amarte en ese momento estaba traicionado nuestra amistad. Pero no sé en qué momento pasó que ya no te veía como mi mejor amiga, te amaba más allá, y solo quería ser el único que te hiciera sentir feliz.
—Lucas...
—Por eso me fui y decidí convertirme en tu intento de poeta. Te escribí cada letra con la esperanza de que me amaras como lo hago yo. Y quiero entregarte el último —dije dándole el empaque y la carta.
Ella lo abrió y sus ojos se llenaron de lágrimas. Yo también cargaba ese nudo en mi garganta, porque no sabía lo que el destino tenía preparado para ambos.
—Es mi libro favorito, lo has comprado para mí —dijo abrazándolo. Fue el libro que aquel día pensaba regarle. Y hoy pude hacerlo. Ella tomó la hoja y la leyó con cuidado.
Mis manos sudaban, mi cuello picaba por la ansiedad que tenía. Alessia terminó de leer y alzó la mirada, no sabía qué descifrar en sus ojos. Ambos estábamos llenos de emociones.
—Lucas Alack, mi Romeo, hoy no has muerto en el intento.
Sonreí a través de la máscara. Ella volvió a colocarse su máscara, tomó la carta y la guardó en su pequeño bolso; el libro sí que no entraba y lo dejó en su mano.
—Soy tu musa, tu inspiración para escribir poemas. Fuimos mejores amigos desde niños y hoy acepto ser tu novia con la luna de testigo —dijo Alessia tomando mis manos.
Pasé de nervios a quedarme paralizado por completo cuando la escuché. No sabía si bromeaba, o de verdad lo decía en serio.
—Tú nunca viste mis ojos cuando te miraba, nunca notaste mis sonrisas cuando te veía. Y es que solo entendía los poemas de amor porque estaba enamorada. Ese día te fuiste y no supe qué error había cometido, pero aun así no te juzgué y te di el espacio que pedías. Pero hoy no te dejo ir, quiero que seas mi intento de poeta, para yo ser la musa de tu amor.
El destino me estaba dando una segunda oportunidad, una que no pensaba rechazar. Mi amor era correspondido por ti. Desde el primer intento de poema logré descifrar lo que te hice sentir.
Vi reflejada la tristeza en tus trenzas.
La alegría en tu suéter favorito.
Un error abarcó un sinfín de emociones.
El girasol se opacó ante tu resplandor.
Y cómo olvidar que el rojo es el significado del amor.
Quería tomar una hoja y escribir una nueva historia donde ambos somos los locos protagonistas enamorados. Donde tú seas mi Julieta y yo tu Romeo enamorado, cambiando el destino de una vieja historia.