—¿Qué han arrojado los análisis forenses? —pregunta Duane mientras observa el cadáver de la chica.
—Hemos encontrado signos de abuso sexual, de hecho, ya recogimos muestras de ADN y estamos esperando los resultados.
—En cuanto estén listos los resultados me los hace llegar.
En ese instante entra un hombre con una bata blanca, gafas y un par de hojas en su mano —aquí están los resultados.
Duane se los arrebata de las manos y las pupilas de sus ojos se mueven mientras lee —ya tengo todo lo que necesito saber —le da los papeles al mismo tiempo que aprieta el puño de su mano izquierda.
Acto seguido se retira de la habitación y va con prisa a su oficina. Sus zapatos de cuero hacen ruido al caminar y respira igual que un toro cuando está furioso.
—Llame inmediatamente a la teniente Alicia —golpea la mesa de su secretaria haciendo que dé un pequeño brinco.
—Sí señor, como ordene —toma el teléfono en su mesa y sus dedos aprietan los números correspondientes.
El hombre sigue de largo hasta su oficina y azota la puerta al entrar. Se sienta en la silla frente a la mesa y desliza rápidamente la gaveta del escritorio. Ve una fotografía, la toma y suspira pasando sus dedos por ella, luego una lágrima sale de su ojo derecho.
—Quizás sí, quizás no —murmura.
Un ruido blanco sale del intercomunicador en su escritorio —Alicia está aquí.
Limpia su mejilla y aprieta el botón del aparato —que siga.
La puerta se abre muy lentamente y Alicia entra por ella. Luego la cierra con la misma lentitud con la que se abrió y camina unos pasos hasta el escritorio.
—¿En qué le puedo servir? —hace una reverencia.
Tiene el codo apoyado en la mesa y con su mano se sostiene el rostro —¿Qué has logrado averiguar?
—No mucho, al parecer llegaron a este lugar por pura casualidad —se encoge de hombros —la cueva por donde ingresaron se ubica por las carreteras de Nuevo México.
—Creí que aquellas cuevas ya habían sido selladas.
—Al parecer no todas —camina de un lado a otro —lo curioso es que algunos Belicosos salen solamente por las noches. Cerca del desierto han hallado cadáveres de las criaturas, pero nada que no hayamos podido limpiar.
Asiente —muy bien. ¿Y Derek?
Dice que no con la cabeza —ha logrado escabullirse dentro de las cavernas, pero aún no ha escapado.
—Más te vale capturarlo pronto o tu cabeza y la mía rodarán.
—Tranquilo, es cuestión de tiempo para que lo atrapemos.
Bufa —tiempo es lo que no tenemos.
Se acerca al escritorio y con su dedo índice comienza hacer círculos en la madera —¿y qué pasará con los chicos?
Se encoge de hombros —ahora son prisioneros, así que llévalos a una celda y que hagan lo que quieran con ellos, ya no me importa.
Alicia sonríe agitando ligeramente la cabeza —ok
—¿Por qué sonríes así?
—No soy estúpida Duane, sé que los conoces.
—No sé de qué hablas —alza una ceja.
—Digamos que me tomé el atrevimiento de revisar los archivos en nuestra base de datos… ¿Y qué crees? Coinciden con el perfil de estos chicos.
—Lo lamento Alicia.
—¿Tú lo lamentas? ¿es chiste?
—¿Es tarde para pedirte perdón?
—Muy tarde —sonríe y sus ojos se tornan llorosos —lo curioso es que en el fondo lo sabía.
—Fue decisión de los dioses, además mi esposa no podía tener hijos y tú no estabas en las condiciones adecuadas.
—Quizás sea así, pero nunca me permitiste verla —suspira y hace una pausa —¿eso también fue decisión de los dioses?
—Ya no hay nada que hacer Alicia, ya no importa. Por el contrario, necesito que me hagas un favor.
Limpia sus ojos —¿qué clase de favor?
—Espera un minuto —comienza a teclear en su laptop y luego la impresora detrás comienza a imprimir unos papeles. El hace un gesto para que Alicia los tome.
Con los papeles en mano lee y asiente —ya entiendo de que hablas, me haré cargo no te preocupes.
—También necesito que hagas un show en la jaula de combate, los prisioneros han estado muy rebeldes y es necesario apaciguarlos. De hecho, tenemos que solucionar la situación con los Belicosos para que todo vuelva a la normalidad antes de que envíen a los mercenarios.
Frunce el ceño —¿mercenarios?
—Conflicto de intereses entre los dioses, o solucionan este desastre o nos hundimos todos.
—Agregaré ese pequeño detalle a mi larga lista de pendientes.
—Por último, quiero que lleves los cadáveres de todos los chicos que hayan muerto a la morgue, adorna ese lugar como si fuera un cumpleaños.
—Está bien —aprieta los labios —nos vemos luego.
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Editado: 20.10.2022