Me despierta una conversación de un hombre. Mi subconsciente sabe quién es el dueño de esa voz, pero no sé de dónde. Abro los ojos y me doy cuenta que aún es de noche, miro por el lugar y me doy cuenta dónde y con quien estoy, mejor dicho, estaba. Al estar despierto completamente veo que mi esposa no está a mi lado, sino que está siendo retenida por dos hombres por cada extremo, la observo sin entender nada, hasta que veo como el hombre a quien más odio en mi vida está a un lado sonriéndome.
-Hasta que por fin se despierta el señor. Al oírlo me levanto pero el grito de horror de Elisa me hace calmar. Y es que el imbécil me tiene apuntado con un arma.
Al ver el cañón orientado hacia mí maldigo mentalmente por no traer mi arma, pero mas aún maldigo al ver a Elisa quien yace de rodillas, envuelta en una bata de baño. Ella me mira pero no puedo distinguirla bien.
-Se lo que estás pensando y es que fué muy bobo de tu parte venir desarmado. Aunque no me imagino desvistiéndote y que tu ahora esposa te vea con chaleco antibalas y armamento en plena luna de miel.
Hugo Lievanov
-¿Qué haces aquí? Digo con dificultad.
-Hola para ti también. Quería darles mis felicitaciones y en vista de que no recibír una invitación, vinimos por nuestros propios medios.
-Suéltala. Lo amenazo pero hay algo extraño en mí y es que siento mi cuerpo pesado en este momento. Me llevo las manos a la cara y de repente todo se torna borroso y confuso.
-Elisa te vendrás conmigo. Es hora de que sepas toda la verdad, después que sepas todo sobre tu adorado esposo, sé que venir valió la pena Y con estas últimas palabras cierro los ojos y pierdo la conciencia...
No sé a las cuantas horas desperté, pero enseguida busqué mi teléfono y llamé a Roberto. Al saber que Elisa desapareció el y los compañeros salieron para donde me encontraba, hice énfasis en mantener lo ocurrido en total confidencialidad. Al llegar al lugar me encontraron semi desnudo y aún drogado. Por lo que se me trasladaron a un hospital y luego de desintoxicarme conté todo lo ocurrido. En este momento tengo a toda Caracas, Mérida y Barinas buscando a mi esposa, hace exactamente 72 horas que no se nada de ella. Escopolamina fue la droga que encontraron en nuestra botella de champaña y con la cual nos drogaron.
-Deberías dejarnos esto a nosotros. Dice Roberto mientras me estoy vistiendo para salir del hospital.
-Estas loco si piensas que me quedaré aquí mientras una pila de malditos tiene a mi esposa.
De algo estoy seguro, y es que los Lievanov tienen a mi esposa. Por más que el informante diga que no sabe nada, no me lo trago. Los Villasmil piensan que Elisa y yo que estamos de luna de miel. No quise preocuparlos a ninguno de ello, así que mis compañeros salieron a mi encuentro mientras Vanesa se quedaba un días más en la finca para no levantar sospechas.
-Tenemos a varios comandos buscándola. Tienes que estar tranquilo. Repite por décima vez mi amigo.
-¡TRANQUILO UNA MIERDA ROBERTO! ¡LOS VOY A MATAR! Digo enfrentándolo.
-Tienen a mi esposa y no sé lo que son capaz de hacerle. Necesito ir al comando. Me llevas tú o llamo a Reyes para que me lleve.
Roberto me mira y me hace saber que el me llevará. Luego de firmar las actas de salida del hospital vamos camino al comando para idear un operativo de búsqueda hasta de debajo de las piedras. Al llegar siento las miradas de la mayoría de los compañeros de trabajo pero ninguno dice nada y lo agradezco, soy capaz de romperle la cara al primer hijo de puta que se me acerque.
Nos dirigimos inmediatamente a la sala de reuniones y la mayoría me pone al tanto de las investigaciones. Entre ellas me hacen saber que están por allanar un edificio donde posiblemente esté mi esposa.
Mi esposa. Mientras todos idean el plan de entrada yo solo pienso en Elisa, en su sonrisa al estrechar mi mano en el altar frente a sus seres queridos. Si le llega a ocurrir algo no se qué haría. Prometí cuidarla y en apenas 12 horas de haberla hecho mi esposa la pierdo. Se que fui un idiota al no mantener un ojo en los Lievanov, debí saber que no se quedaría de manos cruzadas.
-Caín ¿iras con nosotros?.
-Si. contesto a Roberto y enseguida nos dirigimos a cambiarnos para la operación.
50 hombres participan en este allanamiento a un edificio abandonado y quienes según los vecinos desde hace tres días ven mucho movimiento tanto de día como de noche. Al esperar la voz de acción, entramos por la fuerza. Mientras estoy flanqueado por mis compañeros entro al oscuro lugar, deseando en el fondo que Elisa esté allí pero sobre todo que se encuentre bien.
Al oír la voz de despejado y al saber que nadie además de nosotros se encuentra en el lugar, me deshago de mi antifaz y observo la estancia, sin duda, hubo personas hasta hace algunas horas. Observo unas de las habitaciones y se encuentra una pequeña cama con algunos recipientes vacíos de agua potable. Algo llama mi atención y es que en el suelo yace la bata de baño con la que recuerdo haber visto a Elisa esa mañana.
-Caín tienes que venir a ver esto.
-¿Es ella? Pregunto esperanzado pero Roberto no dice nada.
Salgo de prisa y a dos habitaciones de donde me encuentro se haya la improvisación de una sala de televisión, al entrar solo estamos cinco compañeros y yo. Al revisar el lugar nada me indica que haya rastro de sangre ni violencia. En el fondo, se que no le harían daño pero no es fácil confiar en alguien que adultera una botella de licor y secuestra a una mujer. Por lo que al estar allí observo detalladamente el lugar y en la estancia se encuentra algo que nunca pensé en encontrar.
Observo la pared del fondo y veo que encuentra repleta de fotografías de una persona. Son aproximadamente cien fotos. Mientras me acerco distingo cada una de ellas, al detallarlas me doy cuenta que unas son de hace algunos años, pero en otras me doy cuenta que fueron tomadas desde hace algunos meses para acá. Cada una de ellas, retratan a una persona en particular, en su habitual sitio de trabajo... A mí.