Jefe, tendré un hijo suyo

Capítulo V

“Cuando se está en medio de las adversidades ya es tarde para ser cauto”

Séneca

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Tengo una mala sensación, sí, una mala sensación de esas que sabes que algo muy malo pasara y sabrás que te arruinará el día a un punto de no saber cuál será la mejor solución para poder sentirte mejor o recuperarte de esa caída; la verdad es que odio cuando a veces tengo este tipo de instintos, porque ni quisiera puedo decir que solo es más que una simple sensación pasajera cuando ya me han pasado muchas veces y ese presentimiento ha terminado de suceder.

Cierro los ojos y me dejo caer en el respaldo de la silla que está en frente del escritorio de la doctora Lozo, estoy esperándola junto con Rade para saber los resultados de ambos exámenes que nos hemos hecho para conocer las razones por las que aún no he podido tener hijos; tengo una cierta intranquilidad que no puedo dejar de ver hacia los lados, sentir como mi corazón late muy rápido, como mis manos sudan y la ansiedad ha provocado que mueva una de mis piernas de forma acelerada.

Veo como la doctora entra a su propia oficina para darnos un candoroso saludo, se sienta en su silla y de una carpeta con el apellido Ivanović, empieza a sacar varios papeles los cuales no tarde en descubrir que son todos los exámenes que me hice y por supuesto, los que Rade también se hizo; me pongo un poco impaciente al no escuchar una palabra de ella, sin añadir que no demuestra ninguna sonrisa que me haga sentir segura de que los exámenes no indiquen alguna alteración o daño en nuestro sistema reproductor.

Aunque últimamente he pensado si mi futuro sea que no tenga hijos con Rade o no forme una familia, que simplemente seamos solo los dos, aunque la idea me parece un poco trágica porque aunque muchas parejas no tienen la necesidad de tener hijos porque saben que su felicidad se puede encontrar en otro tipo de experiencias gratificadoras, ahora ya no sé si en realidad, mi felicidad pueda ser así, llegar a anciana y solo tener a Rade a mi lado… Ay no, no quiero seguirme atormentando más con ese tipo de pensamientos pero necesito tener una respuesta ya.

— ¿Cómo están? —Dijo la doctora rompiendo el hielo.

Rade y yo nos dimos una mirada porque a pesar que él día de ayer tuvimos una de las miles de discusiones que hemos tenido durante todo nuestro matrimonio, no creo que todo entre nosotros aún se encuentre bien, ya que a pesar que acepto la ayuda y la solución que le he dado sobre ir a terapias psicológicas para dejar su adicción a los juegos de azar, aún falta mucho para saber si él las conllevara a cabo y cumplirá su promesa, lo cual tengo muchas dudas si eso podrá suceder porque así como Rade es impaciente, cualquier cosa me puedo esperar de él.

—Bien, estamos ansiosos por saber lo que dicen los exámenes. —Comentó él.

Juego con mis manos hasta que el anillo de compromiso se desliza por mi dedo para terminar de caer al suelo, haciendo que tenga que agacharme para recogerlo antes de que lo pierda de vista; al tomarlo con mis dedos me doy cuenta como la joya entre mis manos se vuelve pequeña, aún sigo sin creer como es que Rade tuvo valor de pedirme que nos casáramos luego de que nos graduáramos de la universidad —él con su posgrado y yo apenas con mi pregrado— tan así, que tampoco fui racional en el momento de aceptar el compromiso, quizás debí de meditarlo con mi almohada pero creo que quizás el motivo por el cual lo hice fue porque para aquella época me sentía sola, tanto, que no me quedaba más que mi tía quien había dejado de mantener contacto conmigo los primeros cinco años luego que se casara y tuviera a Marinella.

— ¿Danika?

Me levanto para poder sentarme mejor en la silla cuando escuche como Rade me llama para ponerle atención a la doctora. Antes de poder conocer el resultado definitivo de los exámenes, puse el anillo de compromiso de nuevo en mi dedo anular, sintiendo como este se vuelve un poco grande al posicionarlo en mi delgado dedo anular, no puedo creer como el objeto puede cambiar de dimensión, pero sigo diciendo que no era necesario aquel diamante para una boda que solo fueron entre conocidos y amigos.

—Estuve leyendo y analizando cada uno de sus resultados —empezó a decir.

— ¿Hay buenas noticias? —Ya no pude quedarme callada.

Por la carencia de emoción que reflejo su rostro, no supe si decir si en verdad hay malas noticias o en realidad, no es más que mantener el control emocional como parte de la formación de los profesionales médicos antes de dar una respuesta.

—Señorita Ivanović sus resultados son nítidos, no tiene ningún problema de fertilidad, por lo que usted puede tener hijos cuando lo desee. —Trague hondo porque empezaba a ver la realidad del asunto más claro.

Le doy una mirada de reojo a Rade para ver como se ha puesto tenso, tanto que ha erguido su espalda y comienza a respirar muy lento como si intentara contener el aire en sus pulmones para no resaltarse entre la doctora.

—Entonces, ¿qué hay de mí? —Preguntó él.

Muerdo mi labio inferior mientras pienso que soy la primera en sentir la presión al ver como la doctora no dice ni una palabra en el momento en que aleja mis resultados para pasarse a los de Rade que suelen ser menos.

—Señor Ivanović, sus exámenes son los que me preocupan —a Rade le cambió el rostro de un segundo a otro —. De acuerdo a sus resultados, concuerdan que usted tiene un problema de infertilidad masculina.




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