Isabella: La llegada a Dédfer

|Capítulo 27|

Isabella

Estando navegando por el océano, creí que solo tendría que esperar a llegar a nuestro destino, no pensé que la espera fuera tan mareante. Vi películas donde algunos suelen marearse estando navegando, pensaba que era demasiado absurdo que eso ocurriera, mas ahora que he estado un día en el mar he cambiado de parecer, ahora sé que es verdad.

Daniela, Max y Hans están igual que yo, el único que parece no sufrir cinetosis es Daniel y los tripulantes que navegan el barco. El vampiro y Hans han hecho una competencia: aquel que vomite primero admitirá que el otro es mejor que él. Una competencia bastante madura.

Desconozco qué tan lejos esté el reino y cuánto tiempo seguiremos en el océano, ansío que llegue el momento que abandonemos el barco, aunque también espero que el mareo se pase rápido. He permanecido quieta en una esquina junto a Max, su rostro está bastante pálido, demasiado en mi opinión.

—Mi apetito ha regresado — murmura Max.

—¿Quieres beber sangre?

—Sí... No, más bien es hambre de comida — aclara —. Pero siento que vomitaré lo que ingiera.

Ahora que lo veo con detenimiento, sus ojos lucen de un color extraño color avellana. Debido a que prefiere que ninguno los hombres que están en el barco vea ese cambio, se mantiene aislado conmigo.

—¿Solo te alimentas de sangre? ¿No comes otra casa? — inquiero.

En el libro dorado se menciona que se alimentan de sangre, pero ¿no pueden ingerir otro alimento? ¿Es posible que los vampiros vivan tantos años con solo sangre?

—A veces me alimento de animales…

Permanecemos callados, con la mirada en algún sitio al azar del barco.

—¿Disfrutas ingerirlos?

—Por supuesto — responde, no tan orgulloso.

—Oye, Max…— murmuro —. ¿Por qué eres un vampiro y no un licántropo?

—Si te digo que soy adoptado, ¿me creerías?

Miro detenidamente su rostro, después volteo a mirar a los mellizos que están en otra esquina del barco. Es evidente el parecido entre los tres, no hay duda que son familia.

—No te creo— respondo.

—Y si te digo que no quiero responder la pregunta.

—Te creo.

El vampiro desvía la mirada. Está claro que no quiere seguir hablando, es mejor no insistir. 

Cierro mis ojos por breve segundos con la idea de que así desaparecerá el mareo, cuando los abro, un hombre de lo tripulantes se acerca a nosotros, el vampiro se apresura a bajar la cabeza.

—¿Podría ofrecernos privacidad? — le pide en un tono severo a Max.

El vampiro se levanta del sitio sin levantar demasiado la cabeza, utiliza la excusa de que quiere vomitar por el mareo. El sujeto que se acercó se asegura que estemos solos.

—El Capitán me ha ordenado informarle sobre lo que pasará cuando lleguemos al reino —empieza a hablar —. Estamos interesados en lo que hizo con el Nigre, si a nuestro rey le interesa tener a su servicio a alguien que posee los mismo dones que usted, le puedo asegurar que su vida cambiará; tendrá riqueza y a usted y su familia nunca les faltará nada.

Vine con la intención de hallar una sirena, ahora puede que me ofrezcan riquezas a mí y a mis supuestos hermanos.

—¿Qué pasa si no le intereso?

—Te quedarías en el pueblo, puedes conseguir algún trabajo de criada.

Asiento, procesando mi futuro si no logro salir de este sitio.

—Dentro de unos minutos podrán comer y beber algo — informa, vuelvo a asentir agradecida.

El hombre se despide, da media vuelta y regresa junto a otro grupo de tripulantes. Voy a acercarme a mis amigos para comunicarles lo que me ha dicho el hombre, apenas doy el primer paso siento como si hubieran movido bruscamente el barco, esa sensación provoca que caiga sobre la cubierta, creo que estoy bastante mareada. Descarto mi pensamiento sobre que es solo una sensación mía cuando descubro que no soy la única que se ha caído. Todas los que están a bordo están levantándose.

—¡Tomen sus armas! —gritan.

Siento que me sostienen del brazo y me levantan, veo que es uno de los tripulantes, me lleva hasta un camarote donde me encierra con mis amigos. Volteo a verlos, estoy demasiado desconcertada.

—¿Qué fue eso? — cuestiono.

Todos niegan a la vez. Desde aquí se escuchan los gritos y puedo imaginarme la lucha que hay allá afuera.

—Creo que hay problemas afuera — dice Hans, lo busco por el cuarto y lo hallo sobre un mueble que le permite ver a través de una ventana.

Me acerco a él, me permite ver por el cristal y observar lo que ocurre; los hombres pelean contra un monstruo gigantesco similar a un tiburón, pero este tiburón parece tener garras en lugar de aletas, con sus garras logra subir al barco y ponerse de pie, los hombres luchan contra aquella criatura que no ha sido invitada.

—¿Qué animal es ese? — pregunto, incrédula y aterrada de lo que estoy viendo.

Giro mi cuerpo para ver a Daniel y pedirle el libro, tal vez encuentre algo sobre la criatura. Antes de que lo haga, Hans se apresura a informarme sobre el animal.

—Es un tiburón.

Regreso mi atención a Hans. En mi vida he vida he visto un tiburón— a excepción de en películas—, pero estoy segura que un tiburón no se compara con lo que está allá afuera. Admiro la pelea que hay, el tiburón ataca con sus dientes y garras a los tripulantes, sin embargo, estos se defienden con sus armas y aquellos que utilizan arcos, las flechas son creadas por la misma agua del mar.

Creo que el tiburón se siente acorralado porque abandona el barco, pero de inmediato el barco empieza a moverse de forma agresiva provocando que todos caigamos. Comienzo a sentir como si nos estuvieran meciendo. La puerta del camarote es abierta, entra un hombre que cae al suelo en el momento que el barco se mueve.

—Señorita, tiene que salir y deshacerse de esa criatura —me dice el hombre.

¿Y yo por qué? Me niego a salir y ser devorada por esa cosa. Si bien, recuerdo que se supone que yo puedo hacer que las criaturas salvajes me obedezcan. Aun así me niego a salir, creo que mi lugar sería mucho más útil Alicia, ella es mejor que yo en esto.



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En el texto hay: fantasia, romance, licántropo

Editado: 11.06.2021

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