Juegos Prohibidos

Capítulo 9

Con Ryan todo era fácil. Es tontear, jugar, saber que te seguirá la corriendo. Y es increíblemente atractivo, no sé cómo es que he sobrevivido tanto sin caer con una de sus miradas acompañada de una sonrisa. Ojalá se simplemente subir encima suyo, pero es que quería hacérselo difícil.

 

— Ava Kylie ¿Puedes dejar de jugar conmigo?

 

— No puedo, me es inevitable — rio mordiendo mi labio, rueda los ojos con diversión

 

— Tomare un baño para irnos — se pierde donde supongo en el baño por lo que aprovecho de tomar de su maleta una sudadera y un bóxer, me despojo de todas mis prendas y accesorios para ponerme las de él. Buscando comodidad.

 

— ¿Quién te dio permiso de utilizar mis cosas? — volteo, nuestras miradas se encuentran en una explosión entre negro y café nunca antes visto.

 

—Yo no necesito permiso, simplemente tomo lo que quiero — enarca una ceja, pero aún con la sonrisa en sus labios — Tomo cosas como estas — corto el espacio entre ambos para dejar un fugaz beso en sus labios. Intenta tomar mi cintura, pero soy ágil y escapo guiñándole un ojo.

 

— No, no, no Ava Kylie es mi lugar, mi juego — logra tomar mi brazo.

 

Carcajeo intentando esquivar sus cortos besos en mi rostro y entre risas me estrella contra la pared, empujándolo una vez más logro escapar, corro por todo el lugar; en un punto estoy atrapada entre él y la cama por lo que mi única opción es subir a ella, inicio a saltar riendo y burlándome de él.

 

— ¡RYAN! ¡RYAN!

 

El desgraciado se lanza sobre la cama llevándome en el apto, reímos escandalosamente. Lo dejamos de hacer conforme se acerca, une nuestros labios con lentitud unos instantes antes de separarse y acariciar mi mejilla mientras me ve fijamente. Encima de mí es otro cuento. Jalo su cabello para darme acceso a su cuello que lamo antes de lograr escapar. Volviendo al juego

 

— ¡No me alcanzas! — de la nada, en cuestión de segundos tengo sus brazos alrededor ¿Tan rápido es? ¿O demasiado lenta soy? Volteo para enredar mis brazos en su cuello — Yo mando el juego Ryan — nuestras narices antes de morder su labio inferior con suavidad, presionando a él.

 

— No lo creo, no te daré el control

 

Me besa como realmente se besa, quita mis manos de su cuello para posarlas sobre mi cabeza, presionándome en la pared, a la cual no sé en qué momento llegamos. Deja una de sus manos encargadas de las mías para que la otra se encargue de acariciarme. Primero mis muslos, subiendo por mis caderas hasta mi cuello, desciende para escabullirse bajo la sudadera tocando y acariciando la piel de mi abdomen haciéndome gemir bajito… vamos sube un poco más, descubre que no llevo sujetador.

 

— Ryan… — se separa dando la vuelta, dejándome con las hormonas alborotadas, deseosa de más. Frunzo el ceño matándolo con la mirada.

 

—Era mi turno de jugar

 

—No pue…

 

—Si puedo, es inevitable— touché. Despeino mi cabello negando divertida.

 

— No creas que has ganado, el juego apenas comienza — le guiño un ojo antes de ir al baño para lavar mi rostro con agua fría. Se apoya en el marco del baño viéndome extasiado.

 

— ¿Nos vamos? Así salimos ya de este lugar tan peligroso, hay que escapar antes que me pidas que te folle — extiende su mano para que la tome.

 

Le doy una mala mirada, pero aun así la tomo, me jala hasta hacerme chocar con su cuerpo ¡Es que va a seguir! Sus ojos me penetran hasta el alma en ese momento. Aunque estoy segura que no seré yo la que termine rogando.

 

— Te vez ardiente.

 

+

 

Detiene el auto murmurando un ¨Llegamos¨. Baja corriendo para abrirme la puerta, su lado pícaro ha quedado olvidado entre las paredes del hotel. Alrededor no veo más nada que el precioso cielo estrellado, el sol a punto de salir. Aquí se respira tan bien.

 

— Me has traído hasta acá para ver las estrellas, cuando podíamos verlas desde el puto hotel

 

— Tendré que enseñarle a esa boquita buenos modales

 

— ¿Cómo demonios piensas hacerlo? — me cruzo de brazos mientras hago un mohín, se acerca para tomar mi cintura y besarme, algo que respondo feliz de la vida — Si lo harás así no dejare de decir malas palabras — ríe. Sí su sonrisa es bonita, su risa es… indescriptible.

 

Toma mi mano para subir la pequeña colina, detrás de esta encontramos una vista increíble del océano con el amanecer. Es una playa diferente, una de rocas grandes, pero que adoro me haya traído a conocer. La tranquilidad que trasmite el lugar, que se forma con el momento hace que cientos de millones de pensamientos crucen mi cabeza…



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En el texto hay: mentiras, amor, dinero

Editado: 26.01.2023

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