Estoy en un escenario que me es muy similar. Me encuentro en la parte trasera del auto de mi padre, uno que había comprado hace menos de dos meses y es de color azul marino. Está todo oscuro, estamos en la misma carretera que recuerdo, el mismo escenario y la misma hora donde ocurrieron los hechos que acontecieron con la muerte de mis padres de aquel fatídico accidente que sucedió hace años.
— ¡Cuidado!—. Gritó mi madre, al percatarse que a menos de díez metros había un alambre de púas tapando el paso de la carretera. Mi padre no pudo detener el auto al instante, las púas dañaron las llantas de aquel auto nuevo y con la perdida del equilibrio chocamos contra un árbol.
— ¡Ahhh!—. Fue mi reacción, la cuál me hizo despertar de súbito de aquella pesadilla; de aquel mal recuerdo de mi infancia. Estoy totalmente sudado, agitado y mi camiseta mojada por mi sudor.
Cuando me calmé un poco noté que habían otras cuatro personas en frente de mí, tres mujeres y un hombre, quiénes me estaban observando totalmente inseguros de lo que hacía, de mi reacción y eso vaya que me incómodo demasiado.
— ¿Qué hora es?—. Fue lo único que se me ocurrió decir.
— Son las 6:30—. Me contestó el único varón de ese grupo de chicas— ¿Está todo bien?—. Me volvió a preguntar.
Sentí un poco de vergüenza y tampoco quería dar una explicación de mi reacción de hace unos segundos.
— Si—. Le contesté—. Solo fue una pesadilla ¿Ustedes son?—. Les pregunté para que olviden mi grito por culpa de ese mal recuerdo.
— Tus compañeros de cuarto y de equipo para las pruebas—. Contestó una de las chicas.
Me senté en el borde de mi cama. Estoy un poco mareado por haber despertado de esa forma tan repentina.
— En ese caso supongo que debemos presentarnos. Si ustedes serán mis nuevos compañeros, quizás hasta nuevos amigos, debemos por lo menos saber quiénes somos—. Les propuse.
Todos asintieron ante mi propuesta.
— Me parece una buena idea. También así podremos conocernos y si es posible podemos contar a qué le tememos. He escuchado que la primera simulación tiene que ver con una prueba de miedo—. Mencionó la pelirroja del grupo. Ella es alta, de piel blanca y tiene una voz un poco chillona.
Me senté en el suelo y mis compañeros hicieron lo mismo, creando un círculo entre nosotros.
-Ahora que estamos todos reunidos podemos empezar—. Mencionó la pelirroja—. Para quiénes no me conocen me llamo Jessica Macías. Las pruebas iniciales las hice en el Instituto Nacional. Deseo culminar estás pruebas pero se que sola no podré por eso espero contar con la ayuda de ustedes así como también yo los ayudaré. Mi mayor miedo—. Hizo una pausa para segundos después decida contar su mayor miedo—. Son los payasos. Se que parece algo infantil pero tengo traumas con ellos desde pequeña. Las películas de terror que hablaban de ellos y escuchar esa risa macabra me causaba pesadillas. Bien eso es todo. Ahora siguen ustedes.
Nos miramos entre todos y tanto el chico que este en frente de mi y yo tratamos de no reírnos.
— Ahora es mi turno—. Habló la chinita del grupo. Ella es delgada, tiene el cabello largo negro y es bien achinada—. Me llamo Akiko Tanaka, soy originaria de Japón y mis primeras pruebas fueron en el Instituto Luis Borges. Llegué a su país en el 2011, dos meses después del terremoto que devastó la ciudad donde vivía... Y bueno de allí nace mi mayor miedo... Ese día estaba en mi habitación, estaba viendo uno de mis programas favoritos cuando... Cuando todo a mi alrededor se empezó a mover, estaba inmóvil, no sabía que estaba ocurriendo. Escuchaba estruendos. También en como caían algunas cosas dentro de mi habitación. El grito desgarrador de muchas personas que aún tengo en mi memoria. En fin, yo estaba allí, asustada, encerrada, sin poder hacer algo. Hasta que escuché una voz familiar, una voz que me dió confianza. Era la voz de mi padre. Él estaba llamándome. Yo le respondí tan despacio que ni yo logré escuchar mi voz pero mi padre si, así que me cantó Donguri Korokoro, una canción que me cantaba para poder dormir. Aún recuerdo esa letra Donguri korokoro, donburiko Oike ni hamatte, sā taihen Dojō ga dete kite, konnichi wa Botchan, issho ni asobimashō—. La empezó a cantar y la escuchábamos mientras rodaban lágrimas sobre sus mejillas—. Entonces avancé, caminé siguiendo el sonido de su voz. Yo cantaba junto a mi padre y sentí paz, me sentía segura, hasta que por fin llegué a dónde él estaba. Me tendió su mano, alcancé a agarrarla y me puso a salvo. Él iba a pasar, pero, pero... Una... Una pared de la casa se rompió y cayó sobre... Sobre mi padre—. Akiko no se pudo contener más y empezó a llorar. Dió un grito de dolor fuerte. Todos sentimos ese dolor, aún sin haber pasado por algo así—. Perdón chicos por eso. Desde que tuve esa terrible experiencia he tenido muchas pesadillas que las he llegado a sentir tan reales y siento que la muerte de mi padre fue culpa mía. Es algo que aún no puedo perdonarme. Luego de eso nos mudamos y tratamos de olvidar todo ese tema. Para mí no es fácil.
Su historia nos causó cierta nostalgia a todos los que estamos reunidos. En el rostro de Jessica salían algunas lágrimas y lo mismo del resto del grupo, incluyendo me.
— Creo que es mi turno—. Tomé la palabra—. Soy Mike Robles y mis primeras pruebas fueron en el instituto José Pérez—. Iba a seguir hablando pero fui interrumpido por Jessica
— Disculpa que te interrumpa—. Mencionó la pelirroja—. Pero hasta donde sé eso es en el Sur y deberías estar allá y no aquí con nosotros en el norte.
— También pensé lo mismo pero aquí me tienen ¿Puedo seguir?
Jessica solo asintió con su cabeza pero cuando iba a continuar tocaron la puerta de la habitación.
Jessica se levantó enseguida y fue a abrir. Quién tocó la puerta era una de las mujeres que trabajaban allí, estaban encargadas de hacerles llegar la comida de cada grupo.
No puedo creer que nos hayan traído comida si esa debíamos ganarla por nuestros puntos.