―¿En serio vamos a seguir viendo a esos chicos? Incluso yo puedo notar como el chico de rizos y ojos verdes, está enamorado del castaño de ojos azules.— Eddy rodó los ojos.
Llevábamos un par de horas mirando películas y videos acostados en mi cama. Vimos alguna comedia romántica y una de terror mientras cenábamos, pero finalmente decidí mostrarle algunos videos de la que fue mi banda favorita. Después de haberlos imitado cuando se probó la ropa, comenzó a hacer preguntas, pues él jamás había visto que una niña o señorita tuviera fotos así en su habitación.
—¡Tú me pediste información sobre ellos!— reí, sabía que no estaba realmente enfadado.
—Lo sé, pero aun no me acostumbro a ver que las personas del mismo sexo muestran su amor.— Hizo una mueca.
—Es normal, hay gente de esta época que aún no lo asimila. Pero contigo es más comprensible— sonreí, a pesar de eso él se mostró muy comprensivo. Y en ningún momento hizo algún comentario negativo o despectivo. —Podemos ver otra película, si quieres y puedo traer más comida.— Él negó.
—No, no, ya no más gracias— rio.
—¿Te has enamorado alguna vez o como puedes notar que se aman en secreto?— Se me ocurrió preguntarle antes de levantarme de mi lugar y empezar a recoger el desastre de platos y vasos vacíos. Él me miró durante unos segundos antes de responder, aunque estaba segura que no me miraba a mí, sino más bien estaba recordando algo.
—Hmm, tal vez. Hubo una chica que era dos años menor, fue cuando yo tenía dieciocho años, nunca formalizamos nada realmente aunque mis padres decían que ella buena para mí. Era una chiquilla muy educada, de una familia muy recatada y adinerada de Puerto Plata, mi padre era socio de su padre. Es muy bella, de hecho, solo que ahora que es todo una mujer elegante y amante de las joyas no quiso seguir conmigo, yo aún no tengo un trabajo formal y mi padre no gana el suficiente dinero como para que yo pudiera cumplirle sus caprichos— sonrió, para tratar de ocultar que eso no le dolía, pero su tono de voz lo delataba.
—Vaya, eso de los prejuicios siempre ha sido lo mismo. No me sorprende.— Me encogí de hombros, acercándome a la puerta de la habitación. Necesitaba bajar las cosas que utilizamos.
—Alice lo era todo para mí.— Sus ojos comenzaron a cristalizarse. No supe si dejar todo y darle un pequeño abrazo, pero en seguida agregó. —Pero ya no importa, ella esta con un hombre que es como ella y bueno, yo estoy en el año 2020— rio amargamente.
—No te preocupes, seguramente cuando estés viajando por todo el mundo, encuentrarás el amor. El mundo es una caja de sorpresas ¡Viajaste en el tiempo!— Ambos reímos y salí de la habitación, dejándolo con sus pensamientos.
—¿Dónde estuviste toda la tarde?— la pregunta de mamá me sorprendió apenas puse un pie en la cocina.
—Salí con Valery— mentí. Contarle la verdad no sonaba como la verdad.
—¿Ah, sí?— Mamá frunció el ceño, sin creerme. —¿No habrás salido con ese chico que nos habías contando?— Enarcó una ceja, cruzándose de brazos.
—¡No-no! Fui con ella al centro comercial, ella necesitaba comprar algo, un regalo para su novio.
—Oh— sonó un poco desanimada. Algo me decía que no le desagradaba la idea de que saliera con un chico. Lo ignoré y continué con mi objetivo de principal: Lavar los platos. —¿Has estado comiendo en tu habitación?— No dejaba de observarme mientras lavaba todos los platos y los guardaba en la alacena.
—Sí, bueno solo cuando tengo mucha tarea llevo comida para allá— volví a mentir.
—Eso explica porque he notado que hay menos platos en mi cocina— bromeó. Pero entré en pánico, era verdad la mayoría de estos deberían estar en la habitación de Eddy. Tendría que traerlos pronto antes de que sospeche algo más.
—Los traeré pronto— sonreí, dispuesta a volver rápidamente con Eddy. Sin embargo, ahora papá se atravesó en mi camino.
—¡Dinah hija! hace días no te veía— bromeó exageradamente. A lo que yo rodé lo ojos. —Qué grosera eres, pero bueno, ¿Recuerdas que tu tía Kate ya está en Sunland?— preguntó, hablando con supuesto misterio.
No era ya un misterio que la tía Kate estaba internada en un hospital psiquiátrico desde que tuvimos noticias de ella. Ese día papá volvió pero sin ella, pues efectivamente se había embarcado en un crucero, donde viajó un par de meses por distintos países, pero cuando estaban por volver hacia la isla, los trabajadores del barco, en especial los de limpieza, notaban extrañas conductas en su habitación, dejaba toda su ropa regada por el suelo y estos la veían haciendo el desastre y hablando con alguien. Lo realmente extraño es que ella viajaba sola y después de hacer el desastre no recordaba haberlo hecho. La tripulación se cansó y en parte se asustó de su actitud y en cuanto desembarcaron en Sunland la entregaron a las autoridades correspondientes.
A mí me pareció un tanto exagerado meterla directamente al hospital, pero dado los antecedentes de mi abuelo, tenía que estar bajo observación.
Volvieron a omitir la enfermedad del abuelo y la posible enfermedad de mi tía. Y sólo me contaron eso, esperando que fuese todo un error y ella saliera pronto. Jamás volvimos a tocar el tema, hasta hace unos momentos.
—En unos días vendrá a casa— papá avisó.