Un choque eléctrico había atravesado todo mi cuerpo en el instante que mis dedos tocaron la cubierta del libro, ahora me encontraba en el suelo de espaldas con la boca abierta mientras mi cuerpo se arqueaba con brusquedad y, daba patadas al aire debido a las repetidas convulsiones, mis manos estaban tensas apoyadas solo con los codos sobre el suelo, sentía como cada uno de mis músculos se contraía cada vez más con cada convulsión, mis ojos parecía estar fuera de su órbita, se movían de un lado a otro dejándome ver toda la habitación rocosa, pero a la vez nada, esto dolía aún más que mis ataques, dolía más que cualquier cosa que me haya pasado en toda mi vida y, lo peor, era incapaz de gritar o siquiera de llorar, hasta que de todos los lados a los que mis ojos se movían una sombra comenzó a hacerse visible.
-vamos. –un zumbido estallaba en mis oídos con cada convulsión, pero en el milisegundo que eran libres, podía escuchar a lo lejos una voz. –vamos. –mis ojos hacia un vaivén entre las demás paredes y, la sombra a un costado de mí, era igual con la voz. –Vamos –mi cuerpo parecía estar cediendo a las convulsiones y, haciendo que mi mente se perdiera cada vez más dentro inconciencia.
Mi cuerpo aún tenía una brusca respuesta, pero mi mente cada vez daba para menos, hasta que un frio des colocador se instaló en mi pecho haciendo que repentinamente mis ojos se fijaran en un punto fijo enfrente de mí, encontrando un par de ojos azules, pero no eran de un azul común, destellaban de una forma hipnotízate, sus pestañas era tan largas que hacía ver este azul aún más intenso y, ahí fue cuando me di cuenta que era sus manos las que estaban haciendo la presión sobre mi pecho.
-¡REACCIONA! –grito sobre mi rostro, para luego arremeter contra mi pecho con tal fuerza que mi espalda hizo un sonido aturdidor contra el suelo, pero a pesar de lo doloroso que se sintió, hizo que volviera en sí.
Mordí mi labio con extra brutalidad y bufe arqueando mi cuerpo hacia delante llevando mis manos sobre mi pecho, el sabor metálico se adentró en mi boca a causa que mis dientes perforaran la piel delgada de mi labio inferior, exhale con pesadez dejando salir algunas gotas de sangre que cayeron sobre mi barbilla, mi cuerpo se sentía entumecido, había una cantidad de pinchazos en la parte trasera de mi cabeza por la fuerza con la que la tenía pegada al suelo, mis codos estaban chimados por la fricción ,y mi vertebra tronaba con cada mínimo movimiento de mi parte por lo flexionada que estuvo, mis talones dolían por los fuertes golpes que le brinde al suelo, incluso mis ojos, toda la parte interna tenía una especie de presión debido a lo forzoso de sus movimientos sin consentimiento de mi parte.
Apoyándome sobre mis manos logre inclinarme sobre la pared rocosa a mi derecha para usarla como apoya hasta que logre incorporarme, mi respiración era pesada y, costosa porque incluso los músculos en mi pecho parecían no querer cooperar con el sistema de inhalar y exhalar, pero por otro lado, creo que sigo bien… al menos eso espero.
Dando pasos torpes y, dolorosos recuerdo por lo que había entrado aquí desde un principio, giro mi rostro escuchando como este truena para darle el acceso a mis ojos a ver lo que mi mente ahora quiere ver ardiendo en millones de ácidos, pero al verlo, este estaba completamente limpio, dejándome ver el símbolo que estaba sobre la portada de este. Mis ojos estaban completamente sumergidos en el detalle, atraídos por algo que me parecía tan desconocido, como familiar a la vez. Un dragón de pie sobre un circulo metálico que lo rodeaba, con ambas de sus alas extendidas saliendo del círculo, sus patas superiores sostenía una espada y, su cabeza estaba hacia abajo, la barbilla pegada a su pecho, y sus ojos puestos en el frente, estos parecían hechos de cristal, y había uno más del mismo material justo en su frente.
Sin pensarlo de más me acerque aun con el dolor siendo presente en mi cuerpo y, lo tome en mis manos. Tal vez hace unos minutos me había hecho retorcerme de dolor, pero si algo tenía seguro, era que es más importante de lo que parece.
Había caminado más rápido de lo esperado llegando a mi casa en menos tiempo del que espere, y en el proceso el dolor había desaparecido como si nada, sin mencionar que había cargado el libro entre mis brazos sin despegarlo un centímetro de pecho. Era extraño que yo pensara que habría algo dentro del bosque que pudiera solucionar lo que está pasando conmigo, pero… tal vez solo sea mi imaginación que aún sigue siendo demasiado caótica.
Luego de depositar el libro sobre mi cama salgo de mi habitación para ir por algo de tomar a la cocina, pero el familiar sonido de una puerta abriéndose me sorprende.
-May, vas a la cocina. –era mi madre, se encontraba en sus pijamas, que eran de un particular color violeta. Ahora tiene sentido porque no había visto a mis padres al entrar.