Días después, Jamie vio llegar al amanecer. Llevaba cerca de una hora mirando a través de las rejas en la ventana de su celda, pero no lo hacía porque estuviera esperando la hora de salir, lo hacía porque estaba pensando en las palabras justas que usaría más tarde con Cross. Mérito de la decisión tomada y ya sin posible retorno.
Asegurándose de que así fuese, había caído en cuenta de que estaba sin más piezas que dar, su relato estaba completo y el final del mismo estaba a cada minuto más cerca. Una realidad a la que de ninguna manera le gustaba sentir que Alex sería expuesto. Después de todo, desde el momento en que se lo había dicho a él, lo creyó, para Jamie, Alex era su amigo. Sin importar las circunstancias y el lugar, eso era un hecho.
Cerca del mediodía, pasado ya el desayuno y las horas de esparcimiento al aire libre, Jamie estaba en la biblioteca con Betty a su lado. Al principio dudó para sus adentros, él sabía que la manera de acceder a la reunión que quería con el director era a través de ella, pero también tenía muy en cuenta que Betty le pediría una razón, algo que no podía darle, no si consideraba decir la verdad. Sin embargo, más que convencido de su siguiente paso, de todos modos la hizo conocedora de su necesidad.
—Betty, tengo que pedirte algo.
La enfermera, como en muchas otras ocasiones, en silencio a un lado del muchacho mientras intentaba leer alguna parte de las páginas que a Jamie le tomaban tan poco tiempo terminar y cambiar, lo miró sin pronunciar palabra. Él no correspondió su mirada; solo se limitó a continuar.
»Tengo que hablar con Ed a solas y necesito que le pidas recibirme ahora.
—¿Ahora?
—Sí, ya lo pensé y es el momento.
—¿Momento para qué, Jay? ¿Debería preocuparme?
—No. —Rio mirándola a los ojos, restando la tensión que comenzaba a cobrar el momento—. Son cosas de hombres, Betty. No puedo decirte porque me apena.
—Entiendo. —Betty asintió.
En realidad no lo entendía, jamás había escuchado en boca de Jamie una expresión como ‘cosa de hombres’ lo que activó una pequeña alarma. Nada significativo al tomar en cuenta que ella tenía un acuerdo con Cross. Fuera lo que fuese aquello que Jamie quería decirle a él, ella lo sabría poco después.
»Veré si él está disponible.
Betty se levantó del banco con la idea de llegar a recepción.
—¡Dile que serán solo cinco minutos! —Se apresuró a decir, haciendo a la enfermera voltear a verlo y asentir nuevamente antes de seguir su camino.
Ella salió del sótano no sin antes tomar del brazo a una enfermera junto a la puerta y pedirle vigilar al muchacho. Poco después regresó, pero no tomó asiento. En su lugar, Betty se quedó de pie a espaldas de Jamie.
—El director dijo que tiene cinco minutos. Él te recibirá ahora.
Las emociones y el nerviosismo se apoderaban del cuerpo de Jamie mientras recorrían los pasillos rumbo al despacho de Cross. Si bien era cierto que él ya tenía ensayado su discurso, su prioridad no era otra que evitar cualquier duda. Sus verdaderas intenciones no podían estar siquiera cerca de asomarse a la luz. Eso lo arruinaría todo de maneras que el muchacho ya no podría manejar.
—Puede retirarse. —Le ordenó Cross sin permitir que Betty pudiera atravesar el umbral de la puerta. Él los había estado esperando frente a su despacho.
»¿Qué sucede, Jamie?
—Tengo que hablar con usted sobre un asunto importante. Creo que le gustará saber lo que voy a decirle.
—Te escucho. —Cross que había vuelto tras su escritorio y tomado asiento, abrió el cajón para tomar su cajetilla de cigarrillos.
—Es sobre Alex. —Su mirada permaneció baja—. Su momento llegó, Ed.
—¿Cómo dices?
—No hay necesidad de fingir, para no tener que hacerlo era que teníamos un acuerdo, ¿recuerda?
—¿Pero así, tan de repente? —Cross sonó incrédulo, no podía hacer menos.
—Sí, me aburrí de él y quiero que se vaya. Que venga un nuevo psiquiatra. Y ya que ambos sabemos que él es una molestia para usted, no veo por qué no estaría de acuerdo.
—Así que de repente decidiste hacer algo desinteresado por mí, ¿eso es lo que tengo que creer? —Cross encendió su cigarrillo y apoyándose en el respaldo de su silla negó con la cabeza—. Disculpa si me cuesta creerlo.
—Está siendo demasiado duro. ¿No es esto lo que usted quería, que él se vaya? Bueno, ahora tiene la oportunidad de extender la partida. El juego no tiene porqué terminar.
—Es que no puedo confiar si no me das una buena razón para hacerlo. Que te hayas aburrido de él no suena como una.
Jamie miró a Cross directo a los ojos. Se mantuvo en silencio hasta que bajó la mirada hacia sus propias manos, inquietas entre sí. Algo que quería controlar, pero como le sucedía muy a menudo, no pudo hacerlo.
—Usted gana, Ed. Seguiré siendo la atracción principal en este circo. Eso es lo que le estoy diciendo. Según todos estoy loco así que el aburrimiento suena como una razón válida para mí, ¿por qué para usted no?
Cross acomodó su postura en la silla, se sentía satisfecho. Eso era lo que esperaba escuchar, pero algo en su interior le decía que no podía ser tan fácil. Tratándose de Jamie, algo siempre permanecía oculto, pero ¿qué podría ser y por qué?
—Él hará preguntas —dijo Cross, apelando a la mirada del paciente que permanecía esquiva—. ¿Qué se supone que le diga para que él no intente nada?
—No importa. Eso es lo de menos.
—¿Cómo?
—Estoy agradecido con Alex, Ed. —Jamie lo miró, pero su expresión solo causaba más dudas en el director. Él no mostró ni un solo rastro de sus típicas reacciones. Lejos de sonreír como acción tranquilizadora, Jamie se mantuvo serio—. Solo tengo dos condiciones para que pueda salirse con la suya.
Allí estaba, Cross podía sentirse más tranquilo, lo típico de un muchacho que nunca daba nada sin exigir algo a cambio primero, tomaba la palestra.
—¿Qué quieres?
—Debe ser muy generoso con él. Hizo un gran trabajo y merece ser reconocido por eso. —Cross asintió, de acuerdo—. Quiero que lo despida y le dé un año de salario en compensación, así como su recomendación para que él pueda encontrar trabajo en otro psiquiátrico.
Editado: 29.11.2020