Abro mis ojos con pesadez, pero de inmediato soy obligada a cerrarlos de nuevo debido al impacto de la luz que recae sobre estos.
-al fin despiertas. –esas palabras, esa voz, ¿Dónde se supone que estoy? –vamos Anderson, sé que estas despierta. –bueno espero que esto no sea algún tipo de secuestro y en el momento que me intente levantar no este encadenada de pies y, manos.
Me incorporo sobre la cama sintiendo cierto hormigueo recorrerme de pies a cabeza, no podía asimilar por completo donde estaba, tuve que parpadear varias veces seguidas para darme cuenta que estaba en mi habitación. ¿Cómo había llegado hasta aquí? No estaba segura de lo que había pasado después de que me desmaye, aunque sé que alguien me había visto.
-Anderson, voltea. -¡diablos! Hasta este preciso momento capte quien estaba a mi lado. Volteo con los ojos abiertos de par en par tragando con dificultad y, ahí estaba el, viéndome desde el umbral de la puerta de mi balcón con los brazos cruzados, llevaba puesta una camisa gris de manga larga con bordados en blanco claramente visibles, un pantalón azul gastado y, su cabello se encontraba ligeramente más corto que la última vez que lo había visto. –parece que no esperabas que fuera yo quien te trajo a tu casa. –su tono de voz era demasiado serio para mi gusto, aunque no esperaba menos luego de que haber presenciado lo que me sucedía.
-¿Cómo? –sin dejar de verlo señale la puerta de mi habitación.
-te desmayaste por un buen rato y, como tu temperatura bajo decidí esperar el tiempo suficiente para hacer parecer que acabamos de salir del colegio, así evitar cualquier sospecha extraña de parte de tus padres, luego vine hasta aquí esperando que hubiera alguien, pero estaba vacío, así que tuve que meterme por el balcón de tu cuarto contigo en brazos. –contesto mi pregunta no formulada sin demasiado esfuerzo. Baje mi brazo aun con la mirada clavada en él, me sentía… ¿avergonzada tal vez? No lo sé, aunque el hecho de que tuviera que cargar conmigo hasta aquí, no me hacía sentir nada cómoda.
-tu… -no puede terminar ya que se escucharon toques en la puerta llamando mi atención.
-¿May? ¿Estás ahí? –era mi madre, de seguro acaba de llegar del trabajo.
-nos vemos en el acantilado. –Allen se dispuso a salir por mi balcón.
-espera… -trate de levantarme de la cama para detenerlo, pero de nuevo toques en la puerta.
-¿May? –se giró repetidas veces el picaporte, por un segundo pensé que mi madre podría entrar y, verlo ahí parado, pero la puerta estaba con seguro.
Pudo haberte violado.
Lindo pensamiento conciencia.
-no faltes. –sin más salto por mi balcón dejándome sola en mi habitación.
-¿hija? ¿Hay alguien ahí contigo? –me di una bofetada mental por no haber hablado más bajo.
-no… es… ya te abro. –corro a la puerta abriendo solo parte de esta y, colocándome en medio del paso. Mi madre me miro con los ojos abiertos por mi repentina reacción.
-¿hablabas con alguien? –no tenía nada en la mente… vaya momentos en los que mi cerebro decide dejar de trabajar.
-no –comienzo a rascar mi nuca con nerviosismo. –era el alta voz, estaba platicando con un compañero acerca de un laboratorio de química. -¿suena razonable? Si, si suena razonable.
-jum., ¿puedo pasar? -¿puede? Si, espera ¿Qué?... maldito Allen.
-claro. –abrí la puerta dejándola pasar, de inmediato su vista investigo la habitación y, no me había percatado de que la puerta del balcón continuaba abierta y, había algo mucho más importante, una chaqueta de cuero negro se encontraba a un costado de mi cama, y me dio la corazonada de que la tenía encima antes de levantarme.
-¿Por qué tienes la puerta abierta? –no sabía que decir, siempre mantengo esa puerta cerrada.
-¿tenía calor? –definitivamente eso sonó mas como una pregunta en lugar de una afirmación.
-May está helando allá afuera, no sé ni cómo no andas suéter puesto. –mi madre corrió a cerrarla puerta y, yo aproveche a acercarme a mi cama empujando con mi pie la chaqueta debajo de la misma.
-bueno es que tuve un día pesado y… me dio calor. –mi madre había terminado de cerrar la puerta de mi balcón y, aunque se arropaba a sí misma en el inmenso suéter rojo que llevaba encima sé que lo hizo más para ver si había alguien fuera.
-bueno está bien. -mi madre suspiro con fuerza, estaba claro que le costaba creer lo de la llamada y, la repentina forma en que deje mi puerta abierta de par en par cuando hay un frente frio espantoso. Mi madre estaba por salir de mi habitación cuando se giró haciendo que me pusiera tensa. -¿andas dos camisas? –por primera vez en todo este embrollo voltee a ver lo que llevaba puesto, tenía una camisa que usualmente uso para dormir la cual es como tres tallas más grande de lo normal y, debajo de esta estaba la camisa que lleve puesta esta mañana al colegio.