Por ser miércoles no hay mucha gente en el bar, por lo que seguramente nos iremos temprano a casa. Supongo que para medianoche ya estaremos saliendo de aquí, pero, eso no significa que no sea agotador a pesar de que haya poco que hacer. Creo que me cansa más cuando no hay tanto trabajo o quizás solo sea el aburrimiento lo que me cansa.
—Estás a un par de horas de ser más vieja, ¿qué se siente? —bromea Román, nuestro gorila que debería estar en la puerta en vez de estar acosándome en la barra.
—Seguramente lo mismo que sentiste tu hace diez años —retruco, mostrando una inocente sonrisa.
—Oye, que apenas soy cinco años más grande que tú —entona con el ceño fruncido, pero sé que no está enfadado.
— ¿Algún día dejarán de pelearse ustedes dos? —articula Iris, dejando un par de jarras de cervezas vacías sobre la barra.
—Yo no la peleo, solo intercambio opiniones —modula Román, mostrando una sonrisa condescendiente antes de volver a su puesto de trabajo.
—Le gustas —suelta Iris. En realidad lo repite como lo ha hecho desde que empecé a trabajar aquí hace ya, cerca de un año.
—No es cierto —le quito importancia al aceptar las cervezas que le pedí a Tasha, nuestra cantinera.
— ¿Qué no es cierto? —pregunta Melanie, acercándose en demasía a nosotras. Yo ruedo los ojos e Iris la fulmina con la mirada.
Hace casi un mes, Iris la encontró a ella y a su novio, Sean, en una situación un poco rara. Ellos estaban hablando muy cerca en los vestidores. En primer lugar, Sean no tenía nada que hacer ahí y en segundo lugar, Sean no tenía nada que hablar con Melanie. Aparentemente todo ha sido un mal entendido y ellos solo estaban charlando de forma inocente. Melanie no tiene ni una pisca de inocencia y Sean… Bueno, no soy muy devota del novio de mi mejor amiga.
—Algo que no tiene nada que ver contigo —escupe mi amiga, antes de darse vuelta e irse.
— ¿Por qué me responde de esa manera? No le he hecho nada —me dice Melanie como si yo le contestaría mejor que Iris.
—Solo no le gusta que se incluyan en una conversación de la cual no son bienvenidos —digo antes de acomodar las cervezas y llevarlas a la mesa correspondiente.
En cuanto dejo las cervezas en la mesa de unos chicos universitarios, me pongo derecha irguiendo la espalda. Un escozor recorre mi espina dorsal y no puedo evitar buscar con la mirada a mí alrededor al responsable de ese sentimiento. Lo he sentido antes y fue cuando el chico de ojos verdes, Ivor, me había sostenido para no caer.
— ¿Estás bien? Estás pálida —dice Iris parándose a mi lado.
En ese momento lo vi. Ivor se acercaba con esa seguridad y ese aire misterioso que te era imposible dejarle de ver. Su cuerpo era joven, pero sus ojos verdes y esa forma de andar parecían tener muchos años, mucha sabiduría. Caminaba destilando sensualidad y calor y, puedo dar seguridad que no era la única viéndolo caminar como si acechara a su presa. Muchas mujeres se giraban a mirarlo. Dios, es imposible que exista un hombre así. Sus ojos están clavados en los míos a medida que se va acercando, puedo ver una pequeña sonrisa torcida. Yo no puedo dejar de mirarlo, estoy petrificada en el lugar con mis ojos puestos en los de él que, de manera extraña, sueltan un destello por un segundo.
—Hola, Shawna —me saluda, en cuanto llegó a mí.
—Hola, Ivor —correspondo y estoy muy orgullosa de mí misma ya que mi voz no tembló a pesar de estar tiritando de manera descontrolada por dentro.
—Hola —dice un chico que recién ahora veo que viene con Ivor—. Soy Parry —entona estirando su mano presentándose solo al ver que su amigo y yo nos estábamos mirando en silencio sin hacer nada.
—Soy Shawna, un gusto —digo, tomando su mano y me regala una enorme sonrisa amistosa. Una sonrisa que me es muy familiar.
—Hola, Iris —canturrea amablemente saludando a mi amiga y caigo en la cuenta que, el nombre Parry ya lo había escuchado.
—Hola, Parry. ¿Cómo has estado? —le pregunta ella sonriendo como una tonta. Y sé que éste chico Parry es “SU” chico Parry, con el que sale de vez en cuando a tomar helado y charlar.
—Así que, tú eres Parry, eh —manifiesto mostrando una sonrisa.
Es el chico que en verdad le gusta, pero no puede hacer nada por el idiota de su novio.
—Yo soy Parry —asiente con la cabeza, poniendo las manos en los bolsillos de sus pantalones. Puedo decir que está un poco nervioso al recibir la atención y, es adorable. Me gusta.
—Esto es una linda casualidad —entona Ivor mostrando una pequeña sonrisa.
Esto que Parry sea el amigo de Ivor, es mucha casualidad y, no suelo creer en la casualidad, pero por alguna razón no puedo desconfiar de ninguno de estos chicos. No estoy segura del por qué, pero ambos me inspiran confianza.
—No creo mucho en ellas, pero eso parece —digo elevándome de hombros.
Parry mira por un segundo a Ivor y él le devuelve la mirada elevándose de hombros también.
—Así que —comienza Ivor mirando a Iris—, tu eres la chica de los helados —sin poder evitarlo, río. Mi amiga se pone completamente roja y agacha la mirada avergonzada. Parry codea a su amigo.
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Editado: 30.08.2018