El regreso a casa, fue más silencioso que cuando nos habíamos ido. Iris no dejaba de sollozar, en silencio, sus lágrimas no cesaban; de vez en cuando la veía limpiarse el rostro para barrer esas lágrimas o sorbía su nariz, pero se mantenía en un silencio lúgubre. Traté de hablar con ella, le pregunté cómo estaba, si necesitaba alguna cosa, pero ella solo negaba con la cabeza. Solo espero que Parry pueda hacer un mejor trabajo del que yo estoy haciendo con ella. Al llegar al piso, escucho la voz alterada de Parry, por lo que me apresuro a ir hacia el baño.
— ¡Shawna! —grita él sacudiéndola dentro del agua.
— ¿Qué ocurrió? —exijo, corriendo hacia ella.
—Shawna —murmura Iris entrando después de mí.
—No lo sé…ella —balbucea Parry—, comenzó a convulsionar y su pulso a bajar. No sé qué…
—Hay que sacarla del agua —entono, mientras tomo a Shawna entre mis brazos y rápidamente la llevo al sofá.
—Está muy pálida —expresa Iris.
—Debemos reanimarla —hablo con velocidad, al tiempo que comienzo con el RCP—. Vamos, Shawna —pido.
Hago primeros auxilios, le doy respiración boca a boca, presiono su tórax, pero al comprobar su pulso, casi es inexistente. La estoy perdiendo, sabía que no debía dejarla hacer esto. Sabía que era un error. Sigo, no paro, pero en mi mente se están reproduciendo miles de escenarios y ninguno de ellos es bueno.
Noto como Iris toma una mano de Shawna y presiona su dedo en la muñeca para verificar su pulso.
—No tiene pulso —musita y clavo mis ojos en ella al escucharla.
—No puede ser —gruño tomando su otra mano para verificarlo por mí mismo—. No —siseo negándome a que esto esté pasando. Ella no puede irse ahora, no cuando acabo de encontrarla, no de ésta manera.
—Ivor —habla Parry a mi espalda.
—No —gruño, nuevamente sin dejar de intentar hacerla volver—. No debí dejarte —me lamento conforme mis lágrimas hacen su camino cayendo sobre ella—. Perdóname —susurro al tiempo que dejo de insistir en hacerla volver.
—Ya se ha ido —entona Parry colocando su mano sobre mi hombro, el cual lo rechazo sacudiéndolo.
—Ella no…—su cuerpo no responde, yace inerte sobre el sofá, su piel está pálida, sus labios azules y sus ojos cerrados.
La he vuelto a perder, luego de tanto esperar y de tanto luchar, la he vuelto a perder y, lo más irónico de todo esto es que, volvió a ser mi culpa. La he matado por una segunda vez y, en esta oportunidad, no he tenido el tiempo suficiente para demostrarle cuanto la amo, para enseñarle quién soy en realidad, quién soy cuando estoy con ella. Por segunda vez de toda mi existencia, ella, ha muerto en mis brazos.
Puedo escuchar el llanto de Iris y el consuelo de Parry, su voz quebrada al decirle a ella que todo estará bien. Una inmensa mentira. Nada estará bien, al menos no para mí. Voy a matar de una puta vez a Tristán y luego me reuniré con Shawna en el reino de los muertos, no seguiré viviendo otra eternidad sin ella. No lo soporto más.
Miro a Shawna por última vez y beso sus labios, fríos, quedándome allí por unos segundos de más. Lo he perdido todo y esta noche perderé lo último que me queda, mi insignificante vida. Me levanto y cubro a Shawna con una manta, para luego girar y comenzar mi camino hacia la puerta.
— ¿A dónde vas? —me pregunta Parry con marcada preocupación.
—A acabar con esto —le respondo y vuelvo a caminar.
—Ivor —me llama él — ¿Qué vas a hacer? —exige.
—Iré a terminar con Tristán de una vez por todas —contesto sin ninguna clase de sentimientos.
—Te matará —exclama él.
—Es lo segundo en la lista —le hago saber estoicamente.
— ¿Perdiste la cabeza? —explota mi mejor amigo.
—No —gruño—. Perdí a la mujer que amo.
—Chicos —habla Iris.
—Y qué se supone que harás, ¿quitarte la vida? —sisea Parry ignorando el llamado de Iris — ¿Cómo se supone que mates a un inmortal por cuenta propia? —espeta.
—Chicos —pronuncia, nuevamente Iris.
—Cortándole la cabeza —escupo.
—Puede que necesites a alguien más para que corte tu cabeza —sisea él.
— ¡Chicos! —grita Iris teniendo nuestra atención—. Su mano —señala ella mirando a Shawna.
La mano de Shawna se mueve débilmente y como si se estuviera ahogando, ella despierta suplicando, silenciosamente, por aire. Su pecho se eleva con brusquedad quedando elevado conforme una mano de ella vuela a su torso, en donde aprieta. Su pelo se vuelve blanco unos segundos antes de cambiar a su color original, su aura violeta resplandece a su alrededor, sus ojos se abren mostrando un brillo magenta y luego se ponen blancos, antes de caer de nuevo colapsando su espalda en el sofá.
—Shawna —me apresuro a ella cayendo de rodillas a su lado—. Shawna, ¿estás bien? ¿Puedes oírme? —indago acariciando sus mejillas, corriendo su cabello del paso, tratando de conseguir pulso, calor, vida.
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Editado: 30.08.2018