Alisha estaba cansada de permanecer por tanto tiempo sentada en el asiento trasero del auto, no importaba cuanto se moviera en busca de la comodidad, el asiento siempre estaba incómodo, y no creía que Vincent —el chofer de su padre— le importara detener el auto para estirar las piernas, ya que si así fuera seria la quinta vez y eso porque ella se lo suplico.
¿Por qué el internado tenía que quedar tan lejos? O mejor aún ¿por qué ella tenía que ir al internado de su antipático padre?, la posible causa de eso sería su pequeña timidez, a pesar de tener diecisiete y haber asistido a una gran escuela, no había hecho ningún amigo, prefería dibujar que entablar conversación con otros, y los trabajos escolares lo hacía individual —o al menos la mayor parte—; desde pequeña le costaba hablar con otras personas, y no era que no hablara, solo que se le dificultaba un poco más; cuando los demás la veían atentamente era lo peor, esas miradas inquisidoras estudiando cada gesto, como esperando que algo pasara. Que sorpresa se llevó, cuando sus padres le dijeron que los dos últimos años escolar lo iba a pasar United Brotherhood, el internado de su familia, pero fue mayor su sorpresa, que el que propuso eso haya sido su padre, posiblemente sea la persona que menos ha visto en su vida, siempre la había ignorado por ser mujer. Oh si, su padre parecía una especie de machista con ella por su género, y no solo su padre, si no los Diesel como tal. Según él, era para que ella aprendiera a superar sus miedos, pero como se supone que alguien supere una simple timidez en un internado exclusivo para chicos desde hace 300 años, sería la primera y única chica en todo ese lugar, y peor aún, todos la verían como un bicho raro.
Ese internado ha permanecido por su familia desde que lo crearon en el bosque más oscuro y frio de toda Dakota del Norte; desde que lo fundaron ha sido estrictamente para chicos de clase rica para un mayor privilegio, y muchos son jóvenes extranjeros. Quizás la razón de que ese lugar sea solo para chicos tenga que ver con los antepasados Diesel que eran estúpidamente machistas, y no creían que las mujeres podrían aprender, o tal vez pueda ser porque en la familia siempre han sido varones, no importaba con quien se casasen o cuántos hijos tengan, por alguna extraña razón siempre nacen varones, pero después de cientos y cientos de años Alisha rompió eso al nacer, lo cual sorprendió a toda la familia Diesel, que al principio la vieron como a un mal augurio, pero con el tiempo se les paso esa manía con ella —ignorándola—, aunque la joven no entendía porque todos sus antepasados han sido varones y ella no, en especial porque su padre buscó desesperadamente que su esposa saliera embarazada de nuevo, utilizando varios métodos y gastando una fortuna, pero nada, y eso que según los médicos el nivel de fertilidad de ambos es alto. Haciendo que todo resulte más raro e inexplicable.
La joven ya cansada acomodaba su espalda al espaldar del asiento, eso era lo molesto de los viajes largos, California quedaba poco más de un día de Dakota del Norte, su espalda y piernas ya lo estaban sintiendo, era aburrido, y su cuerpo se adormecía y dolía.
Fijaba los ojos al espejo retrovisor para poder ver a Vincent, si hay algo que lo frustre era verlo mientras conducía, ella quería que se detuviera por un momento para comprar algo de comer, el estómago empezaba a rugir, lo último que comió fue una hamburguesa, hace unas 3 horas; tenía que digerir algo si no quería que sus tripas se terminaran devorando entre sí.
Vincent la miro desde el espejo con cara de pocos amigos. O más bien de ninguno.
— No me voy a detener para que estires tus piernas. Hazte la idea —dijo con su voz ronca y volvió a ver por el camino.
— No quiero estirar mis piernas —dijo rápidamente mientras se inclinaba hacia adelante, aunque también quería hacer eso—. Tengo hambre, necesito comer Vincent.
— Espera al internado —su voz sonó más cortante que de costumbre.
— Es en serio. ¿Podríamos para en la próxima cafetería?... Por favor —suplico.
Dio un fuerte suspiro.
— Va hacer la última parada —acelero su paso de mala gana. Se notaba que también estaba cansado de manejar por tantas horas consecutivas.
— Gracias —musito y se acomodó de nuevo al asiento.
Vincent se estaciono al frente de una cafetería bastante simple y antigua, la joven se bajó del auto antes que él, y espero que él entrara primero. El lugar estaba vacío, a excepción de tres ancianos que estaban sentados en una mesa hablando entre ellos, aparentemente de política. El chofer y ella se acercaron a una Sra. que estaba en el otro lado de la barra, en el mostrador había más que todo tortas, donald y pretzel, la chica le hizo un movimiento a Vincent con la mano para comprar los pretzel, no le entusiasmaba las tortas o las donalds.
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Editado: 30.04.2019