La campana que marcaba el final de las clases sonó y Jack quitó sus ojos del libro de Cristales y Amuletos que Leah había olvidado en el comedor. Era realmente interesante, incluso para alguien como él que nunca creyó por completo en la magia: solía cargar cuarzo con él pues su mamá le entregaba uno nuevo cada cierto tiempo, pero no iba más allá. También encontró algunos dibujos parecidos a ciertos artículos que su mamá tenía repartidos por la casa y uno parecido al colgante que Leah había comenzado a usar hace un par de años.
Guardó el libro en su mochila y dejó el salón para encontrarse con Leah en el pasillo principal, pero se sorprendió al ver que ella se acercaba a su salón.
-Leah, pensé que nos encontraríamos en la entrada- expresó Jack. Generalmente, Leah se encontraba aún en práctica de Judo y él la esperaba para irse hacia sus trabajos de medio tiempo.
-Oh, pues… sorpresa- dijo ella abriendo los brazos, como efecto dramático. Su amigo la observó con extrañeza, así que le explicó- La práctica terminó un poco antes hoy, así que pensé ‘¿por qué no ir por mi amigo a su salón en vez de que él espere por mí?’.
-En ese caso, muchas gracias. Vamos por donas de camino al centro, yo invito
-Genial, sólo pasaré por mi casillero a dejar unas cosas. Creo que perdí el libro de cristales y amuletos, tu madre va a matarme
-Tranquila, aparecerá.
-Eso espero, Jack. Vamos rápido, no quiero que llegues tarde.
Cuando finalmente salieron de la escuela, el clima había cambiado: si bien era el principio del otoño, los días eran cálidos. Pero desde esa mañana, las nubes se acercaban y parecían traer lluvia con ellas. Algo en el instinto de Leah le hacía pensar que esto no era solamente el cambio de estación haciendo su trabajo.
Jack y Leah pasaron a Donnie’s Donuts antes de que ella, de forma poco usual lo acompañara hasta la puerta de la tienda donde trabajaba. Algo que él pudo notar y no dudó en mencionar al despedirse.
-Leah, has estado algo extraña hoy. Y no hablo de tu versión normal de extraña que veo a diario. Creo que el hecho de que lo mencione ya significa que me preocupa- dijo él, mientras mordía una suculenta dona de chocolate- ¿Acaso ya es ese tiempo del mes…?
- ¿Qué? Oh, no. Jack, no hablaré de mi periodo contigo- respondió la chica, sorprendida por la pregunta. Tanto que casi dejó caer su dona glaseada- Es… lo que tu dijiste esta mañana, sobre probablemente tomarte un año sabático en lugar de ir a la universidad. Me puso a pensar…
- ¿Qué has pensado exactamente? ¿Decirme que es estúpido y que mamá pensará igual? - Preguntó Jack no muy contento con que ella lo mencionara nuevamente.
-No. Me hizo pensar en que, si todo sale bien y yo voy a la universidad, no te volveré a ver en quizás mucho tiempo. Estos tal vez son nuestros últimos momentos.
El muchacho guardó silencio, sintiéndose avergonzado de haberse puesto a la defensiva segundos atrás con su mejor amiga.
-Lo lamento, intento no pensar en eso- respondió él, poniendo su mano sobre el hombro de Leah- Sé que hicimos una promesa de estar juntos a pesar de todo. Y créeme, lo estaremos. Nunca romperé esa promesa. Pero debo encontrar mi camino. No soy como mamá, ella siempre está inmersa en esos enormes libros antiguos traduciendo cosas, mezclando polvos. Yo quiero salir y ver el mundo, probarme a mí mismo que sin importar lo que ocurra estaré bien. Y lo que es más importante para mí es que tú lo estés también. Eres, aparte de Mamá, la única persona en el mundo que me importa. Eres mi mejor amiga y la distancia no va a cambiar eso
En ese momento, Leah se sintió tan culpable como él hace unos momentos: Jack no tenía idea lo que se cernía sobre ellos. Sintió como nunca antes el ardiente deseo de contarle toda la verdad sobre su familia, su padre, lo que realmente hacía su madre, la verdadera razón por la que ella siempre estaba a su lado desde hace 7 años y sobre su enorme potencial mágico. Pero le juró a Andrómeda Hunter que no lo haría a menos que fuera estrictamente necesario. Aunque ella tenía una triste certeza de que pronto se vería obligada a enfrentarlo y no tendría opción, aunque temía cual sería la reacción de su amigo a la aplastante verdad.
-Vamos, no llores. Si tú vas a llorar, yo lloraré también. Como cuando vimos Toy Story 3 y fue horrible, no quiero que se repita- bromeó Jack, abrazando a su amiga. Algo que ella agradeció, pues pudo esconder la culpa que sentía- Debes irte a la biblioteca, vamos. Yo debo entrar a trabajar.
-Oh en realidad no es que debería ir, más bien quiero buscar un libro que necesito para estudiar. Ya sabes, exámenes.
- ¿Segura estás bien? Tal vez debas irte a casa.
-No, esta vez nos apegaremos al plan. Vendré por ti antes de que cierren y pasamos por comida como dijimos. Por una vez es el plan perfecto.
-Está bien, una vez en casa elegimos película. Hasta luego, Leah- despidiéndose de su amiga, le entregó una dona de chocolate- Necesitarás un poco de chocolate para encontrar ese libro.
-Gracias, cariño. Hasta luego. Saluda al señor Garrick de mi parte- se despidió ella, alejándose lentamente por la calle en dirección a la biblioteca. Una vez que se aseguró que nadie la observaba sacó el amuleto una vez más y el brillo parecía más intenso. Eso no era buena señal y ahora podía estar segura de que esas nubes no traían solamente lluvia a Witch’s Creek.
En las afueras del pueblo, tres figuras encapuchadas caminaban a través del bosque con la intención de no llamar la atención y no ser vistos. En un pequeño claro del bosque se detuvieron y el más alto de las tres personas sacó de uno de sus bolsillos, un amuleto que brilló de un color rojo casi neón por unos cuantos segundos y luego cesó. Un segundo encapuchado pareció perder la paciencia.
Editado: 26.04.2020