Después del almuerzo, Zedd se encarga de los trastes mientras Ed y yo nos tumbamos en la sala a mirar una película, aunque la verdad no le presto mucha atención ya que Ed empieza a jugar con mi cabello hasta que me quedo dormida sobre sus piernas; cuando despierto, Ed me dice que tiene que irse y, al no ver a Zedd por ningún lado, me levanto del sillón y me encierro en mi habitación pero al ver la hora, me digo que es momento de salir si quiero ver a Jo a tiempo.
Me cambio la ropa por algo un poco mas abrigado y rebusco entre mi maleta por algo de dinero, luego salgo a la sala, donde me encuentro a Zedd leyendo.
—¿Sabes donde puedo tomar el metro? —Levanta la mirada y me mira con curiosidad.
—¿A donde vas?
—Necesito llegar a la estación libertad. —Me limito a decir y su sorpresa es aun mas obvia.
—¿Quieres ir a la estatua? —Me pregunta. —¿No es muy tarde?
—Jo me dijo que la viera en la estación libertad y no sé cómo llegar ahí ¿Puedes decirme cómo? —Me mira fijamente por algunos segundos antes de incorporarse poniendo el libro sobre la mesita de café en medio de la sala.
—Te llevo. —Dice acercándose pero yo niego.
—Puedo tomar el metro...
—No, me parece que tú y yo debemos hablar porque noto cierta hostilidad entre nosotros y somos hermanos, no deberíamos estar así. —Me dice —El camino hasta allá nos va a dar el tiempo para hablar.
—No quiero hablar Zedd, solo quiero estar con Josephine. —Le miro frustrada.
—No voy a encerrarte en casa, Juana, solo quiero hablar y además te ahorrarás algunos dólares y será más cómodo si te llevo. —Deja salir una bocanada de aire mirándome ansioso. —Por favor, quiero hablar.
Realmente no quiero pasar tiempo encerrada con Zedd y mucho menos hablar pero ahorrarme algunos dólares suena bastante bien ahora que solo tengo mis ahorros y quizá debería complacerlo ahora que voy a quedarme en su casa...
—Mira no quiero quiero hablar... —Cruzo mis brazos y de repente me siento culpable, esto no fué lo que mi padrino me enseñó
¿Y que te enseño exactamente? —Me pregunto con ironía
—...pero voy a escuchar. —Aparto la mirada y él pasa junto a mi.
—Vale.
Salimos de la casa sin prisa y subimos a un auto rojo que está estacionado algunos metros atrás de la entrada; yo enciendo el radio queriendo eliminar cualquier silencio que pueda aprovechar para hablarme, pero al notarlo, baja el volumen y toma la iniciativa.
—Creo que es necesario que hablemos sobre lo que pasó la última vez... Que nos vimos. —Le miro de reojo.
—¿Para que? Ya se lo que opinas de mi ¿O quieres recordarmelo? —Deja escapar el aire mientras que yo me esfuerzo por retener el mío, no quiero estar aquí, esto fue una pésima idea.
—Mira, se que fuí un imbécil la última vez, pero...
—Imbecil se queda corto. —Mascullo mirando por la ventana.
—quiero disculparme contigo, Juana, era un estúpido mocoso y no te di tan siquiera la oportunidad de defenderte y quiero arreglar eso ¿Podrías perdonarme?
—Mira, tú ahora quieres hablar y disculparte y puedes hacerlo, tantas veces como puedas pero eso no va a evitar el que siga aferrada a mantenerte lejos. —Le doy una mirada dolida antes de volver a la ventana. —Eres mi hermano, por nuestras venas circula la misma sangre y me diste la espalda cuando más te necesite y sobre todo, te atreviste a insultarme por buscar tu ayuda ¿Cómo quieres que supere eso y te perdone?
—Lo lamento. —Responde luego de algunos segundos.
—Hay cosas que simplemente no se pueden decir, Zedd. —Dejo salir el aire.
—¿Quieres explicarme qué pasó?
—Tu sabes perfectamente que pasó, te lo dije varias veces, otra cosa es que no quisiste creerme. —Se detiene en el semáforo y me mira.
—Por favor, necesito que me digas exactamente qué pasó y esta vez, te prometo que voy a escucharte. —Le miro reacia pero con un suspiro .e doy la oportunidad de hablar con él. —Por favor.
—No quiero que defiendas a Camille ¿Vale?
—Es mi madre, tengo que.
—Y yo creo que alguna vez tuve una madre, aún así no apostaría por ella. —Humedezco mis labios antes de bajar un poco la ventana.
—Eres muy dura con ella.
—Me violaron por su culpa, creo que tengo el derecho a ser tan dura como me de la gana. —Cruzo mis brazos enfuruñada y él deja salir un gruñido.
—No es eso lo que me dijo ella.
—Es lo que dije yo y nadie quiso creerme, ni siquiera tu. —Suelto un bufido. —Eres mi hermano y elegiste creer en ella.
—Tenia quince años
—¡Te dije que me habían violado! —Le suelto enojada. —No saques esa excusa de que eras muy joven porque no es como si te hubiera dicho que estaba enojada o que me habían asaltado ¡Me violaron Zedd!
—¡Lamento no haberte protegido! —Me grita con los nudillos blancos del fuerte agarre que tiene en el volante. —Realmente lo siento.
—Me llamaste puta, me dijiste que me tenías asco. —Le recuerdo.
—No sé cómo borrar esas palabras.
—No puedes. —Humedeszco mis labios y me acomodo para verle. —Tenia 12 años Zedd, me sentía muy confusa, emocionalmente inestable y no entendía nada de lo que pasaba. Tenía miedo, él me tocaba y no pude hacer nada más que... Hablé y cuando lo hice Camille me dió la espalda, tú me escupiste en la cara y él... Que te quede claro algo Zedd. —En cuánto se detiene tras el otro auto sigo hablando. —Ese día, yo me fui a vivir con personas que si creyeron en mi y si me protegieron cuando lo necesite y si, ahora estoy aquí pero es porque no tengo a dónde más ir y eso significa que no quiero arreglar mi relación contigo, solo voy a estar aquí mientras puedo irme y...
—¡Ya es suficiente! —Se le atraviesa a los autos de junto hasta llegar a la berma, recibiendo varios insultos por parte de los demás conductores, pero ignorando los por completo apaga el auto.
—¿Que estás haciendo? Necesito...
—Mírame. —Lo hago y su expresión es la de un hombre arrepentido, es obvio que lo siente pero es que no puedo, no quiero perdonarle.
#9680 en Joven Adulto
#38850 en Novela romántica
mafia italiana, mafia americana italiana y rusa, mafia amor romance erotismo muerte
Editado: 14.08.2020