Juego de Supervivencia

Capitulo 15: Laberintos

En la madrugada Santiago se tomó la molestia de ir a sacarme de ese centro médico; lo que deseo es estar recostado en mi cama.

— Todo por ayudar a un amigo—. Me dijo mientras me ayuda a acomodarme en mi cama.

— Te debo una—. Le susurré.

***
 


La alarma de Santiago sonó a la misma hora. Ya todos se habían puesto de pie y yo aún seguía recostado.

No puedo moverme por el dolor; tomó fuerzas y al fin logro incorporarme en el borde de la cama.

Las chicas no preguntaron en cómo llegué hasta la habitación; quizás en la noche nos escucharon ingresar.

— ¿Listos para la simulación?—. Les pregunté y ellos me vieron con cierta preocupación.

A decir verdad no me siento del todo bien, pero tampoco quiero que perdamos puntos por mi culpa.

— ¿Estás seguro que podrás estar en el simulador de hoy?—. Preguntó Santiago.

Las chicas también se muestran preocupadas; quizás es una mala idea querer hacerme el fuerte.

— Estoy listo. No tienes de que preocuparte Santiago—. Le mencioné—. Me encuentro en perfectas condiciones.

— No veo que estás en perfectas condiciones—. Está vez fue Anna quién tomó la palabra.

A decir verdad me siento adolorido. Es como si un enorme tractor haya pasado encima de mi en algunas ocasiones.

— Estoy listo—. Les mentí—. No quiero que perdamos puntos.

Los demás de veían entre si. No confían en mi recuperación.

— Estoy de acuerdo contigo—. Mencionó Jessica—. Vas a participar pero vamos a cuidar de ti. No te vamos a dejar allá solo. Espero sea una prueba en grupos.

Los demás asintieron al comentario de Jessica.

— Estoy de acuerdo—. Dije.

Intenté levantarme pero si mostré cierto dolor en mi rostro.

***
 


Fui hasta la ducha. Me veo en ese enorme espejo y mi rostro está irreconocible; tengo algunos moretones y un ojo está muy achinado por los golpes que recibieron del pesado puño de Sebastián.

Seguí observando cada una de mis heridas y marcas que me dejó la simulación anterior.

Me levanto la camiseta y me enfoqué en las heridas y moretones que tengo tanto en el pecho como en el estómago.

Me giro y veo más marcas notables en mi espalda; esto va a tardar en sanar.

— Hablaban enserio que Sebastián era de temer—. Me dije—. Debo agradecer que aún siga con vida.

Me fui a duchar. Con fuerzas pude ingresar a la ducha y dejé caer esas gotas de agua helada sobre mi espalda.

Siento cierta satisfacción por el golpeteo de esas gotas en mi cuerpo; pero a la vez me quejo por el dolor que aún no se me quita.

En unos minutos salgo de la ducha. Aún tengo miedo de lo que vaya a suceder hoy; a este paso me va a acabar matando mi ignorancia.

***
 


Salimos como siempre en grupo. Está vez voy al lado de Anna; estamos un poco alejados del resto del grupo.

— Durante ese lapso del coma—. Le empecé a contar a Anna—. Tuve una especie de sueño que sentí muy real.

Anna empezó a prestar atención a lo que le decía.

— ¿De qué fue ese sueño?—. Me preguntó.

— Estaba con mis padres—. Dije un poco apenado recordando que solo viven en mis recuerdos—. Fue una especie de sueño familiar; también estuviste en mi sueño.

Anna abrió sus ojos cuando le dije aquello.

— ¿Cuál fue mi rol?

— Solo que nos conocimos en un balneario; también que en mi sueño si sabías nadar.

Anna se rió ante ese comentario.

— Sabías que no sé nadar. Ese sería el punto de partida para que sepas que estabas en un sueño.

— Sabía que era un sueño—. Le mencioné—. Solo que no quería salir de él. Era todo perfecto allí.

Me mostré más apenado al recordar ese sueño loco; ahí era todo sencillo. Saber que ellos solo estarán en mis sueños y no en la vida real me duele.

Bajamos las escaleras y nos dirigimos hacia nuestra mesa de siempre,;ya la tenemos apartada al igual que los demás.

— Mike—. Mencionó Masón quién está detrás de mi—. ¿Cómo estás? Espero que estés bien, déjame decirte que...

Tomé fuerzas y me puse en frente de él.

—Por tú bien—. Le respondí mientras cerraba mi puño y lo miro de manera amenazante—. Está mejor que te vayas.

Masón se mostró un poco asustado. No sé si es por lo reacción o por como dejó mi rostro luego de la simulación pasada.

— Aún no aprendes ¿Verdad?—. Fue su respuesta—. Sebastián amigo, acércate. Parece que alguien necesita clases de boxeo... Otra vez.

El gigante se acercó. Siento miedo al verlo; me llegan tantos recuerdos de esa última simulación, el sentir sus puños en mi rostro y sentir que la vida se me está escapando. Sebastián es alguien que me aterra ver pero aún así me muestro con mucha seguridad ante él.

— Escucha idiota—. Dijo con una voz muy gruesa y molesta—. Nosotros seguimos las reglas. Está vez tuviste suerte en qué acabarás en coma; en una próxima ocasión podrás acabar en la tumba.

Me sostuvo en el cuello con su mano mientras cerraba el puño con su mano libre.

—Ya es suficiente—. Mencionó Dan—. Dejen a ese debilucho. Ya sufrió mucho—. Detuvo a Sebastián y lo alejó de mí.

Estos se alejaron. Sebastián, Dan y Masón me dieron una mirada amenazante antes de irse; si esto sigue así los simuladores no serán los únicos que me van a matar.

Tomé asiento. Mis compañeros me veían con un rostro de preocupación y a la vez de alegría; no me deje intimidar por ellos en esta ocasión.

— Bien hecho amigo—. Dijo Santiago—. Deja de ser menos valiente en una próxima.

Anna me dió un pequeño golpe en la espalda por ser tonto; ese pequeño golpe lo sentí tan fuerte y si que lo merezco.

—Chicos—. Esa es la voz del director Tapia quién está en frente de nosotros—. Esta mañana la prueba será en un laberinto. Deben encontrar a sus compañeros y llegar a la zona segura. Claro que también podrán dejar la simulación si llegan antes que su grupo ¿Alguna duda?

Alex levantó su mano y segundos después habló.



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En el texto hay: misterio, novela juvenil., simulaciones

Editado: 23.11.2022

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