Capítulo 2: La manada.
29 de agosto, 2018.
Me miro al espejo y me digo a mi misma que es lo mejor. Tomo una respiración profunda y asiento.
—No me vendría mal—murmuro.
Estoy sola en el apartamento, Logan se quedó a dormir ya que luego de hablar y ver películas se nos hizo muy tarde, así que por seguridad preferimos que se quedaría a dormir. Hace más de una hora se había ido a su apartamento para cambiarse e ir al trabajo.
Y hace media hora la idea de un cambio en mi cabello se hizo presente en mi mente y ahora no se quiere ir.
Observo una vez más las tijeras que sostengo en mi mano. Miro mi cabello castaño oscuro a través del espejo. Esta casi llegando a la cintura, siempre lo he tenido largo, mi madre decía que se me veía hermoso y desde hoy lo he conservado, pero creo que es momento de un cambio. Dicen que cuando las mujeres se hacen un cambio en su cuerpo o más específico en su cabello es porque desean dejar una etapa de su vida atrás y comenzar una nueva.
Y ahora lo confirmo.
Con seguridad llevo las tijeras a mi cabello, no tengo ningún tipo experiencia cortando cabello pero estoy feliz por mí al ver la seguridad de mis cortes en mi cabello oscuro.
No me detengo en ningún momento hasta ver mi cabello como lo deseo.
Me miro en el espejo. Ahora mi cabello está rozando mis hombros, un cambio drástico pero me encanta.
Satisfecha con el resultado comienzo a limpiar el baño. Dos horas después de bañarme y vestirme con lo más decente que tengo, estoy subiéndome en mi bicicleta para emprender camino al plantel donde será la entrevista de trabajo.
La comunidad a la que me he mudado es más colorida y alegre que donde antes vivía. Aquí todos son familia, todos se ayudan y todos son amigos. Aquí nunca verás a alguien solo y triste. Por el simple hecho de que nadie te deja estar de ese modo y que la actitud de los demás es muy contagiosa.
Por mi parte tengo menos de una semana viviendo aquí y las personas del complejo del edificio han estado celebrando mi llegada desde hace tres días. Para ellos es significado de que la familia es cada vez más grande.
Hubo mucha comida, música y personas en esa fiesta en mi honor.
Nunca me había sentido tan querida desde que mis padres murieron. Porque Logan y Nicolás no contaban, ellos si me quieren pero no es lo mismo que te quieran tus hermanos a personas que apenas vas conociendo, si, fue extraño pero ya me estoy acostumbrando al notar que no solo a mí me tratan de esa forma.
Aquí me siento en casa.
Y hace nueve años que esa sensación desapareció y estoy muy feliz por sentirla de nuevo.
***
Los latidos de mi corazón retumban en mis oídos, estoy nerviosa, muy nerviosa. Este es un gran paso para mí. Un nuevo trabajo donde el enseñar mi cuerpo no es lo primordial, donde no tengo que lidiar con borrachos que quieren tener sexo conmigo y donde sobretodo tendré un sueldo digno y del cual podremos vivir bien.
Porque el sueldo es bastante generoso.
— ¿Señorita Cortez? —Me levanto como resorte y camino hacia la recepcionista que me atendió al llegar al plantel—El señor Morphe la está esperando en su oficina.
La chica me entrega un carnet de visitante y me indica cómo llegar al piso sin perderme.
Diez minutos después estoy intentando recordar cómo respirar, la oficina es imponente, enormes ventanas dejan entrar la luz de la mañana, el escritorio de vidrio tiene una computadora que deduzco como la más moderna del mercado y tiene varios papeles encima pero sin llegar a ser desordenado, las paredes están pintadas de un color marfil haciendo que los estantes oscuros de roble resalten en el lugar pero lo que más llama la atención en toda la oficina son los innumerables copas, títulos, trofeos, medallas, balones de oro, botas de oro, incluso creo ver trofeos pichichi.
Madre mía ¡Son miles!
Si me pongo a contarlos el día de hoy no me alcanzaría. Ni siquiera dos son suficientes.
Un carraspeo me saca de mis pensamientos.
—Veinticinco copas, cuarenta y nueve títulos, cincuenta y tres medallas, dieciocho balones de oro, dieciséis botas de oro y cinco trofeos pichichi—sonríe arrogante—. El oro es lo mío.
—Es impresionante.
—Muchos años de dedicación y esfuerzo—se pasa la mano por la ligera barba que tiene, a provecho que se da la vuelta para mirar por las ventanas que dan vista a toda la ciudad y observo su vestimenta.
Pensé que lo encontraría con traje formal, pero es todo al contrario. Tiene puesto una sudadera negra, pantalones deportivos color vino, tenis negras y una gorra negra en su cabeza.
Es el entrenador. ¿Qué esperabas?
Cuando vuelve a girarse me invita a sentarme en la silla de cuero que está enfrente del escritorio. Me siento y me contengo al sentirla fría. El señor Morphe no se sienta, al contrario, comienza a caminar por toda la oficina.
—Así que Summer… iré al grano ¿Tienes pareja?
—No.
Le respondo frunciendo las cejas.
— ¿Te interesa alguien? —Levanta ambas cejas y yo solo niego con la cabeza— ¿Tienes relaciones sexuales con alguien?