Invierno Cruel

C A P Í T U L O 1 1


TAN DESPRECIABLE Y RETORCIDO

 

- JOYCE -

 

Luego de lo que ocurrió hace dos días, decidí que sería mejor no contarle a Sam lo pasado en la enfermería, de esa manera, se quedaría con su versión de ella y no cambiaría nada.

Dos días desde que Muriel se lanzó de los muros hacia el exterior. Dos días desde que esos hombres se fueron. Dos días desde que quitaron el colchón y volví a la soledad en mi habitación.

Estaba sentada en la cama de Sam con él recostado a mi lado, inmóvil desde que se quedó dormido. Acariciaba su cabello despacio mientras mi corazón se estrujaba de pena. Estos días se había mantenido muy callado; seguramente extrañaba sus viejas y absurdas peleas con Muriel... o solo saber que estaría aquí, igual que yo.

Baje de la cama y salí de la habitación sin hacer mucho ruido. Afuera Lambert esperaba recargado en la pared.

—¿Cómo sigue? —preguntó

—Mejor que el primer día —respondí —. Sólo necesita descansar.

Metí las manos en los bolsillos de la chaqueta y me apoyé sobre el hombro a su lado.

—Creí que te irías con el teniente y sus hombres.

—Iba a hacerlo —dijo —. Pero tengo un asunto pendiente por resolver.

Tomó aire y formuló otra pregunta:

—¿Dónde piensas quedarte?

—Me instalaron en la oficina de Barrowman, nos hay mucho que hacer, pero el sofá es bastante cómodo para ser honestos.

De pronto, un instructor apareció al inicio del pasillo. Se dirigió a nosotros, le susurró algo a Lambert y dio media vuelta de regreso.

—Hablamos después —comentó y siguió al instructor hasta que lo vi desaparecer a la vuelta del pasillo.

Me alejé de la pared, yendo hacia mi dormitorio. Casi a mitad del camino, mis ojos se detuvieron en la habitación de Muriel. Frené en seco, quedándome parada frente a la puerta, observando la madera oscura que la componía.

Siempre me había provocado curiosidad su cuarto, la mayoría del tiempo nos reuníamos para conversar en el patio, mi habitación o la de Sam, pero nunca en la de ella; tal vez era por eso se inventaba excusas para que eligiéramos otro lugar.

Estuve mirando un rato más y luego tomé valor para abrirla.

Dentro, todo estaba muy oscuro, a pesar de ser las cuatro de la tarde. Fui hasta la ventana y corrí las persianas. Un poco de luz llenó la habitación y la oscuridad únicamente se concentró en las esquinas y debajo de la cama.

Analizando el lugar, la cantidad de orden me inquietaba un poco. Revisé sus cajones, buscando algo que pudiera darme una nueva pista o entender mejor lo sucedido, pero no había nada más que ropa; ni siquiera en el cajón de la mesita de noche, donde solo estaba su regalo de cumpleaños que guarde ahí antes de que nos llevaran a la biblioteca.

Sentí una presión en el pecho al saber que nunca llego a verlo y mucho menos yo llegué a entregárselo.

Cerré el cajón y me agaché para mirar debajo de la cama, nada. Me dirigí a la salida rendida, pero a unos pasos de irme un tablón bajo mi pie derecho crujió y se hundió un poco. Retomé el equilibrio y retrocedí; le di unos golpes con la punta del zapato, generando un eco que me indicó que había un hueco debajo.

Traté de levantar el tablón con las manos sin lograr elevarlo un poco, así que abrí el armario de Muriel y agarré un gancho de metal. Coloqué la curvatura del objeto en el extremo y tiré con fuerza hasta que conseguir retirar la tabla del suelo.

Examine el agujero. Entre todo el polvo y las sombras, había una caja de madera, un rollo de papel enorme, un tubo de metal extraño y una tarjeta postal amarillenta. Alargué la mano, tomando el tubo entre mis manos.

La pieza contaba con una pantalla y un círculo de cristal debajo, tres botones negros en la parte inferior y un orificio en la superior. Era idéntico al que Barrowman había utilizado en Todd para administrarle el tranquilizante.

Presioné el primer botón y la pantalla se encendió al instante. Primero fue totalmente blanca, luego emitió unos sonidos extraños, el fondo blanco se volvió estática y finalmente se pintó de azul mostrando una serie de opciones.
 

Indique dos veces:

1 para Iniciar

2 para Control de Extracción

3 para P.I.

 

Pulse dos veces el primer botón, las letras terminaron por desaparecer y la pantalla se apagó. Esperé unos segundos pero nada ocurrió. Le di unos golpes en la parte trasera del tubo y lo sacudí, aún así la pantalla no se volvió a encender.

—Tal vez se rompió —me dije a mi misma, dejándolo a un lado de mi pierna.

Estiré el brazo y alcancé la tarjeta postal. De lado derecho estaba escrito: 5279 E Butler Ave, Fresno, CA 93727, EUA  junto a una estampilla en la parte superior y del lado izquierdo había una fotografía mostrando una mujer sonriente cargando a una niña pequeña de cabellos dorados, un vestido floreado y zapatos rosados.

Sobre la imagen, con una letra que apenas llegaba a distinguirse, el mensaje llamó mi atención:

"Mamá y Suny te enviamos un beso. Iremos de visita pronto. Te amamos, Todd"

Todd.

Su nombre resonó en mi mente con culpa e impresión. Con la otra mano alcancé la caja de madera, a pesar de ser pequeña, pesaba igual que una pila de libros. La puse al lado del hueco, cubierta por raspaduras y un broche plateado reluciente.

Estuve a punto de abrirla cuando el tubo generó un pitido y la pantalla volvió a encenderse.

Solté la tarjeta para sostenerlo. Lo acerque a mi rostro y el círculo de cristal se tornó azul, después de eso, inmediatamente soltó una luz blanquecina que me privó de la vista por unos segundos. Parpadeé un par de veces hasta recuperar la visibilidad por completo y, cuando regresé la vista hacia la pantalla, una serie de párrafos y números la inundaron, formando una lista de información: mi información.



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En el texto hay: misterio, ficcion juvenil, apocalíptica

Editado: 18.03.2024

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