Capítulo 39.
Dulce María joven y soltera 1987, parte 4.
Domingo 14 de noviembre.
Realidad original.
Las 11:39 P.M.
Dulce María cerró los ojos deslumbrada, pero antes de que pudiera reaccionar, ya el tono de la llamada que había hecho, le captó toda la atención.
–¡Hey!
Le contestó la voz que quería escuchar, y escuchando a la vez los latidos de su emocionado corazón, le preguntó, con voz nerviosa.
–¿Alfonso?
–¿Si, quién habla?
–¡Hola, habla Dulce María! Nos conocimos el viernes en la 20, y de ahí nos fuimos a la Rana Rosa, yo soy la amiga de Juan Carlos; ¿Me recuerdas?
–¡Ah si, claro que te recuerdo! ¿Cómo olvidar esos lindos ojos demoníacos? Oye, a propósito, discúlpame por haberlos dejado así, e irme sin despedirme, es que andaba medio calibrado, y además con el corazón herido, pero en buena onda, eh, discúlpame.
Dulce María se sentó tratando de tranquilizarse, porque no quería que la emoción la hiciera decir estupideces, y que Alfonso se diera cuenta que estaba emocionada y nerviosa.
–¡Dulce María! Ya es tarde para que estés hablando por teléfono, ya cuelga y vete a dormir, porque el camión sale a las 5 de la mañana.
Se escucha la voz regañona de su mamá.
–¡No te preocupes, yo también dije algo que no debí decir! Pero… ¿Nos podemos ver mañana? Es que ya tengo que colgar porque mi mamá me está regañando por estar hablando por teléfono tan tarde.
–¡Si claro! Me llamas y nos vemos mañana y comemos, cenamos o nos vamos al cine, cualquier sitio donde no haya alcohol; ¿Sale?
–¡Si claro, iremos a donde tú quieras!
Dice Dulce María terminando con la llamada y colgando se subió a su cuarto, no sabía el por qué pero se sentía muy feliz, y tranquila, tan tranquila que apenas cerrando los ojos, se quedó dormida.
Pero sus sueños no fueron del todo placenteros, ya que soñó con niños que nunca había visto, y escenas con gente conocida que nunca había vivido, en lugares en los cuales nunca había estado, pero se le hacían las cosas tan familiares, tan personales, cómo si ya las hubiera vivido, pero estaba confundida, porqué en ninguno de esos sueños aparecía aquel muchacho de los ojos tristes, en quien había pensado tanto durante las últimas horas, y quién hasta en sus sueños quería ver.
Pero su despertador de flip clock sonó a las 4 de la mañana del viernes 12 de noviembre de 1987, despertándola con aquella canción de Andy Williams “Love story“ pero que Vicky Carr había hecho más popular en español en radiodifusoras locales.
***
Qué difícil es
secar la fuente inagotable del amor,
contar la historia
de un momento de placer,
reír alegre cuando siente el corazón
un gran dolor.
***
Qué bonito es
que tras la lluvia del verano salga el sol,
y el pavimento adquiera el brillo de charol,
que tu sonrisa me devuelva la ilusión
que ayer perdí.
***
Anunciándole su partida hacia su destino, pero ella solo estiró la mano para ver la hora y apagándolo se volvió a dormir, hasta que su hermana Patricia, irrumpió en su cuarto para despertarla.
–¡Hey holgazana, despierta que te va a dejar el autobús!
–¿Cuál autobús?
Pregunta Dulce María, todavía adormilada y molesta, porque la habían despertado dos veces ya, en un sueño que ya le estaba gustando.
–¿Cómo que cuál autobús? El A.D.O. mensita, ya es Viernes y te tienes que ir a México por tus documentos. –le dice Paty.
–¿Viernes? ¡Pero si ya fui y regresé! Y hoy es Lunes, no viernes.
–Deja de estar jugando y termina de despertarte, anda, que mi papá ya está arrancando el carro para irte a dejar a la central.
–¡Ya te dije que ya fui y regresé de México, ahí sobre mi tocador están las carpetas de los certificados que me entregaron.
Dice Dulce María ya levantándose molesta, para enseñarle las carpetas a su hermana, pero por ningún lado encontró lo que buscaba.
–¡Ya Dulce, que se nos hace tarde!
Se escucha la voz de su papá, don Maximiliano, desde la parte de abajo de su casa.
Y todavía sin comprender la situación, porque todo indicaba que apenas era viernes por la mañana, sus relojes, los boletos del autobús, y hasta la voz del locutor Luis Calleja Betancourt, de la X.E.J.D, que saludó a los radioescuchas, dando los buenos días de aquel viernes 12 de noviembre de 1987, el día de su cumpleaños número 21, y a regañadientes, se la llevaron a la central de autobuses, donde todavía tenía la esperanza de que no la dejaran subir al autobús, porque las fechas de sus boletos eran pasadas, porque ella estaba segura que ya era lunes 15 de noviembre, 3 días después de su cumpleaños número 21.
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Editado: 25.09.2023