Iridiscente

Capítulo 5

Capítulo 5

 

Amada, el aura dice

Tu pura veste blanca…

No te verán mis ojos

¡Mi corazón te aguarda!

 

Amada, el aura dice…, Antonio Machado.

 

 

Tomando una cerveza de la cava de hielo y nos sentamos en unas piedras que Grand se encargó de traer del río.

—¿Cómo llevan la vida de universitarios, chiquillos? —pregunta Grand.

De los cuatro, solo Sean, Bryce y yo fuimos a la universidad, Grand se quedó en el pueblo a cargo de la carpintería de su padre cuando este murió en un terrible accidente de tránsito en un viaje a Denver.

—Bastante bien, con mi promedio entraré a la escuela de medicina el año que viene —declara Bryce con orgullo.

—Una vez cerebrito, siempre cerebrito —bromea Sean, ganándose un puñetazo de parte de Bryce.

—No te metas con el cerebrito —advierte Grand con sarcasmos, ocasionando que Sean y yo riamos.

—Este año estuvo algo complicado —comento cuando termino de reír.

—¿Por qué sería eso, lindo? —inquiere Sean con falsa dulzura.

—Summer.

Y sólo con eso los tres hacen una mueca.

En la navidad pasada, la última vez que nos juntamos, les conté a los chicos del cambio de Summer y todo lo que he tenido que pasar por sus celos. Ellos, muy sabiamente, me sugirieron que la mandara a volar. Ya está visto que no les hice caso.

—No entiendo porqué tienes que aguantar que semejante bruja, Logan —reprocha Grand—. A la primera que te hizo tuviste que haberla dejado.

No respondo. Puede que él tenga razón, pero todavía tengo la esperanza de que Summer vuelva a ser la chica alegre y divertida del los primeros dos años de universidad.

—Por injusticias como esa es que yo no tengo novia —alega Sean—. Nunca voy a permitir que una mujer me mangonee hasta el punto de dejarla hacer lo que quiera.

—Me voy a reír mucho el día que una chica te ponga el mundo patas arriba. —Bryce toma un trago de su cerveza con una sonrisa engreída.

—No tengo problemas con que una chica ponga mi mundo patas arriba —replica Sean, devolviendo la sonrisa a Bryce.

—No, el problema de Sean es que las chicas no se quedan después de que su mundo está de cabeza. —Río junto a Bryce por el comentario de Grand. Sean refunfuña—. Oh, miren, el niño bonito se molestó.

Río más fuerte cuando Sean le lanza la lata de cerveza vacía a Grand.

Mi sonrisa muere cuando giro la cabeza y veo a Laura a unos metros extendiendo una manta sobre el suelo, Marinel parada a un lado junto a su hermano.

—Esa sí que es una belleza —escucho decir a Sean—. ¿Quién es?

—Marinel Gómez —informa Grand—. Sus padres se mudaron al pueblo en enero y ella llegó hace dos semanas.

—Por alguien como ella aceptaría ser mangoneado.

Miro a los chicos de soslayo, ellos están embelesados con Marinel, la baba casi resbalando de sus bocas. No puedo culparlos.

—Es ciega —le suelto a Sean, volviendo a mirar a Marinel.

—¡Estás bromeando! —exclama Sean, incrédulo.

—Logan tiene razón —tercia Grand—. La belleza es ciega.

—Una verdadera lástima —se lamenta Sean—. Si no fuese por esa pequeñez, me casaría con ella.

—Ese fue un comentario un poco discriminatorio —musita Bryce.

—No la estoy discriminando por ser ciega, es solo que no me creo con la capacidad para tener una relación así de complicada.

—Además, es mucho para Sean solo decir que se casaría con ella, el tipo hace unos minutos declaró que nadie va a ser capaz de mangonearlo —intervengo, aun viendo a Marinel.

Con la ayuda de Mario, Marinel se sienta sobre la manta, Laura a su lado parloteando sin parar.

—¿Cuál es el nombre de la chica que la acompaña? —pregunta Sean con curiosidad.

—Eres un desastre —bufa Bryce—. Laura fue con nosotros al instituto.

—Discúlpame por no recordar el  nombre de todos los que fueron a la escuela conmigo.

—No te disculpo.

Un golpe en un costado hace que aparte la mirada de Marinel y me giro para encarar al agresor.

—Lo siento, amigo, pero creo que esa era la única forma de sacarte de tu ensoñación causada por Marinel —se excusa Grand.

Una réplica ingeniosa llega a mi mente, pero no la alcanzo a decir ya que Allie llega hasta nosotros, mojada de pies a cabeza.

—¿Qué te pasó? —le pregunto riendo.

—Morgan quería que me metiera al agua, como yo dije que no lo haría hasta más tarde, creyó divertido enviar a Malcom a lanzarme al agua.



#73 en Joven Adulto
#1785 en Novela romántica

En el texto hay: amor, amistad, discapacidad

Editado: 13.07.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.