No sé cuánto tiempo pasó desde que caí de rodillas sollozando por lo que mi recuerdo me mostró. Todo mi cuerpo duele, mi pecho duele como si le hubieran clavado una estaca, mi cabeza duele como si miles de ajugas se estuvieran clavando en ella. Siento la mano de mi otro yo apoyarse en mi hombro y apretar, suavemente.
—Debemos seguir —entona. Yo niego con la cabeza, no quiero seguir viendo la destrucción que he causado en mi otra vida. No quiero seguir descubriendo el monstruo que soy—. No podemos seguir aquí —exclama.
—No quiero seguir —expreso en voz baja.
—Pero debes hacerlo —refuta ella acuclillándose a mi lado—. No todos los recuerdos fueron tan malos —esboza.
—Eso quiere decir que hay más como estos —manifiesto.
—Eso quiere decir que también has ayudado a otros —replica ella.
—No me siento con fuerzas para seguir, no después de saber que fui yo la causante de la muerte de mis padres y la que destruyó toda una aldea —más lágrimas caen.
—Shawna, debes entender que las cosas malas ocurren, puede ser adrede o sin intención, pero siempre algo malo pasa —entona.
—Eso no suena como un consuelo —espeto.
—Porque no lo es —esboza ella—, pero debes saber que siempre se puede arreglar —señala.
— ¿Cómo se supone que arregle la muerte de tantas personas? —escupo—. No puedo devolverle la vida a nadie —gruño.
—Pero puedes evitar que más muertes ocurran —retruca ella—. Si no te encuentras con todos tus recuerdos y no aprendes a controlar tu magia, puede que vuelvas a ser la niña que acabó con toda una aldea y con sus padres, incluidos. Si no aprendes ahora, Tristán seguirá matando personas que te importan, personas que nos importan, Shawna —toma una respiración profunda—. Deja de sentir lástima por ti misma y párate a enfrentar lo que sea y lucha contra quien sea para cuidar de los tuyos, en este preciso momento, en esta vida —la observo al sentir como habla mostrando un poco de enfado—. Debes proteger a las personas que amamos. Tienes una segunda oportunidad, Shawna, no todos pueden jactarse de eso —alega.
—Tienes razón —digo, secándome las lágrimas con rabia y levantándome del suelo. El tiempo de sentir lástima por mí misma, ya pasó. Es hora de cuidar lo que me importa en este presente— ¿Qué sugieres? —le pregunto elevando una ceja. Ella, me observa por un segundo y sonríe.
—Vayamos por la siguiente luz —exclama, señalando hacia adelante.
Asiento y comenzamos a caminar. Nuestro andar no parecía avanzar, quizás era por no tener una referencia de hacia dónde íbamos o simplemente porque aquí no había nada y la luz seguía manteniendo la misma distancia y, debo confesar que eso es bastante frustrante. A pocos minutos de nuestra caminata escuchamos voces, esta vez no parecía que hubiera una aldea destruyéndose, sino que las voces parecían tranquilas y hasta divertidas. Al acercarnos al lugar, puedo observar a mi otro yo, no hablo de la que está a mi lado, sino de la que está enfrente. La que está abrazada a Ivor, un Ivor más joven. ¿Es válido sentir celos de mí misma?
—Debo decirle. No soporto más esta situación —dijo mi otro yo, apenas alejándose unos centímetros de Ivor.
—Lo haremos juntos —aseguró él.
—Ivor —suspiró ella.
—No, Shawna. Ambos lo traicionamos, ambos debemos hablar —le interrumpió él.
—Es tu primo, tu familia —dijo ella escondiendo su rostro en el pecho de él.
—Lo sé —afirmó él.
—Nadie va a estar contento con todo esto —articuló ella clavando su mirada en él—. Mi familia ya me tiene bastante miedo y resentimiento por lo sucedido en Irlanda, esto les hará mucho daño y… seguramente me echarán de la casa —reveló. Ivor le besa delicadamente la frente.
—No te echarán y, si eso llegara a ocurrir, yo te apoyaré en lo que sea. Estarás conmigo, Shawna, nunca voy a dejarte sola —prometió él—. Además no pueden obligarte a casar con alguien a quien no amas —alegó.
Yo, arrugo la frente no comprendiendo muy bien de lo que hablan, pero, imagino que lo de Irlanda, se refiere a la muerte de mis padres y la destrucción de la aldea.
— ¿De qué hablan? —le pegunto a mi otro yo, la que se encuentra a mi lado — ¿Qué es eso del casamiento? —cuestiono. Mi otro yo deja salir el aire de sus pulmones antes de responder.
—Cuando pasó la tragedia de Irlanda, ninguno de tus otros familiares se quiso hacer cargo de ti. Obviamente te temían. Pasate un tiempo con una familia, unos campesinos que tenían cinco hijos propios y tres que, al igual que tú, no tenían a donde ir. Tristán e Ivor eran de la realeza en Gales. Tristán por ser el mayor y tener a su padre enfermo, debía casarse para así ocupar su lugar en el trono. Tus tíos tenían una relación de negocios con el padre de Tristán —deja escapar una sonrisa—. Tu tía intentó relacionar a tu prima Yanira con Tristán, pero eso no salió bien, Yanira se reveló ya que estaba enamorada del hijo de un panadero —su sonrisa se hace más grande—; imagina la decepción de tu tía al ver lo bajo que había caído su hija —la verdad no lo podía imaginar, ya que no sé absolutamente nada de eso—. La cosa es que, tuviste varios problemas con la familia que estabas y llamaron a tu tía. Ella fue y, al ver que no eras tan niña y que, obviamente, eras hermosa —eso lo dijo con mucha arrogancia—, pensó en llevarte a Gales y presentarte ante el rey y Tristán. Él se enamoró de ti desde el primer instante en que te vio —cuenta.
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Editado: 30.08.2018