El pequeño Brad de 6 años estaba escondiéndose debajo de la cama de su madre, aguantando la risa.
Era la hora del baño y como no se quería bañar, en ése lugar super secreto, no sería encontrado jamás.
Vio los pies de su madre adoptiva, quien paso a la habitación y se acercó a la cama para acostarse.
¿Será qué se rindió y ya no iba a hacer que se bañe?
¡Bien! Una victoria para los niños del mundo.
-¿Hola, Santa? Le informó que mi niño se está portando mal y no se quiere bañar, así que no va a hacer falta que le traiga regalos esté año.
-¡No es cierto! ¡Ella miente, mami es la que se porta mal, no yo!- gritó el pequeño, saliendo de su escondite para ver como su inexpresiva madre no hablaba con nadie.
-Te encontré.- dijo la androide, añadiendo otra victoria como buena madre humana a su lista.
-No es justo.
¿Cómo es que siempre me encuentras?- preguntó Brad, acostadose en la cama con los brazos abiertos.
No importaba donde se oculte, su madre siempre lo podía encontrar muy fácilmente.
-Es por que soy tu madre.- respondió la rubia, acariciando el cabello de su niño humano.
No le iba a decir que gracias a su avanzado sistema lo podía detectar en cualquier parte de la casa.
-Mami es muy increíble, me alegro de que me permitas ser tu hijo.- dijo Brad, sentándose y abrazando a su madre adoptiva, con la clara intención de convencerla para no hacerlo bañar, pero falló.
Según la información adquirida, un humano debe mantenerse siempre bien higiénizado, así que Brad desde ya, va a adquirir la costumbre de bañarse todos los días.
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Jennifer One, la mejor androide que podría existir, se encontraba acostada en el sofá de la sala, con sus ojos cerrados mientras el niño que una vez adoptó, lo veía de lejos con preocupación y asustado.
Ninguno de los dos sabía lo que le sucedía ya que ella no solía estar enojada ni felíz, nunca, sólo mantenía un semblante sin expresión pero ahora estaba muy enojada, cosa que sólo el chico sabía y ella intentaba comprender.
Lo que sí sabían ambos, es que todo era culpa de él, pero sin saber por que es su culpa.
El chico vio como alguien iba llegando, siendo una mujer con bata, cabello negro, ojos marrones, anteojos y un par de ojeras.
Por fín Brad suspiro aliviado y se acercó felíz a ésa mujer.
-No corras en la casa, castigado por dos semanas, sin videojuegos.- dijo la androide, dándole una mirada asesina a su hijo asustado que palidecio, dejó de correr y se acercó caminando a su abuela.
Nunca había sido castigado, pero vaya que tenía miedo.
-Que bien que llegaste, abuela.
Jennifer esta actuando de manera rara, esta muy enojada y no sé por qué.- susurro el chico, mirando en dirección de la androide que le daba la espalda por estar sentada en el sofá.
La rubia levantó la cabeza y se cruzó de brazos.
-Brad, hablar a las espaldas de los demás está muy mal, un mes de castigo, sin videojuegos ni Internet.- aclaró la mujer.
El chico al oír éso se estremeció y miró a su abuela con los ojos llorosos, para ver como ella la veía con el ceño fruncido.
¡¿Ahora también ella?!
-¿Desde cuando la llamas Jennifer?- preguntó la de anteojos.
¿Será qué él ya sabía la verdad?
-Yo... desde hoy, es que mis amigos se reían de mí y...
Respondió el chico, agachado la mirada.
Ahora que lo decía en voz alta, sonaba como algo sumamente tonto.
-Tienes prohibido tener amigos desde ahora.- dijo Jennifer desde su lugar, sin voltear a ver a su asustado hijo adoptivo.
La recién llegada, dio un suspiro profundo y miró a su nieto.
-Ve a tu habitación, tengo que revisar que tu madre esté bien.- ordenó.
El muchacho no discutió, sólo asintió y se fue corrien...
-¡Dos meses de castigo por correr!
Se fue caminando entre llantos a su habitación.
La mujer de bata se acercó a la androide y se sentó a su lado para verla, siendo ignorada.
En ése momento la androide tenía el ceño fruncido.
La científica sonrió y se alejó un poco, sólo por precaución.
-Felicidades a ti por lograrlo y a mí por crearte, en esté momento estás experimentando un sentimiento humano, el enojó.- dijo la de anteojos.
La androide volvió a su mirada sin expresión y miró a su creadora.
-¿Sentimientos?
Un ser artificial no puede tener sentimientos, seguro que es una falla en mi sistema o una mala programación.- exclamó la rubia.
No había forma de que un androide desarrolle sentimientos ni pasando mil años intentándolo.
-Eres única en tu especie, fuiste creada con el propósito de desarrollar sentimiento y luego de... no sé cuantos años tenga el mocoso, por fín estás mostrando algo de avance, siendo el enojó tu primer sentimiento.- explicó la científica.
Creyó que fue un fracaso, pero luego de tantos años, por fín veía algo de avance.
Jenny no dudo en las palabras de su creadoras y fue capaz de entender por que su interior era como el de un ser humano pero creado a base artificial, todo éso por que el propósito de su creadora fue que desarrollé sentimientos humanos.
-¿Y cómo hago que esté sentimiento se vaya?
No quiero estar enojada con Brad por algo que no entendiendo.- dijo la androide.
Era injusto para Brad tener que ser castigado por cada cosa que haga mal, así que necesitaba entender qué hacer.
La científica miró a su creación con orgullo y del bolsillo de su bata sacó un arma, no creyendo que estaba otorgándole tal poder a su creación.
-Ahora es tu turno; te otorgó el poder de una verdadera madre.- dijo la científica con sus ojos llorosos.
Estaba tan felíz que no se podía contener.
La androide miró la chancla que le entregaba su creadora, buscó información en la red sobre qué hacían las madres con éso y al encontrar los resultados, levantó la mirada.
En el pasado había amenazado a Brad con ésa arma de castigo, pero nunca le hizo nada más que éso, amenazarlo.