Juegos Peligrosos

《Capítulo 4. VOLVERÉ》

Despierto con el sonido de la alarma a las 6 de la mañana.
He dormido como un bebé panda, y no es porque esté vestida como uno.

Quito las sábanas de mi cara y me quedo sorprendida al ver a Cañetano dormido en el sillón.

Tiene unos vaqueros y una camisa negra que se ajustan en sus brazos bien tonificados.

Como una boba me quedo mirando a mi hermoso novio sentada en la cama con una sonrisa tonta.

Salgo de la cama, me acerco a Cañetano y le doy un tierno beso en la frente, descubriendola de su cabello desordenado.

—Buenos días dormilón.

El solo se mueve en su lugar y sigue durmiendo, salgo a la cocina a preparar el desayuno pero no encuentro nada en la nevera, así que tengo que ir de compras.

Salgo de casa, es temprano y posiblemente no me encuentre a nadie que pueda hacer de mi pijama de panda un encuentro inolvidable.

Fuera de casa saludo a mis vecinos que muy fiel a su estilo regresan con el pan para el desayuno.

La tienda más cercana está a cuatro calles de casa, estando allí compro todo lo necesario, a Cañetano le gustan los huevos revueltos.

Al salir de la tienda me encuentro al Mustang Shelby estacionado en la acera.

—Matth— las palabras salen de mi boca antes de que pueda detenerlas.

—Imposible de olvidar, ¿verdad?— escucho su voz detrás de mi.

Volteo, y me encuentro con el doctor que salvó mi vida, lleva una camisa blanca y unos vaqueros, sus ojos me miran de pies a cabeza, lo cual me pone un poco nerviosa.

—¿Se supone que eres un panda? Te veías mejor con la pijama que llevabas en mi casa— le doy una mirada asesina y el sólo atina a reírse —Estoy bromeando Summer.

—¿Qué estás haciendo en este lugar?

—Pasaba por aquí y me detuve a comprar un bocadillo— señala las donas que lleva en las manos.

—Que tengas un buen día— le doy una sonrisa de boca cerrada.

Paso por el costado izquierdo de Matth y él toma mi brazo.

—No te vayas— susurra en mi oído —te llevo a casa.

—Puedo caminar, no está lejos— me suelto de su agarre.

—Son cuatro calles Summer, sube al auto y no seas necia— no es una pregunta, es una exigencia.

—¿Me has estado siguiendo?— no me engañas Matth, algo estás planeando.

—¿Porqué haría eso?

—¿Cómo sabes que vivo a cuatro calles?

—Te llevé a casa ¿recuerdas? testaruda— sus dedos en mi frente.

Vamos a seguir su juego.

Abre la puerta del auto invitándome a subir.

Ya en el auto de camino a casa, noto que a Matth algo le preocupa.

—Summer, ¿encontraste a la persona que estabas buscando?

—No, en realidad él me encontró— una sonrisa adorna mi rostro.

—Es curioso.

—¿Qué es curioso?

—Como te cambia el rostro al hablar de él— muerde una dona con rudeza.

Se estaciona frente a casa y se queda mirando algo que está al otro lado, volteó a la derecha y veo a Cañetano con el corcel oscuro.

—Me tengo que ir, muchas gracias Matth— bajo del auto

Los dos se siguen mirando como dos niños.

Me acerco a Cañetano y lo abrazo dándole un beso corto, escucho al Mustang acelerar a fondo.

Dentro de casa dejo las cosas en la cocina y voy a quitarme la pijama.

—Summer— Cañetano entra a la habitación.

—No sé que ponerme— hago puchero mirándolo.

—Te ves tan tierna así.

—¿Qué te parecen estos?— señalo un vaquero negro y una blusa blanca escotada.

—Lo haces a propósito ¿verdad?

—¿Qué cosa?— sonrío tímidamente.

—Provocarme— suelto una carcajada

—Provocar a mi novio es algo que puedo hacer con total confianza— me pongo el vaquero y la blusa.

Le doy un beso, él me da una nalgada y salgo de la habitación.

Al desayunar Cañetano está muy inquieto, como si algo le molestara.

—Pregunta— Tomo un sorbo de café

—¿Quién era él?— sus ojos con intensidad

Suelto una carcajada —¿Recuerdas al doctor que me cuidó? Es él— Sus ojos se abren del asombro.

Me mira y abre la boca queriendo decir algo pero, noto que piensa un poco antes de decir algo.

—Es un doctor joven— deja de comer.

—No lo puedo creer Cañetano, ¿estás celoso?— río de burla por sus celos.

—Nah ¿porqué estaría celoso?— le guiño el ojo izquierdo —Tú pareces estar muy feliz con tu doctor personal.

—Confirmado, si estás celoso— lo conozco, jamás aceptará sus celos.



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En el texto hay: misterio, peligro, amor

Editado: 01.11.2021

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