Dulce María y Alfonso 1987. Parte 2.
Viernes 12 de Noviembre.
–¿Te vas de viaje o vas llegando?
Le pregunta Juan Carlos a la vez que la ayudaba a cargar su maleta, Alfonso se alejó un poco para fumar y disimulando, mejorar su ángulo de vista, para ver mejor a aquella hermosa chica que platicaba con su amigo.
–Vengo llegando de México, fui a arreglar unos papeles de mis estudios, pero si voy a mi casa ya no me van a dejar salir, porque me tienen castigada, además hoy cumplo años, y como te vi con tu amigo cuando iba en el taxi, pues le dije que se regresara para ver qué hacíamos.
–Pues nosotros vamos a entrar a la Rana Rosa, si gustas yo te invito, y sirve que mi amigo y yo te lo festejamos.
Le dice Juan Carlos y Dulce María aceptó encantada, mientras volteaba a ver a Alfonso, aquel chico rubio y alto, de pelo algo largo, que apenas y la miraba y que casi no hablaba, pero también le había llamado la atención.
Ella vestía de pantalón de mezclilla y una blusa oscura, zapatos bajitos de manera informal, pues venía de viaje, y se acomodaron en una mesa de las de en medio, al borde del escenario.
Se pidieron una botella de Bacardí añejo, un ron muy popular en la época, Juan Carlos también era un muchacho muy bien parecido, de 1.70 m. De estatura, de tez blanca, cabello oscuro y bien vestido, con un conjunto gris sin llegar a la formalidad de un saco cómo su amigo Alfonso, pero sabía vestirse formalmente, Juan Carlos y Dulce María platicaban de trivialidades entre ellos, y Alfonso casi no participaba, y ni lo intentaba, porque se la pasaba volteando hacia todos lados, aunque era un chico seguro de si mismo, a la vez era muy introvertido, y un tanto tímido.
–¿Tu amigo no habla?
Le pregunta Dulce María a Juan Carlos, con la voz un poco alta, asegurándose de que la escuchara, al verlo que no se abría con ella, ni trataba de hacerlo, ya que se la pasaba distraído.
Alfonso sonrió malévolamente complacido, ya que su técnica de hacerse el indiferente, había funcionado.
–¡Mejor déjame así, porque cuando me agarres confianza, te aseguro que ya no vas a querer escucharme, y por cierto; ¡Que bonita eres! Te felicito.
Dulce María se rió con lo dicho por Alfonso, en ese momento una chica cantaba en vivo con el micrófono del grupo, y le dijo a Juan Carlos.
–¡Yo también quiero!
Juan Carlos se levantó para hablar con los del grupo y conseguirle un turno en el micrófono a su amiga.
–¿A poco si te vas a tirar un palomazo? –le pregunta Alfonso.
–¡Claro batito! Y luego sigues tú.
—Yo no canto ni cuando me baño, guapa.
Le contesta Alfonso al tiempo que ella se levantaba para ir al escenario.
–¡Mudanzas de Lupita D’alessio, por favor!
Le dice a los del grupo, e inmediatamente comenzaron con sus acordes.
—¡Ya valió madre, Juan Carlos, es una discípula de la D”alessio, lástima.
Dice Alfonso y se acomodó en su silla, pues cada minuto que pasaba le gustaba más la chica, que arriba del escenario le daba un mejor ángulo para admirarla y escucharla, pero nadie supo si por introvertido, o simplemente por estrategia, trató de no ponerle más a atención de la debida.
Hoy voy a cambiar
Revisar bien mis maletas
Para sacar mis sentimientos
Y resentimientos, todos.
Haré limpieza a mi armario
Borraré rencores de antaño
Y angustias que hay mi mente
Para no sufrir,
Por cosas tan pequeñitas
Y dejaré de ser niña
Para ser mujer.
Ella se lucía en el escenario, bien entonada, aparte de su juventud y su belleza, pero se molestó un poco al darse cuenta que aquél chico que ya la tenía impresionada, estaba de media espalda, platicando con su amigo que sí la miraba de frente.
Hoy voy a cambiar
Sacaré a la luz mi coraje
Me entregaré a lo que creo
Y seré siempre yo, sin miedo.
Bailaré y cantaré por hábito
Para ver claro en vez de oscuro
Revelaré mis secretos
Y dejaré de vivir
Si no es por vivir la vida
Que grita dentro de mi, mi libertad.
Ya para estas frases de la canción, Alfonso ya se había sentado a manera de verla y escucharla de frente, por recomendación de Juan Carlos, porque le dio pena de que ella se dio cuenta de que casi la estaba ignorando, por educación y porque en realidad aquella bella chica se estaba adueñando del escenario con su actuación, ya que todos los presentes en aquel bar de poco más de 30 mesas, le estaban poniendo atención.
Hoy voy a cambiar
Salir de dentro de mí
No ser solo corazón
Dejar de parar fracasos
Soltaré los brazos y la libertad
Que oprime mi razón.
Volaré libre con todos mis defectos
Para poder rescatar mis derechos
Y no cobrarle a la vida
Caminos y decisiones.
Hoy quiero cambiar y debo cambiar
Dividirle al tiempo y sumarle al viento
Todas las cosas que un día
Soñé conquistar.
Porque soy mujer como cualquiera
Con dudas y soluciones
Con defectos y virtudes
Con amor y desamor
Suave como gaviota
Pero felina cómo leona.
Tranquila y pacificadora
Pero al mismo tiempo
Irreverente y revolucionaria
Feliz e infeliz
Realista y soñadora,
Sumisa por condición
Más independiente por opinión.
Porque soy mujer
Con todas las incoherencias
Que nacen de mi…
Fuerte, sexo débil.
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Editado: 25.09.2023