Todo comenzó por una petición de su parte, una en la que también iba incluido algo que también deseaba: Tiempo juntos. Dudé por mucho tiempo, pero finalmente llegó el día en el que terminé convenciéndome y cayendo en sus encantos, sin saber que estos me llevarían a aquella casa de campo a las afueras de la ciudad, donde viviría la peor pesadilla que jamás tuve.
Pasaron las horas y él no aparecía, cosa que me debió hacer sospechar. Pero aunque quisiera escapar entonces, ya era demasiado tarde.
No sé en qué momento caí dormida en el sillón frente a la puerta principal, lo que sí sé, es que al abrir los ojos había una persona detrás de la puerta quien intentaba abrir con movimientos precisos y casi inaudibles. Su sombra reflejada en el costado de la casa mostraba a alguien encapuchado de cuclillas frente a la puerta. Supuse que era una broma suya, de Max, por fin haciendo acto de presencia; pero cuando me paré a abrirle, entonces me llegó un mensaje.
"¡¡Lena, sal de ahí!! Yo no te he enviado ninguno de esos mensajes. No sé qué es lo que está ocurriendo en verdad, ¡pero escapa de allí!". Max
Es entonces cuando levanté la vista entendiendo mi situación, comprendiendo que la persona que se encontraba del otro lado de la puerta había sido quien me llevó allí, y sospechaba de sus motivos. Aún así, si no los hubiera tenido claros, me los confirmaría el arma en su mano, la que parecía que usaría en ese momento donde me miraba a los ojos provocándome un escalofrío que me recorría todo el cuerpo, sintiendo las manos heladas y el presentimiento de que pronto todo mi cuerpo estaría igual.