Juegos Peligrosos

I: Insistencia

Después de un día ajetreado salgo de trabajar en la biblioteca.

Ahora podré ir a descansar. La Universidad + el trabajo= a Jana sin energías.

Pero al salir, aparece Agar. Vestido elegantemente como siempre, pantalón de vestir gris acompañado con zapatos negros y otra vez con su camisa rosada desprendida los primeros tres botones.

No se dejen engañar. Estoy pensando seriamente que es un acosador.

—Por favor. Acepta.

—He dicho que no. La semana próxima debo rendir y necesito estudiar. No puedo este fin de semana. ¿Sabes qué?, te lo compensaré al otro fin de semana.

—No. No podré yo.

—Entonces no sé.

—Entonces acepta la invitación —me entrega un sobre y se va.

—Agar espera. ¡Agar! —observo el sobre, es común, lo guardo en mi cartera y me pongo en marcha camino a casa.

No sé cuál es su propósito con esa "fiesta" que hará. A mí me gustan las fiestas, pero justo no puedo.
Owen no es tan insistente como lo es Agar. Esta es la cuarta vez en la semana, y eso que aún no termina, que aparece insistiendo sobre esto.

A mitad de camino suena mi teléfono.

¿Cómo está mi loca amiga?

—Cansada y mal porque su mejor amiga no vino a trabajar por lo tanto no le hizo compañía.

Jana, lo siento si. Tuve unos problemas personales y no pude ir.

—Espero que tampoco me falles en la universidad mañana.

No lo haré. Otra cosa, no te escucho bien, ¿qué pasó?

—Agar... —la escucho suspirar de frustración.

Aquí vamos...

¿Qué hizo ahora?

—Sólo vino a insistir otra vez sobre...

Ya te he dicho sobre él...

—Si, si. Bueno cambiemos de tema mejor.

Claro. Ignora eso.

Ella y sus prejuicios sobre las personas.

Me mantuve distraída hablando con Sonia el resto del camino.

Cuando llego a casa, la soledad me recibe al abrir la puerta.
Vivo sola, me ofrecieron vivir con otra persona más cuando me mudé. El departamento iba a hacer más grande, pero no quise. Quiero tener mi propia privacidad. Así me gusta.

Antes de irme a dormir, me gusta ir un rato al balcón con una taza de café y un libro. Así me relajo un poco. Es una costumbre que tengo.

La noche de primavera es hermosa.
Puedo observar bien las estrellas, la luna... Mi mirada cae al camino que conduce al bosque, está rodeado de pequeñas plantas, no queda tan lejos pero me es imposible apartar los ojos del camino, es como si algo me llamara.

¿Será porque en el bosque, por mera casualidad, se encuentra la casa dónde será la fiesta?, seguro será eso.

En ese lugar se encuentran cabañas y algunas mansiones. Son personas de mucho dinero. Ellos están apartados del pueblo, de este pueblo chico. 
Así se dividen aquí. Los que viven en el bosque y aún más profundo, son de clase alta, de lo contrario, son de clase media y muy pocos de baja.

Pienso lo mismo, no se preocupen, parece que no estamos en el siglo XXI por eso. Ridículo.

Al otro día en la universidad. Las clases pasan normales. 
Sonia y yo estudiamos la misma carrera: Abogacía.

Pero a la hora del almuerzo, me quedo pensando en la invitación. ¿Qué tiene de especial esa fiesta?

—Tierra llamando a Jana, respondan por favor.

—¿Qué?

—Hasta que estás de vuelta —abre lo brazos teatral.

—Estaba pensando, nada más —le sonrío y me concentro en comer.

—¿Podría saber...?

—¿Podría saber qué hacen? —escucho la voz de él detrás mío y más la mirada de Sonia... esto no es bueno.

—Los dejo entonces —le suplico con la mirada que no se vaya pero no hace caso.

—Como siempre espantando personas. Muy mal de ti Feder —Owen se sienta en frente mío y niega divertido mirando a Agar que está sentado al lado mío.

—Parece que es mi nuevo talento —me sonríe coqueto, pero lo ignoro.

—¿Qué tal las clases? —pregunto poco desinteresada.

—Aburridas —responde Owen con una mueca.

—Interesantes para mí.

—Para vos todo es interesante, Agar.

—¿No es que te habías ido, Sonia? —la mira con indiferencia, pero él sigue—. Te recuerdo que es de muy mala educación espiar y meterse en las conversaciones de los demás.

—Si quiero, lo haré. No te debo preguntar —hace una mueca de asco.

—Sólo te digo que es de muy mala educación espiar y meterse en las conversaciones de los demás —contesta con simpleza sonriendo y mostrando un poco sus dientes blancos.

Los miro a los dos, confundida pero no reparan en mí.

—Mejor vámonos de aquí —me susurra Owen y lo sigo saliendo sigilosamente del medio de estos dos.

—Te vuelvo a repetir, ¡hago lo que quiero!

—Pero es de muy mala educación espiar y...

—¡No me importa...!

Dejamos de escuchar sus voces una vez que nos alejamos de ellos. Lo más vergonzoso es que muchos nos miraban. Parecen adolescentes, o peor, niños peleando.

—No se puede estar en tranquilidad ni un momento.

—Con esos dos, olvidate —sonríe de lado.

—No entiendo aún, ¿por qué se llevan así? En los dos años que llevo aquí lo único que conozco de esos dos es pelea mutua.

Y cuando ya es pesada la cosa, más intenso y larga como la de recién, son dolores de cabeza porque luego vienen arrastrados para que los perdones, también para que te pongas en contra del otro.
Uno se acostumbra ya... la vergüenza no.

—No sé los motivos, pero sí sé que ellos fueron mejores amigos un tiempo, después algo pasó y hasta el día de hoy se pelean.

—¿Y por casualidad no has preguntado a alguien? —de la nada me entra curiosidad sobre el tema.

—Nadie sabe el por qué. Un día le pregunté a ellos y lo único que recibí como respuesta, otra pelea. Nunca más.

—Claro —suena raro esto.

Tuvimos unas horas más de clases hasta que llegó la hora de salida.
Íbamos lo más tranquilas con Sonia hacia la biblioteca, pero la tranquilidad nunca dura mucho.

—¡Chicas!

—No otra vez —pone los ojos en blanco y se va a otra parte.



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En el texto hay: peligros, reglas, verdades ocultas

Editado: 11.02.2021

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