Juego Del Destino.

55-A escondidas.

En este momento nos encontramos alrededor de una fogata que se hizo en honor a los invitados. Elisa y yo entramos horas después de estar en el rio a la casa grande y fue allí donde conoció a Reyes, Torres, Medina y Cristóbal quienes también estaban en el lugar. Después de instalarnos a cada uno, recibimos la invitación para la fogata así que en este instante, todos nos encontramos a la orilla de una enorme hoguera mientras, que de vez en cuando pasan una pequeña copa de licor a cada asistente mayor de edad.

 Elisa está a mi lado y en ocasiones beso su sortija de compromiso en el dedo anular. Tal y como lo imaginé la primera vez que estuve aquí, los niños están encantados con el lugar y rápidamente hicieron amistad con los demás niños de la familia.

Roberto y Vanesa están a nuestro lado tomados de la mano mientras los demás hablan con algunas personas, a Elisa y a mí no se nos escapa las miradas entre Cristóbal y Ruth así que ambos mantenemos silencio y pasamos la velada oyendo los típicos contrapunteos de la región siendo entonados por el padre de Elisa y alguno de sus cuñados o hermanos. A la media noche cuando los niños bostezan de agotamiento cada uno se dirige a sus habitaciones. Elisa se despide con un beso en la puerta de mi habitación prometiendo venir cuando todos estén dormidos.

Así que después de que todo está silencioso y en medio de la oscuridad de mi habitación distingo que abren y cierran la puerta, enseguida oigo a Elisa venir hacia la cama y le hago espacio a mi lado.

-Auch. Dice cuando choca con alguna silla.

-Y el miope soy yo. Susurro.

-Bobo. Dice en el mismo tono de voz y enseguida está a mi lado. Nos abrazamos unos minutos hasta que es ella quien rompe el silencio y se separa un poco de mí, así que al estar en la oscuridad y gracias a la luz que se filtra por la ventana puedo notar que me mira.

-En menos de 48 horas seré tu esposa y hay algo que aún no hemos hablado.

-Que será. Digo y una alarma suena en el fondo de mi cabeza.

-Como verás... 

-¿Sí? La animo a seguir con lo que quiere decir.

-Me gustan las familias grandes... Y no hemos hablado de... De si quieres tener... Hijos. Dice y esta última palabra la dice en un susurro.

Mientras observo el techo de la habitación y al tenerla abrazada puedo sentir el palpitar de su corazón, por lo que suspiro y decido comenzar por contar cosas que nunca le he dicho a nadie.

-Como te dije esta tarde en el río, nunca antes me había pasado algo así con una mujer. Nunca me había enamorado... o si, una vez. Al decir esto ella se tensa y la atraigo hacia mí mientras busco su mirada.

-En la escuela me enamoré de mi maestra. Así que entendía perfectamente a Rodrigo cuando decía que te quería.

-Lindo. Es lo único que ella dice.

-Pero el punto es que nunca pensé en casarme y mucho menos tener hijos... Hasta... que.

-Me conociste. Dice ella mirándome a los ojos.

-Hasta que te conocí. Afirmo.

-Contigo quiero estar siempre de eso estoy seguro... ¿Pero hijos? Nunca te he hablado de mis padres, y agradezco que nunca preguntaras.

-Pero....

-...Me crié en un orfanato hasta los 18años junto con Vanesa y Roberto, no sé quiénes son mis padres y mucho menos por qué me dejaron en ese lugar, no me importa quienes fueron si viven o no, siempre he estado solo y me he valido de ello para ser quien soy. Así que no estoy preparado... Todavía para tener a un niño... Se que con el tiempo aprenderé pero...

-Te entiendo amor y lo único que diré es que serás un gran padre de eso estoy segura. El trato hacia Rodrigo y Victoria lo demuestra, así que por más que yo los quisiera... Esperaré hasta que estés seguro.

-Gracias. Digo y deposito un beso en sus labios.

-Ahora hay que dormir, mañana el día es largo. Mañana me toca el último ajuste del vestido así que iré con mis tías al pueblo.

-¿Y no puedo ir?

-No. Es de mala suerte si me ves antes con el vestido. Dice ella y sonrío.

-Como usted mande futura señora Baptista. Digo cerrando los ojos mientras nos acomodo a los dos en la cama, con su espalda entre mi pecho la abrazo y cierro los ojos. Podría vivir toda la vida con ella en esta posición.

-¿Te dormiste? Pregunta luego de algunos minutos.

-No. Susurro.

-No te había dicho... Pero... Vi a Néstor. Al oír que vió a su amigo de la infancia y quién no me cabe duda que siente algún interés hacia, ella abro los ojos y me encuentro totalmente despierto.

-¿Lo viste?

-Sí, estos días ha venido a la casa y cuando supo que me iba a casar contigo...

-¿Se enojó?

-No. Ayer me dijo que asistirá a la boda. Y de hecho también me hizo saber que si yo soy feliz él lo será.

-Qué bueno que lo entendió. Digo abrazándola más a mí y sintiendo el aroma de su cabello.

-¿Estás enojado porque el vendrá? Pregunta.

-No. Confieso porque es la verdad.

-Bien, era eso. Buenas noches mi amor.

-Buenas noches mi vida. Contesto mientras cierro los ojos y en el fondo me gustaría que el Doctorcito, Hugo Lievanov y todo aquel que le guste mi prometida estuviera sentado en una de las primeras filas cuando ella acepte ser mi esposa, así les quedaría claro a cada uno de ellos, que Elisa es mía y de nadie más.

 




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