Alfonso joven y soltero, 1987, parte 2.
Viernes 12 de noviembre.
Realidad original.
Y al mismo tiempo, bueno no, en realidad no lo se, pero en 1987, bueno el viernes 12 de noviembre de 1987, ya pasaban de las 12 del día y Alfonso se le queda mirando a su mamá, algo estaba pasando pero no sabia qué era.
—Creo que tuve un mal sueño, jefa, mejor dame algo de comer en lo que veo que onda.
Le dice a su mamá y pasando por la sala y el comedor de su casa, se metió al baño del primer piso, tan solo para mirarse al espejo, todo parecía normal, pero sabía que algo estaba pasando.
Se lavó la cara y los dientes y se metió al cuarto de televisión, dónde 2 de sus hermanos seguían jugando el Nintendo.
—¡Ya duérmanse chamacos! Yo me subí a mi cuarto a las 6 y ustedes estaban aquí. —les dice dándoles un zape.
—Pues sí, carnal, pero estábamos esperando a que tú te durmieras para jugar.
Le contesta su hermanito Christian, el más chico.
—¿Apenas van ahí? —les dice al ver el escenario del juego que estaban jugando.
—Le vamos a hacer otro intento, pero ya sabes que tenemos meses trabados en este juego. —le dice su hermano Billy.
—¿Trabados, en qué? Si ese juego está muy fácil, yo tiene años que me lo acabé. —les dice Alfonso.
—¡Es que no sabemos que tenemos que hacer! ¿Y como y donde madres te lo acabaste? Si ayer estabas igual que nosotros, busque y busque sin saber que hacer ni a dónde ir.
—Pues si güey, pero ahora que andaba ahora en la plataforma tuve un sueño para resolverlo, en el gran continente, métete a la cueva de Hyrule de las montañas de la muerte, hacia ese pequeño bosque que está arriba, ya estando ahí, te pones a cortar todos los árboles con la espada, ya luego me dices si te vuelves a trabar.
Les dice Alfonso y sus hermanos al seguir sus instrucciones, pudieron avanzar hacia una nueva búsqueda que tenían meses de no encontrar.
—Ya vente a comer, Foncho.
Le dice su mamá, el reloj de la cocina marcaba las 12:30, y el calendario de paginitas arrancables marcaba el mismo día, viernes 12 de noviembre de 1987
—¿No va a venir Elsita? —le pregunta su mamá.
—¡Ni me la menciones! —le contesta. –Si ya sabes que me puso el cuerno ahora que andaba en la plataforma, y ya la mandé a la goma.
–¡Con razón no ha venido! –le dice su mamá. –Hay hijo, tan bonita y tan buena muchacha que parecía, y con razón andabas de borracho perdido en Garibaldi, pero tú no te fijes, que al rato conoces a una más bonita.
Y así, entre superar su pena de amor, y resolver aquel juego de vídeo con sus hermanos y amigos, que ya abarrotaban el cuarto de televisión, se le fue el día.
Y de hecho, así eran sus días, entre que pasarse todo el día jugando Nintendo con sus hermanos, ir por las tardes a casa de su novia, que vivía a 2 cuadras, bueno, iba a casa de su novia, antes de que terminaran, y salir los fines de semana a las discos o a las fiestas de sonidos disco de la época, ya que también él tenía su propio equipo de sonido, que lo trabajaban más que nada sus hermanos, porque él era tan tranquilo que sí nadie lo sonsacaba, se la podía pasar jugando Nintendo todos los días, aunque fuera Viernes social, o sabadito alegre.
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Editado: 25.09.2023