Invisible

CAPÍTULO 2: RECUERDOS

CAPÍTULO 2: Recuerdos

Stacy se había ido y yo estaba intentando cumplir nuestra promesa. Entré a la universidad para estudiar literatura. Iba cumpliendo mis sueños poco a poco. La carrera duraba muchos años y siempre llamaba a Stacy para ver cómo estaba. Nos lo pasábamos tan bien como cuando éramos adolescentes. Extrañaba esos momentos, pero ahora esta es mi realidad. Todo iba bien, ya no estaba Lizbeth, entonces no me podían molestar, aunque tal vez había uno o dos tontos que me molestaban, pero no les prestaba atención.

Así pasaron los días, poco a poco, sin darme cuenta. Ya tenía casi 23 años. Como empecé a trabajar hace unos años, me pude comprar una casa e irme de la casa de mis tíos. Ya no tendría que soportar al pesado de Asher. La casa era muy bonita. Era grande. La pinté con mis colores favoritos y le di vida. Sin darme cuenta, había dejado la casa súper bonita. Tenía que hacer todas las tareas de la casa, cocinar, comprar la comida y muchas más cosas. Ahora entiendo por qué mis padres me decían que consiguiera mis cosas por mi cuenta, porque no eran gratis y que cuestan mucho de conseguir, ya que la vida de los adultos es muy difícil.

Os preguntaréis, ¿qué trabajo has conseguido para ganar tanto dinero como para comprarte una casa propia? Bueno, la respuesta es sencilla. Desde que le hice la promesa a Stacy, ¡abrí la tienda de mis padres otra vez! Fue un gran éxito. La gente siempre me decía que el talento lo heredé de mis padres y que gracias por volver a abrir la tienda. Conforme iba ganando y contratando personas para aumentar las ganancias, abrí tiendas en otros países y también fueron un éxito. No me lo podía creer. Solo por cumplir mis sueños y crear 
metas, todo me iba bien, sin pensarlo, o eso pensaba yo.

Cuando cerré la tienda para irme a casa, empezó a chispear. Corrí muy rápido sin ver lo que tenía delante. Como soy muy torpe, me tropecé con un chico que también estaba corriendo por miedo a que lloviera. Nos disculpamos. Después de esa escena, dejó de llover y el chico y yo nos empezamos a reír de la vergüenza. Como yo había manchado al chico de barro por el chispeo, le decidí dar una bolsa de ropa que había llevado para mi primo y tíos. Cogí unas prendas y se las di al desconocido, y este se sorprendió demasiado. Le dije que no se preocupara y que es lo que podía hacer como compensación por haberle manchado sus prendas. Me contestó que si podía recompensármelo de cualquier manera, que se lo dijera. Yo le contesté que podría pasarse por mi tienda de ropa o recomendarla. Mientras le decía eso, cogía el ticket para dárselo. Me sonrió amablemente y me dijo que cuando pudiera, iría a echar un vistazo a la tienda y también la recomendaría.

Después de todos estos largos años y días, me acosté en la cama y solté un gran suspiro de alivio porque estaba logrando mis metas y ya no era más invisible.



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En el texto hay: adolescente, romance, amor

Editado: 22.04.2024

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