Parte 2
—No —ordena Ivor con frialdad deteniendo a Iris en su carrera por ir tras Parry—. No puedes meterte en un duelo —le señala.
—Pero…
—No, Iris —trona, haciendo que mi cuerpo se estremezca al escuchar esa voz tan gélida—. Siéntate —exige. Iris acata su orden con sus ojos llenos de miedo y lágrimas contenidas.
—Debes controlar a las mujeres —se guasa Meirion.
Aprieto mis dientes y puedo sentir como todo mi cuerpo entra en calor como si estuviera dentro de una bola de fuego lista para incendiar todo el maldito bosque. La mano de Ivor se posa en mi pierna y la aprieta haciendo que voltee a mirarlo.
—Tranquila —me ordena. Solo lo miro y siento como el vello de mi nuca se eriza—. Tus ojos —me indica. Es ahí cuando comprendo.
Cierro mis ojos, respiro profundamente y trato de que mi respiración se regularice. Ivor acaricia mi pierna de manera pausada logrando así, que me calme con mayor rapidez.
Observo como Parry se levanta del suelo, justo antes de que Urien lo patee. Puedo notar como con su mano libre se toca el costado de su estómago que fue herido y como su mano sale manchada de sangre. Parry levanta la mirada, sus ojos se tornan por un segundo dorados y le muestra una sonrisa maliciosa.
— ¡No vale la magia, brujo! —grita Meirion.
Pero, Parry no usa su magia, al menos, yo no lo noto. Como si no tuviera un agujero en su estómago, Parry se mueve con agilidad y ataca. Sus espadas chocan, Parry lo empujan con fuerza haciéndolo retroceder varios metros, luego lo patea en el estómago haciendo que siga retrocediendo. Le da un puñetazo en la boca provocando que la sangre de Urien salpique en diferentes lugares. Urien pierde el equilibro, trastabilla, pero no llega a caerse, de todas formas, eso hace que Parry tenga ventaja y sin desperdiciarla, mueve su espada hacia el cuello de Urien logrando separar la cabeza del caballero de su cuerpo. Causando que su cabeza ruede por el aire y luego por el suelo a gran velocidad.
Iris y yo nos levantamos de golpe, nos tapamos la boca, los ojos, estamos estupefactas al ver esa escena. Ni Ivor, ni Meirion parecen afectando, ni que decir sobre Parry, quien sonríe como si hubiera ganado el triatlón. Por un lado estoy más que feliz porque Parry no haya muerto en ese duelo, pero por otro lado, es la cosa más grotesca que he visto en vida y no sé si podré superarla. Siento la mano de Ivor en la mía y como enrienda sus dedos con los míos. Supongo que para que me tranquilice.
Parry se acerca a nosotros moviendo su espada con socarronería y con una enorme sonrisa plantada en su rostro. Iris sale corriendo hacia él y como si fuera una mamá preocupada por su hijo, lo comienza a revisar buscando sus heridas.
—Por Dios, por Dios —murmura ella al ver la herida más grande que era la de su estómago—. Debemos curarte —se apresura a decir.
—Estoy bien —entona Parry, tomando las manos de mi mejor amiga—. No es nada, te lo prometo —la tranquiliza.
—Puedes decirle a… —comienza Ivor al tiempo que se gira para ver a Meirion, pero éste ya se había ido — ¿Dónde carajo se metió? —inquiere.
—Cobarde —se mofa Parry—. No importa ahora, debemos regresar al piso —dice frunciendo su rostro por el dolor—; necesito ungüento para mi herida —se queja.
—Dijiste que estabas bien. Lo prometiste —acusa Iris.
—Cariño, si tengo el ungüento, prometo estar bien —bromea él.
—Shawna puede ayudar —habla Ivor, adquiriendo la atención de todos.
—Estoy herido, no estoy para que hagan experimentos conmigo —se apresura a decir Parry—. No seré el conejillo de india de nadie —niega al tiempo que comienza a caminar para salir del bosque junto con Iris.
—Sabes que puede hacerlo —Entona Ivor, elevando la voz.
— ¿De qué estás hablando? —le pregunto, mostrándome un poco temerosa.
—Puedes sanarlo, Shawna —responde.
—Yo no puedo hacer eso —en ese momento, Iris grita y al girarnos a mirarla, ella está arrodillada en el suelo con Parry yaciendo al frente.
Corremos hasta ellos, Ivor se apresura a revisar las heridas de Parry y gruñe al verlas.
—Veneno —trona—. La jodida espada estaba envenenada —indica.
— ¿Y ahora qué hacemos? Está ocurriendo —solloza Iris, recordando su profecía.
—Shawna, debes curarlo —me pide Ivor, con brusquedad.
—No puedo, no sé —niego aterrada de hacerle más daño.
—Sí, puedes. Eres una banshee, tienes el poder del otro mundo. Sálvalo, Shaw, sé que puedes hacerlo —respiro profundamente y asiento.
—Dime qué debo hacerlo —le pido.
—Pon tus manos sobre él —me indica, llevando mis manos al estómago ensangrentado de Parry—. Aprieta —ordena—; bien, ahora cierra los ojos y como si fuera ese diente de león, busca sus latidos, busca su vida. ¿Puedes sentirlo?
—Si —susurro.
—Ahora, busca el veneno, recorre sus venas, hazlo retroceder. Imagina como se vería el veneno y hazlo salir de su cuerpo —me señala.
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Editado: 30.08.2018