Por una vez quería que me escucharan.
Que mi pedido también cuente, que mis palabras suenen.
La primera vez que le grité a mi padre, desapareció. Es un fantasma.
Ya no me habla y no deja indicios de cercanía.
Quizás esté mal, quizás esté bien, ya no lo sé. A veces quisiera quedarme callado, no tener voz.
Si supieran cuánto odio mi voz, con ella dañé muchas veces.
Los días no tienen sentido y nada trae alegría a mi cabeza. Busco formas de aliviar esta carga pesada, trato de mantener mi corazón saludable, pero no puedo, no tengo fuerzas. Luchar es imposible, ya no quiero estar así, sin embargo, lo quiero.
Tomo respiraciones profundas cada noche para poder dormir, mi pecho tiene dolores y el corazón se me estruja. Los párpados invitan al sueño, éste no quiere llegar. La música calma un retazo. Las náuseas no las puedo parar.
El sabor dulce que tengo siempre en la boca me revuelven todo.
¿Por qué, si nadie me escuchaba nunca, él lo hizo esa noche?
Las personas están felices y yo no logro tocar la primera letra de esa palabra.
Ven, sácame de este sufrimiento, calla mis demonios, mata mis angustias, devuelve el aire a mis pulmones, seca las lágrimas.
Acaricia mis cabellos, hasta que quede dormido. Devuélveme lo que perdí.
Padre, te extraño.
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Editado: 15.07.2021