Narra Jana:
¿Quién es Agar Feder?
¿Por qué a mí me tuvo que elegir entre tantas chicas del pueblo?
¿Por qué se envisió con esto?
¿Por qué deja callados a los inocentes?, ¿qué se cree?
Ay otra vez las preguntas. ¡Malditas preguntas!
Otro dolor de cabeza espantoso me invade. Tengo que dejar el tema de lado... pero no puedo.
—¿Otra vez el dolor? —asiento con la cabeza—. ¿No vas a hablarme?
Vuelvo a negar aún con los ojos cerrados. No quiero hablar aún, no quiero saber nada... pero Owen sólo siguió órdenes, él nunca perdió la cabeza como lo hizo Agar y Sonia. Estoy confundida.
—Te traeré algo de comer —lo escucho retroceder y salir de la habitación.
Estoy de nuevo en mi departamento. Ha pasado un año de lo sucedido y yo... aún no lo puedo superar.
Ese día que Lawrence preguntó a quién quería elegir Agar, él me nombró, pero sucedió todo lo contrario. Owen mató a Lawrence. Parece que los dos hicieron una tregua porque Agar se llevó a Sonia, y Owen fue el que me trajo de vuelta. Según él, caí en estado de coma por no haber comido casi en un mes ni haber tomado agua en días. Soy frágil de salud, sí eso lo sé, pero me sorprendió bastante al saber que duré todos esos días así.
—Deseo olvidar... pero no se puede —una lágrima cae y la dejo que caiga libre, libre, como debe ser.
Libertad. Extraño esa palabra. ¿Qué se sentirá ahora? Algo que no podré volver a experimentar ese sentimiento. Envidio a los que la tienen pero a la vez me siento ridícula por eso.
Soy patética. Lo admito.
—Jana —abro los ojos al sentir un ligero movimiento, es Owen—. Acomodate bien para que puedas comer.
Hago caso y a los minutos comienzo a comer, ensalada y algo de carne. Voy poco a poco pero es lo que me dijo el médico.
¿Quién es Agar Feder?
Ni para comer me deja tranquila esa pregunta. Tranquilidad, necesito tranquilidad.
"¿Quién es Agar Feder?
¿Quién es Carla Huston?
—¿Quién eres? —me sacude y yo lo veo atónita aún—. ¿Por qué me sigues, ah?
No contesto, sólo lo miro.
—¿Quién eres Carla? —me vuelve a sacudir y esta vez más brusco—. No me obligues a algo que te vas a arrepentir después. ¡Contesta!
Y no lo hago.
No veo venir el impacto de su mano en mi mejilla, solo siento picor.
—¡Habla! —me grita pero yo soy incapaz de hablarle.
Si hablo sentencio mi muerte.
Si reacciono sentencio mi muerte.
Si no lo sigo, sentencio mi muerte.
Así es él. Y no puedo salir de esto, porque me metí sola y ahora estoy pagando las consecuencias.
"No se ve gente de bien, no te lo recomiendo".
Eso dijo mi madre y yo no la escuché. Me enamoré perdidamente de él y aquí estoy, sufriendo de las consecuencias y estoy segura que en el futuro me esperarán más. Ahora no estoy pagando del todo por lo que hice, aún falta y en cualquier momento no podré decir adiós al mundo, a la vida, porque me caerá de sorpresa la muerte.
—¿Por qué no hablas? —siento otro golpe en la otra mejilla—. ¿Por qué tienes que ser así?
¿Por qué soy así?
Maldito pensamiento.
Después de haber recibido tantos golpes, él me deja encerrada en su habitación.
Ya no sé qué me espera, he pasado por mucho. ¿Tengo miedo? Sí y mucho. ¿Saldré de esta? No sé, no sé si la miserable vida tendrá compasión por mí algún día..."
"...no sé si la miserable vida tendrá compasión por mí algún día..."
Sigo recordando varias veces ese sueño. ¿Por qué otra vez lo estoy recordando? ¿Por qué el pasado aún me atormenta? Ni para comer, dormir ni estar sola puedo conseguir tranquilidad. ¡Miserable vida!
—¿Estás mejor? —lo miro seria y asiento medio dudosa—. ¿Qué pasa?, ¿de nuevo las pesadillas?
Trato de aguantar las lágrimas que amenazan con salir. ¡Ya no quiero llorar!
Niego mirando a otra parte.
—Jana... espero que puedas confiar en mí. Sé esperar, créeme —toca mi mano haciendo que lo mire—, debo darte tiempo y eso haré.
Suspiro frustrada y asiento. Él se acerca y deja un beso en mi frente, es cálido y cargado de tensión, tensión que yo le provoco.
Después de unas semanas, pude levantarme de la cama, estoy mucho mejor de salud así que no hay tantas preocupaciones. Excepto por algo.
—El psicólogo te espera esta tarde, Jana —se sienta en frente mío.
Quise venir al comedor a... sentarme, y ver como pasa mi vida.
—Dicen que pronto volverás como antes. Según algunos que me lo han recomendado, es bueno en lo que hace —me sonríe de lado—. Verás que todo saldrá mejor, todo estará bien.
No. Ya nada está bien, nada volverá a ser lo de antes.
Tengo ganas de gritarle y decirle... No sé que decirle. Esas ganas de gritar las tengo desde hace mucho tiempo pero no sé qué diría.
Me levanto sin hablarle como lo he estado haciendo desde hace meses. Camino al balcón, en el camino me encuentro con un libro y lo agarro. Por lo menos haré mi rutina de antes.
Escucho que Owen sale del departamento y respiro aliviada. Saco el libro. En su tapa no dice nada, lo abro y leo la primera hoja: Juegos Peligrosos.
Comienzo a leer atenta a todo lo que dice. Una parte llama mi atención.
Sentencia.
En el transcurso del tiempo, se ha podido observar algunas anomalías en los jugadores, y no sólo en ellos, en los colaboradores también. Algunos han perdido la secuencia de las cosas. Aquí no todo se trata del juego. En realidad el juego consiste en aplicar tu realidad, tu vida y asociarla con lo que se propone el juego. Esto es para confundirlos.
En el juego no hay ganadores ni perdedores, sólo los que puedan llevar bien esto serán nombrados como los mejores en el juego.
Editado: 11.02.2021