Jacharí

10. El plan de Ilay.

Ilay.

Daba largos tragos a mi vaso de whisky mientras veía a mi joven acompañante cambiare de ropa. Era una niña de no más de quince años, una gitanita ex virgen que ahora estaba obligada a trabajar como prostituta.

Si, obligada. Soy uno de los mejores cazadores de jóvenes para prostíbulos clandestinos. Al principio, solo les comercializaba la droga que traficaba cotidianamente, pero después de unos años, la oferta de entregar niñas para la prostitución forzada era irrechazable.

Por cada nenita que daba a los antros, mi comisión era casi de 1.000.000 de dólares, y gracias a mi encanto gitano y mi rostro, traía al menos dos mujeres por semana para que se inicien en esta nueva vida.

– Vete rápido.

Ella lloraba mientras se colocaba la falda con manos temblorosas. Ella era una niña de una parte muy pobre del campamento, por lo general estas niñas morían por ser actrices famosas y triunfar con una carrera de mierda que nunca alcanzaría.

No necesito mucha más que mi auto lujoso y unas cuantas charlas para asegurarle que si se marchaba de su casa para ir directo al "estudio de grabación", seria millonaria.

– Dijiste que trabajaría en una película, que ganaría mucho dinero – Dijo ella con la voz baja por el llanto, me reí desde mi lugar en la cama y me levante haciendo que se asustara.

– Y lo harás. – Le dije tomando su mentón y revente de risa por su estupidez – Trabajaras en películas pornográficas y ganaras una fortuna como prostituta local.

Ella negó con la cabeza y volvió a llorar. Molesto tomé mi camisa que estaba tirada en el suelo y salí de la habitación para dirigirme a la entrada del club. Lo bueno de ser miembro de la organización, es que podía ser el primero en tocar a las mujerzuelas que eran alojadas aquí dentro.

Pase por un pasillo largo hasta quedar en la parte pública del club. Era enorme y la gran parte de él era cubierta por una pista en donde las mujeres deben llevar a bailar a sus próximos clientes. Me dirigí al sector VIP en donde se encontraba en cerdo de Jones y su lameculos, Bolt. Jones es un viejo gordo, ignorante de todo y cree que maneja el mundo por ser el dueño de varios prostíbulos y un millonario. Bolt es un tipo de mi edad más o menos, el encargado de hacer el trabajo sucio para el viejo.

Me senté en los mullidos sillones frente a ellos y acepté la copa que me tendió una de las camareras del lugar. Bolt recibió una llamada desde el intercomunicador que llevaba abrochado al hombro y me miro con el ceño muy fruncido.

– Era una virgen y está sangrando a raudales. – Me dijo medio gritando para que pueda oírlo sobre la fuerte música del lugar. Me encogí de hombros y probé el contenido del vaso, whisky fino.

– Debe acostumbrarse a lo brusco, nadie va a tratar con amor a una puta.

Jones río fuerte por mi comentario y le hice un gesto de satisfacción al más joven para que cerrara la boca de una vez. Él era del tipo de personas que creían que las zorras aquí dentro se merecían un trato igualitario a nuestras mujeres. Imbécil.

– ¿Tienes alguna novedad? – Le pregunté y volví a beber un sorbo. Vi que el viejo asintió y Bolt se acercó a mí con una carpeta.

– Está en un pueblito de mierda. – Me dijo el viejo – Es una zorra realmente hermosa.

Ignoré el comentario y abrí la carpeta. Dentro había un informe escrito que evité y fui directo a las fotos. Eran todas imágenes de Samara. Al parecer mi pequeña novia fugitiva estaba prostituyéndose en un bar de mala muerte, vivía en una pensión del asco y aparentemente no tenía ningún contacto con su noviecito, Dylan. Aunque él estaba fuera de juego, porque era un hombre casado y parece que muy bien casado, dado el tamaño del vientre de Galilea.

– Esta prostituyéndose. – Afirmé. Bolt negó con la cabeza y me señaló el informe escrito que no pensaba leer.

– Solo baila. Es la atracción principal del pueblo.

– ¿La viste?

– Oh si amigo... - Dijo Bolt haciendo relucir sus blancos dientes con picardía, eso me cabreo y mucho. Fuera lo que fuera, esa puta era mía y no tenían el derecho de pensar así de ella.

– Si es una puta, debe venir a trabajar aquí. – Le dije a Jones y el me miro atento – La quiero traer.

– Sabes que tienes mi aprobación siempre y cuando me traigas a esa belleza a facturar en mi negocio. – Dijo y trague saliva para ignorar el tono lascivo que empleo.

– Quiero formar mi propio equipo para traerla, solo tres hombres.

Jones asintió aceptando el trato. Haría que Samara viniera a este infierno, y quien la traería seria su cómplice, Dylan.

Samara va a desear no haber escapado jamás.

Samara.

Me encontraba lavando unos platos que había usado en el almuerzo con la señora Fitsheral. Desde hace dos semanas que vivía con ellos y me sentía más en casa de lo que podría sentir en el campamento junto a mi familia.

Cuando llegamos esa madrugada a la casa de Damián, su madre no puso queja ni pregunta alguna cuando me vio llegar con mis pocas pertenencias sanas. Me dio un té y me envió a dormir al cuarto de huéspedes, que desde entonces es mi habitación.



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En el texto hay: feminismo, amor, trafico de mujeres

Editado: 30.07.2018

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