Jueves

Miércoles 25 de febrero

 

Ana mira al cielo oscuro y nublado de la mañana y no puede evitar esbozar una hermosa sonrisa, pues es una amante de la lluvia, los días nublados y un buen café.

Cuando va camino a la estación del tren pequeñas gotas de lluvia comienzan a caer sobre su rostro, la incomodan un poco las primeras, pero luego sólo las disfruta. Le hace gracia ver como todas las personas que caminan a su alrededor corren a cubrirse ¿Acaso los va a matar un poco de agua? Ella simplemente ama la lluvia, desde una pequeña llovizna hasta un gran diluvio es para ella el paraíso y uno de los más grandes placeres de la vida.El estómago de Ana comienza a rugir al sentir el irresistible olor del pan recién horneado. La lluvia ha despertado su hambre, aprovechando que no ha desayunado entra en la pequeña panadería para darse el gusto del día.

Dylan sale de casa con paso apresurado, mirando el oscuro cielo, rogando que la lluvia no caiga antes de llegar a la estación y arruine su día, pero sus peticiones parecen no ser escuchadas y a sólo unos pasos de su casa, pequeñas gotas comienzan a caer. Dylan maldice por lo bajo y apresura el paso antes de que el torrencial aguacero caiga sobre él, buscando por cada lugar un techo donde parar y asegurar sus documentos. En cuanto la pequeña panadería de carpa azul entra en su ángulo de visión apresura el paso. El delicioso olor a pan fresco inunda sus fosas nasales y al dirigir su mirada dentro del pequeño local ve a Ana terminando su desayuno. Dylan se queda de pie observando a la hermosa chica tras el cristal, cual vagabundo hambriento.

Ana retoma su camino hacia la estación del tren como si las gruesas gotas no le afectarán, tras ella Dylan imita sus pasos, parece no sentir la lluvia sobre su piel, para él había salido el sol.

Es luego de llegar a la estación y estar de pie en la enorme fila para la taquilla cuando Ana se percata de la presencia de Dylan. Un poco aburrida por la larga espera gira sobre sus pies y se encuentra con el chico tras ella, siente su corazón latir a toda velocidad. Dylan tiene su mirada fija en el reloj de pared ubicado sobre la taquilla, aunque en realidad solo intenta tener su atención en otra cosa, en alguien que no fuera la chica que tiene frente a él y por eso no se percata de la penetrante mirada en él.

Es difícil para Dylan no fijarse en Ana y unos minutos después de su fallido intento por desviar su atención a cualquier otro lugar clava su mirada en la muchacha que ya está de espaldas a él.

La fila parece no avanzar. Ana gira un par de veces su mirada hasta el apuesto chico tras ella y él parece no fijarse, pero en realidad cada vez que Ana gira hacía el, Dylan desvía su mirada, con el corazón galopando como un caballo desbocado.

¿Por qué no puedo mirarla a los ojos? ¿Y si debo hablarle? ¿Será está mi oportunidad?

Fueron esas preguntas las que atormentaron a Dylan durante el tiempo de espera

¡Si me mira le hablaré! Se dice el chico a sí mismo repitiéndolo una y otra vez, esperando el nuevo movimiento de Ana hacia él, pero la chica se había resignado a sus intentos fallidos de buscar su mirada o captar su atención Y espera en su lugar su turno a la taquilla.

Ana se enfocó tanto en no guiar su atención a Dylan que no se había percatado que al otro lado de la taquilla no estaba la misma chica de siempre, esta vez esta un chico, apuesto, rubio, de ojos azules y cuerpo fornido, pero no era el tipo de Ana, los chicos que podían robar los suspiros de nuestra protagonistas eran del tipo de Dylan, definitivamente Dylan es su tipo.

— ¿Cuál es tu destino preciosa?

Ana simplemente pide su pasaje e ignora el coqueteo del rubio, pero para Dylan tal comentario no pasa desapercibido haciendo que le hierva la sangre cada vez que el joven clava la mirada en Ana.

El chico toma la mano de la joven por más tiempo del necesario al entregarle su tiquete, Dylan siente unas ganas inexplicables de separarlos y posiblemente volar le los dientes.

Cuando llega su turno de comprar su boleto mira al chico con cara de enfado e intenta fastidiarlo hasta el cansancio.

— ¿Acaso eres idiota tío? ¡Te he dicho tres veces mi destino!

— Disculpe señor, soy nuevo en esto Y...

— ¿Crees que ese es mi problema?

Cuando por fin le entregan su boleto lo arrebata de las manos del apuesto chico rubio ¿Qué ha sido eso Dylan? Se pregunta a si mismo antes de subir al tren.

Nunca le había pasado algo parecido, no había sentido esa cruel sensación quemando su pecho con ninguna otra chica, ni siquiera en sus relaciones más estables y duraderas ¿Quién es esta extraña que está robando mi calma?

En cuanto sube al tren busca a Ana en el lugar de siempre, el asiento frente a ella está desocupado, esperando por él, pero no puede, no quiere, él debe alejarse de ella, lo que siente no es normal ¡Que es una extraña! Se repite una y otra vez, mientras la ve a unos asientos de distancia.

Ana siente su corazón oprimido al ver que Dylan no tomaba el asiento de siempre, frente a ella. ¿Acaso pensaste que se sentaba en ese lugar por ti? ¿Fuiste tan tonta para pensar que le interesas? ¡Que ilusa eres! Se recriminó la chica en todo el trayecto, sin imaginar que la respuesta a todas sus preguntas era un sí.

Dylan si se sienta en ese lugar por ella.

Dylan si está interesado en ella.

Pero él tiene miedo de lo que siente, de ese extraño sentimiento, de cadaextraña sensación que lo invade cuando ella está cerca o cuando aparece en suspensamientos    



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En el texto hay: amor, terrorismo, 11m

Editado: 23.08.2020

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