Internado Lordwest

Capítulo 1: Un nuevo comienzo.

Había llegado el día en el cual todo, todo en mi vida, iba a cambiar, a dar un gran giro. Mi madre no estaba del todo de acuerdo con mi decisión, mi padre me apoyaba. Él siempre me había dicho que lo que quería hacer, era lo que debía hacer, que confiara en mis sentidos, y que nunca desconfiara de mi. Charles y Amelia Wallace. Mis padres, personas maravillosas que perdieron a una de sus hijas, y que ahora pierden a la menor cuando ella decide internarse en el internado donde su hermana decidió quitarse la vida. 

Si por mi madre fuera yo me quedaría en casa, a punto de comenzar mi penúltimo año de escuela, mientras ellos me mantenían vigilada. Pero, ahí estaba mi padre. Mi padre también quería saberlo, así que me dio un año para averiguarlo. Si, solo mi penúltimo año, a menos que yo quisiera quedarme.

---No te vayas, Kate.---Pidió mi madre, en un susurro, intentando que mi padre no la escuchara.---Aún estás a tiempo para inscribirte en tu otra escuela.---Negué con la cabeza.

---Mamá, ya tomé una decisión, y mi padre me apoya. ¿Por qué, simplemente, no puedes hacerlo tú también?---Ella negó con la cabeza, y lágrimas aboraron a sus ojos verdes. 

Mi hermana se había parecido demasiado a mi madre, cabellos rubios, ojos verdes y un cuerpo delgado. Ambas eran absolutamente hermosas, aquello era innegable. Yo también me parecía mucho a ellas, y para mi madre yo era el recuerdo de que tuvo otra hija, porque ambas éramos muy parecidas. La única diferencia es que mi hermana era exageradamente bajita y esbelta. Yo era algo larguirucha y delgada. 

---Por favor, hija. Eres lo único que me queda.---Suplicó, pero yo negué con la cabeza. 

Mi madre era algo... manipuladora. Quería todo bajo su control. Básicamente, cuando mi hermana se fue de nuestra casa (por sus malas notas y problemas en el colegio, decisión de papá), mi madre enloqueció. Se quejaba de tener una hija revelde que solo hacía lo que le placía, que se alegraba de haber tenido una hija como yo y no dos como Kiara. Cuando le conté aquello a Kiara, ella no pudo evitar llorar, mas que nada cuando mi madre se lo dijo mirándola a los ojos. No era fácil, y no había sido fácil el que mi madre aceptara que Kiara estaba fuera de sus manos. 

Si, Kiara nunca había sido perfecta, pero era una gran persona, era inteligente, hermosa y... era ella, mi hermana mayor. Yo la amé, la amo y la amaré. Porque, a pesar de que no se encuentre con nosotros... ella fue mi apoyo incondicional, junto con Andy y Cam, claro.

---Basta, mamá. Tengo demasiadas razones para ir.---Ella me miró, y sus ojos habían pasado de tristeza a ira cuando terminé la frase. No pude evitar asustarme.

---¿Y no tienes ninguna para quedarte?---Asentí.

---Las tengo, pero son mas las razones para irme que para quedarme. Lo siento, mamá, pero no quiero perder mi tren.---Iba a pasar por su lado, pero ella me impidió el paso.---Mamá, por favor. Tienes que comprender que tengo que salir de aquí algún día, y el día acaba de llegar.---Sus ojos volvieron a cambiar, de la ira a la tristeza, y aquello me hizo sentir lástima. Mi madre, simplemente, no quería quedarse sola.

---Pero ese día llegó demasiado pronto, hija.---Su labio inferior tembló. 

---Por favor, mamá, te prometo que te llamaré todos los días. Pero ahora debo irme.---Deben preguntarse, mi madre sufría de bipolaridad, y ahora, de nuevo, estaba histérica. 

---Amelia.---La voz de mi papá sonó como un rugido, hasta a mi me hizo temblar, y no era mi nombre el que había dicho.---Kate va a perder el tren, debemos irnos.---Ella me fulminó con la mirada, para luego voltear y ver a mi padre.

---Ustedes irán, yo me quedo. No quiero ver como esta...---Buscó la palabra, y cuando la encontró la descargó con tanto veneno hacia mi que hizo que me encogiera.---...niña se marche.---Terminó de decir, para luego dirigirse a su habitación.

Mis ojos se llenaron de lágrimas, pero me las limpié para que no dañara mi maquillaje. Mi padre me miró, preocupado, pero yo solo negué con la cabeza. 

---Estoy bien.---Dije, para luego acomodar mi blazer y cola de caballo perfectamente arreglada.

Suspiré, era hora de marcharse. Miré toda mi casa, mientras bajaba las escaleras, e intenté aprendérmela de memoria para que cuando la extrañara pudiera visualizarla en el internado. Le grité a mi madre que ya me marchaba, y lo único que pude recibir fue un alarido de su parte. Terminé de bajar las escaleras y recordé.

Kiara y yo apenas teníamos, ella 10 y yo 9, y habíamos comenzado a jugar quién atrapaba a la otra, y me estaba persiguiendo por toda la casa. Había corrido bajando las escaleras, cuando me tropecé. Mi madre le gritó a mi hermana, pero yo me puse en pie y le dije que había sido mi culpa, ya que no me había atado los cordones de mis zapatos. Mi madre no dijo nada, y se marchó. Mi hermana me abrazó y susurró en mi oído:---Gracias por defenderme, hermanita.---Le devolví el abrazo y sonreí.

Sonreí ante el recuerdo. Siempre habíamos estado la una para la otra, siempre habíamos estado unidas. Obviamente peleábamos y teníamos nuestros desacuerdos, éramos polos opuestos. Pero, al fin y al cabo, nuestro título ni sangre de hermanas iba a acabarse por una simple pelea.



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En el texto hay: investigar, romance, suicidio

Editado: 31.03.2019

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