Aun podía sentir el calor de tu piel y ver el café de tus ojos como brillantes luceros mirándome, incluso escuchar esa hermosa melodía saliendo de tu boca susurrándome un te quiero penetrante.
Podía ver el rosa de tus labios y sentir los rosando los míos sentia todo tan real pero sabía que no era así que no estabas aquí que no estarías mas nunca más, todo había terminado te había visto morir y yo estaba muriendo también.
Lo único real ahora era mi cuerpo sobre la nieve, la sangre emanando de él pintando de un color rojizo los blancos copos de nieve que cubrían como una blanca y pura manta el bosque.
Podía escuchar mis latidos, el rugir de la tierra y el sonido de cada copo estrellándose contra el suelo.
Y de pronto Mi vida, nuestra vida paso frente a mis ojos cada detalle hasta que no hubo nada más, nadie más el silencio de aquel invierno me invadió, y me llevo lentamente hasta la muerte.