Jc parecía un niño normal...

Nazaret

Pasado un tiempo, se enteraron de que las autoridades habían cambiado en su país y podían regresar a sus tierras. Tomando al niño, María y José fueron a Nazaret a la hacienda de su padre.

De regreso de Egipto, conforme el niño crecía, las preocupaciones de su madre también.

Sin dudas era un niño muy inteligente, demasiado para su edad, pero además era un niño con un carácter muy fuerte. Si bien le gustaba jugar como a cualquier otro niño, a la edad de 5 años era más bien solitario y los otros niños no querían jugar con él. Su madre afligida siempre le preguntaba por qué no jugaba con otros niños y trataba de hacer amigos pero JC no le prestaba demasiada atención.

Un día, su madre conversaba con su padre mientras JC jugaba cerca del arroyo, solo como siempre. Ella necesitaba saber cuál era el motivo que los otros niños de  la zona no quisieran jugar con él ni ser su amigo. El padre, tratando de esquivar ese tema, le respondió que eran cosas de niños, que no podía forzarlo a tener amigos o jugar con otros. La madre, no muy satisfecha con la respuesta, se fue a casa de su prima Elisabet y le planteó todas sus inquietudes. Sabía bien que con ella podía hablar francamente y contarle las cosas que le aquejaban. Elisabet no quería ser la portadora de malas noticias para María, pero viendo lo afligida que estaba, decidió contarle lo que estaba pasando.

  • Hace un tiempo se vienen corriendo algunos rumores sobre tu hijo en el vecindario, le dijo. La vecina por ejemplo comentó en el mercado que unos niños estaban jugando a la pelota en la calle, JC pasaba por allí y le pegaron sin querer. Según los comentarios de esta mujer, tu hijo giró enfurecido echando una maldición sobre aquellos niños que quedaron ciegos al instante.

María no pudo más que reírse ante lo que Elisabet le contaba, creyendo que tal vez fuera una broma. Pero al ver que su prima no se reía sino que la observaba seriamente, se tuvo que sentar para poder seguir escuchando las historias que se contaban sobre su hijo.

  • Aún hay rumores peores, continuó. Se dice que otro día JC jugaba en el arroyo y el hijo de Anás fue a molestarlo. Tu hijo encolerizado lo maldijo y el niño quedó paralizado como estatua. Sus padres aún no saben qué hacer con él, lo han llevado a los mejores especialistas del país pero ninguno lo ha podido curar.

María no salía de su asombro.

  • Me estás contando estas cosas sobre mi hijo que tiene 5 años, le dijo. Debe haber alguna clase de error, lo confunden con otro niño o tal vez, como siempre lo ven tan solitario e independiente, sienten envidia y calumnian contra él.

Elisabet no hizo más que negar con la cabeza y quiso contarle una más de las historias que se decían sobre JC, tal vez una de las peores.

  • Dicen que otro día, unos niños jugaban con piedras cerca del estanque cuando JC fue por allí a buscar agua. Uno de los niños comenzó a tirarle piedras a tu hijo por la espalda, quien se dio vuelta y según contaron los otros niños que estaban allí, le dijo irritado: “No continuarás tu camino.” ¡Y el niño cayó muerto!

Comenzando a llorar por su hijo, María no podía, no quería creer lo que le contaba, sólo lo creía porque era su prima, su mejor amiga y confidente la que lo hacía.

  • No puedo creer lo que me dices mujer. ¿Cómo José no me ha dicho nada? ¿Será que aún no lo sabe?

Elisabet sabía bien que José ya estaba enterado de estos acontecimientos relacionados con su hijo.

  • Probablemente no te ha querido contar para no preocuparte, la consoló. Por lo que supe, los padres de estos niños que te conté, buscaron a tu esposo de inmediato para reclamarle por los actos de tu hijo. Incluso supe que los querían echar del pueblo. Pero José es un buen hombre y supo convencer a la gente para que lo perdonaran.

Al volver a su casa, María quiso conversar enseguida con su esposo.

  • José, Elisabet me contó lo que se anda diciendo de nuestro hijo. ¿Crees que es verdad todo lo que se dice de JC?
  • María, no te he querido contar nada para no afligirte. Cuando los padres de esos niños han venido a buscarme para reclamarme, les he acompañado para ver lo que nuestro hijo les había hecho a sus hijos, y he podido comprobar que era cierto lo que me decían.
  • ¿Pero no pensaste que tal vez culpaban a nuestro hijo por algo que él no hizo?
  • María, he hablado con él y me lo ha confirmado… ya lo he reprendido por lo que ha hecho y si bien no he conseguido que me prometa que no lo hará más, me ha respondido que se callaría a causa de mí.



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En el texto hay: milagros, resurrecion, jesucristo

Editado: 19.02.2020

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